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T2: Trainspotting (Danny Boyle, 2017)

23/02/2017
T2: Trainspotting imagen destacada

Revisitando grandes clásicos

Ahora mismo está de moda resucitar títulos populares de décadas pasadas. Ya sea para darle sangre nueva o, más comúnmente, para capitalizar en la nostalgia. Ejemplo de ello son grandes franquicias como las recientes “Terminator: Génesis” (Alan Taylor, 2015), “Jurassic World” (Colin Trevorrow, 2015), “Star Wars: El despertar de la fuerza” (J.J. Abrams, 2015) o la inminente “Piratas del Caribe: La venganza de Salazar” (Joachim Ronning & Espen Sandberg, 2017). Por otra parte, hay casos en que se hacen secuelas de películas de culto, que en su día fueron populares a pesar de tratarse de obras independientes. Este puede ser el caso en directores como Richard Linklater o, ahora, Danny Boyle con “T2: Trainspotting”.

Pero es importante ponerla en contexto. Se trata de un proyecto que, aparentemente, todo el mundo quería ver dado que la novela que inspiró a la primera parte tuvo posteriormente una secuela literaria titulada “Porno” (Irvine Welsh, 2002). De este modo, la realización de una continuación de la adaptación cinematográfica era, cuanto menos, lógica. Sin embargo, era una idea no destinada a llegar a buen puerto. Ya fuera por una supuesta enemistad entre McGregor y Boyle, problemas a la hora de juntar el presupuesto necesario; o quizás por un ligero declive en la filmografía del director. Al menos hasta que llegó a sus manos la excelente “Steve Jobs” (2015) con guion del inigualable Aaron Sorkin. Película, cuyo éxito, con toda seguridad, fue el motivo que permitió a su realizador desarrollar la esperada secuela que ahora conocemos como “T2: Trainspotting”.

Jonny Lee Miller y Ewan McGregor
Jonny Lee Miller y Ewan McGregor

Reencuentros en T2: Trainspotting

La historia arranca veinte años después de los acontecimientos vistos en la película original. El grupo de colegas están separados haciendo sus propias vidas, algunos para bien, otros para mal. Mark Renton (Ewan McGregor) regresa a Edimburgo para tratar unos asuntos personales, y de paso reencontrarse con sus viejos amigos para pagar una vieja deuda. Spud (Ewen Bremner), sigue siendo un yonki, ahora al borde del suicidio; Simon (Jonny Lee Miller) dirige un pub a la vez que estafa para ganarse algún dinero. Por su parte, Francis “Franco” Begbie (Robert Carlyle) cumple una sentencia de 25 años en prisión.

Este es el punto de partida. El grupo de personajes verá, en las dos horas de metraje, cómo sus vidas entran en caos cuando se reúnan tras tanto tiempo. A partir de ahí, el relato toma un sendero que bebe, quizás demasiado, de la nostalgia. Nostalgia hacia unos discursos que remiten al pasado -adaptados ahora a la situación presente de los personajes-. Nostalgia por los lugares antaño recorridos -a modo de mirada atrás para ver cómo los errores del pasado moldean el futuro-. Si todo esto se parece a otras historias, es porque realmente es así.

Ewen Bremner en T2: Trainspotting
Ewen Bremner en T2: Trainspotting

La historia de toda una vida

El guionista John Hodge y Boyle decidieron no adaptar directamente la novela “Porno”. En su defecto, cogieron ideas y elementos de ella, a favor de una historia original, puede que más cercana a ellos. El resultado final, pues, es un proyecto dónde no se puede encontrar nada directamente malo, pero tampoco nada especialmente original, dado el tratamiento que se ha dado a la historia. Por eso resulta que lo mejor de toda la propuesta sea simplemente el reencuentro con unos personajes de innegable magnetismo, y todavía perfectamente interpretados por sus actores –en especial Ewen Bremner-. Más allá de eso la película se queda en un proyecto tardío que tampoco aporta nada interesante a la historia original.

Algo parecido se puede aplicar al estilo visual de Boyle para narrar la historia. Utilizando imágenes congeladas, ángulos poco naturales, ensoñaciones, o con distorsiones propias de las lentes; parece querer recuperar el brío de “Trainspotting” a modo de vuelta atrás, en lugar de querer transgredir tal como hizo antaño. Tampoco es un problema per se, ni tampoco se le puede exigir nada al director. Pero esto realza todavía más la sensación de que “T2: Trainspotting” es un simple reencuentro nostálgico, sin más. Si acaso queda como algo personal y refrescante el modo de retratar el espíritu propio de las calles de Edimburgo.

Falta de confianza en T2: Trainspotting

Las secuelas existen para expandir lo visto en las películas originales, no para depender de ellas. Y este es, en nuestra opinión, el mayor error de esta película. No la falta de chispa de transgresión de la original, o de la redonda brillantez de aquella. Más bien una aparente falta de entusiasmo o confianza en el material que se tiene entre manos. Esto se extiende sobretodo en la visión global de Boyle.

Robert Carlyle es Begbie
Robert Carlyle es Begbie

Si “Trainspotting” fue todo un retrato de una identidad nacional, aquí se pierde la oportunidad de hacer lo mismo en los tiempos que corren. De nuevo, no es algo que se le pueda recriminar a ninguno de los implicados. Realmente, no tenían la obligación de repetir fórmula en la secuela. Pero por desgracia deja la sensación de no aportar nada nuevo en este nuestro séptimo arte.

Entretenida y nostálgica, pero poco memorable

Con todo, “T2 Trainspotting” no es, para nada, una mala película. Durante algunas escenas incluso alcanza la excelencia. Es lo que tiene contar con un equipo talentoso. Sin embargo, como ya hemos comentado, depende demasiado del recuerdo de su pasado. Se regodea demasiado en su propia melancolía. Esto da que pensar si la película entusiasmará a aquellos que no conozcan o no hayan visto la película original. Es muy entretenida, y recomendable, si bien también poco memorable.