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Ex Machina (Alex Garland, 2015)

11/03/2015
Ex Machina imagen destacada

Buena ciencia ficción

Resulta refrescante ver una película de ciencia ficción en la que el contenido resulta más importante que la forma. Al fin y al cabo, estamos acostumbrados a una ciencia ficción cinematográfica saturada de esteticismos gratuitos que envuelven una historia banal. En «Ex Machina» nos encontramos con una trama que, en resumen, gira entorno a la existencia de una inteligencia artificial avanzada. Cuando ambos personajes se encuentran se nos revela que la verdadera intención de la visita por parte de Caleb es formar parte de un test de Turing para comprobar si una inteligencia artificial puede pasar por humana. El giro viene cuando vemos que esta IA esta dentro del cuerpo sexualizado de un androide llamado Ava, con los rasgos de Alicia Vikander.

Con esta premisa Alex Garland profundiza en varios temas recurrentes del género, harto vistos, como son el poder del ser humano para convertirse en Dios, el peligro de crear entes con consciencia propia, la sustitución del afecto humano por el afecto artificial, la anulación de la individualidad, la falta de privacidad en un mundo hipertecnificado, la función última del ser humano en el mundo… A medida que avanza el metraje, la historia adquiere un tono de thriller que pondrá en duda las verdaderas intenciones de Nathan y Ava, concentrando todo el drama en Caleb, quién terminará en una encrucijada sobre la verdadera finalidad del experimento.

Domnhall Gleeson en Ex Machina
Domnhall Gleeson en Ex Machina

Excelente trío protagonista

El trio protagonista de Ex Machina está inmejorable en sus papeles. Alicia Vikander capta perfectamente los movimientos artificiales de un androide, contrastado por otra parte por unos gestos sumamente naturales como bien son una inclinación de la cabeza o el atisbo de una sonrisa. Esta siempre acompañada por el constante sonido de sus articulaciones, que formula una melodía de lo más inquietante. Sin embargo son los otros dos actores los que llevan el peso dramático de «Ex Machina«. Domhnall Gleeson da vida a un programador solitario y tímido, el típico nerd por el que es fácil sentir empatía desde el principio. Sin embargo, entrará en un decaimiento emocional por lo vivido en la mansión de su anfitrión, hecho que además provocará que se revele su verdadero rostro.

Nathan (Oscar Isaac), personaje no tan diferente al de Gleeson, vive recluido en medio de la montaña. Es un genio misántropo con aires de Dios, interpretado maravillosamente por Isaac con una rabia contenida y con un desagradable sentido de superioridad, utilizando simples gestos, una medida entonación y su amenazante presencia física para caracterizar a este personaje asocial, en el fondo diferente al de Caleb solo por su falta de afecto hacia sus semejantes. Sin embargo tiene una carisma que llena la pantalla y provoca que nos guste a pesar de su antipatía, conseguido gracias a la presencia de un Oscar Isaac que ya consiguió algo parecido en la también excelente «A propósito de Llewyn Davis» (Hermanos Coen, 2013).

Además hace que resulten hipnotizantes sus discursos sobre su sentido del deber hacia el mundo y su completa falta de empatía hacia el ser humano. Siendo una historia fuertemente apoyada en sus diálogos, la elección de unos buenos actores resultaba fundamental para la película. Por suerte, lo consigue con creces.

Oscar Isaac en Ex Machina
Oscar Isaac en Ex Machina

El salto a la dirección de Alex Garland

Alex Garland tiene un buen historial como guionista, y ahora da el salto a la dirección. En su buen hacer de escritura le da pulso al guión. A pesar de recargar «Ex Machina» de diálogos, el ritmo nunca decae y no resultan cansinos. Los personajes están bien definidos y desarrollados, y la jerga científica no satura o se hace pesada. Por otra parte, Garland dirige la película con elegancia. Pone la cámara al servicio de los diálogos y de los actores, en una puesta en escena generalmente hierática, y puntualmente teatral.

Visualmente te atrapa. Nos presentan unos bellos paisajes montañosos o una casa imposiblemente armoniosa, salpicada con decoraciones puntuales de Pollock o unas máscaras que bien podrían remitir a Jung. En esta película no hay grandes alardes visuales de ciudades avanzadas o tecnologías imposibles. Máximo nos tenemos que conformar con los confines de la casa en la montaña y ciertos elementos de tecnología avanzada pero no muy lejana. Esto asienta la película en un terreno más realista de lo habitual en la ciencia ficción, sin contar con la presencia de Ava, por supuesto. A pesar de no ser novedosa, Garland se las apaña para hacer de “Ex Machina” una historia memorable gracias a una ejecución fresca y llena de vida, presentándonos un mundo futuro pero creíble.

Caleb y Nathan
Caleb y Nathan

La cara oculta de Ex Machina

El director acierta al alejar la historia de dramas baratos o giros argumentales innecesarios, para centrarse en las implicaciones ramificadas por su premisa. Se puede decir que es una película confeccionada por y para la ciencia ficción. La utiliza como fondo dramático en lugar de simple envoltorio para una historia que poco tiene que ver con el género. En una sociedad cada vez más dependiente de las maquinas como en la que vivimos, y con unas tecnologías que ya permiten un grado de interacción con ellas, resulta tan excitante como terrorífico pensar en las consecuencias sociales de seres cibernéticos con un sentido del “yo”.

A «Ex Machina» se le puede criticar una sexualidad gratuita del cuerpo humano, y hasta cierto punto de machismo; pero todo esto no es más que una apreciación de doble filo en el que los autodenominados dioses son los que resultan peor parados. Y es aquí donde la historia esconde la propuesta más escalofriante por lo asolador que resulta: la de unos personajes que, incapaces de aparearse para concebir vida natural, deciden encerrarse en si mismos para generar vida artificial. Para sustituir compañía humana. Sin reparar en los daños colaterales que eso podría conllevar. Los robots que se nos presentan en esta película viven con sus propias ideas, expectativas y sueños, y estos se componen de algo que va más allá de simples ovejas eléctricas.