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Profesor en Groenlandia (Samuel Collardey, 2018)

06/09/2019
Profesor en Groenlandia imagen destacada

Descubriendo lugares remotos

Esta «Profesor en Groenlandia» viene de una larga tradición. El choque cultural y la presentación de lugares remotos como espacios exóticos ha sido una constante en el cine de aventuras americano casi desde sus propios inicios. Desde los conflictos producidos por la llegada del “demonio blanco” a unas tierras con una cultura diferente, hasta cómo se retratan de un modo paradisíaco esos parajes antaño inalcanzables para muchos.

Ahí tenemos títulos como “Tabu” (W.F. Murnau, 1931), “Aves del paraíso” (King Vidor, 1950) o “Retorno al paraíso” (Mark Robson, 1953). En ellos se nos presentaban distintas localizaciones como refugios idílicos para el deleite de los protagonistas blancos. Como suele suceder en el cine, el tiempo dio paso al crecimiento de este tipo de historias. Se les daba la vuelta completamente y se mostraban las repercusiones negativas de la llegada de occidente a nuevas tierras y culturas. Puede que “El desterrado de las islas” (Carol Reed, 1952) o “Hawaii” (George Roy Hill, 1966) sean unos buenos ejemplos. En estos títulos, o bien convertían el paraíso en un infierno personal, o se equiparaba el hombre blanco a la llegada de enfermedades, muerte, destrucción y una intolerancia aplastante al querer implantar una cultura y religión ajena a los indígenas.

Anders Hvidegaard
Anders Hvidegaard

Ficcionando una historia verdadera

Siguiendo la estela de la reciente (y excelente) “The Rider” (Chloé Zhao, 2018), “Profesor en Groenlandia” está basada en la vida real de Anders Hvidegaard. Él es un recién licenciado en magisterio que, lejos de conformarse con su apacible vida en Dinamarca; decide dejarlo todo atrás para enseñar danés a los niños locales de Tiniteqilaaq, un remoto pueblo de Groenlandia.

Samuel Collardey escribe y dirige esta premisa a medio camino entre la ficción y el documental. No solamente se basa en una historia real, sino que además usa material no original para mostrar planos de la fauna propia de la isla danesa, siguiendo el estilo de películas como “Las nieves del Kilimanjaro” (Henry King, 1952). La historia gira alrededor del viaje personal del protagonista, desde el choque cultural que siente al instalarse allí, tanto por la falta de comunicación con sus vecinos, quienes le rechazan de buenas a primeras por verle como un portador de costumbres ajenas a su cultura, hasta los estragos producidos por vivir en un sitio con unos recursos cotidianos mucho más limitados de lo acostumbrado en la cultura urbanita occidental.

Asser Boassen
Asser Boassen

Aceptación de una cultura ajena en Profesor en Groenlandia

La diferencia con los títulos mencionados al principio es que, viendo las complicaciones al intentar rectificar las costumbres de sus nuevos vecinos, el protagonista se resigna a aceptar las tradiciones sociales y culturales del pueblo. No lo contempla como un mal a rectificar, sino como un modo diferente de vivir, con sus virtudes y defectos. Cómo cualquier otra civilización al fin y al cabo. No es hasta que Anders acepta cambiar su modo de actuar que sus nuevos vecinos lo aceptan en su comunidad. Con esfuerzo, no solamente le dan las necesidades vitales para sobrevivir, sino que gradualmente le van enseñando los rituales propios del lugar.

Bien es cierto que “Profesor en Groenlandia”, pasa por alto algunos elementos oscuros de la vida en Groenlandia, como es el problema con el alcoholismo, la violencia en el hogar, la tasa de suicidios o la desatención hacia los pequeños. Hay atisbos de ello, pero no lo explora y convierten la vida en Groenlandia como una vida dura y violenta, pero finalmente idílica por estar expuesto a una vida tan pura com el blanco de la nieve que cubre el terreno durante gran parte del año.

Profesor en Groenlandia, de Samuel Collardey
Profesor en Groenlandia, de Samuel Collardey

¿La ignorancia es una bendición?

Cuando Anders decide que su sino en la vida es irse de su país natal, una consejera laboral le habla de la importancia de enseñar danés a los niños groenlandeses para darles posibilidades más allá de lo poco que les ofrece las fronteras del pueblo. Sin embargo, una vez se presenta ese microcosmos tan particular se plantea aquello de que a veces la ignorancia es una bendición.

Los niños parecen felices ante la perspectiva de crecer para ser cazadores. Miran con ojos ensoñadores a los veteranos mientras estos cuentan sus batallitas contra los animales más peligrosos de la tundra. Del mismo modo, otros niños explican muy felices que su juego favorito es fregar el suelo. Impensable para nosotros, pero cotidiano para ellos. ¿Es justo que no conozcan una vida mejor? Es una pregunta que la película alza pero que no se atreve a indagar. Seguramente le habría beneficiado excavar un poco más para contrarrestar el aspecto casi utópico del lugar.

Profesor en Groenlandia, de Samuel Collardey
Profesor en Groenlandia, de Samuel Collardey

Un viaje introspectivo en Profesor en Groenlandia

Aunque por otra parte es posible que la intención de Collardey sea simplemente no juzgar. Puede que simplemente quiera mostrar una realidad desde el punto de vista del personaje principal. En «Profesor en Groenlandia» existen toques de cinéma vérité, no solamente por el uso de actores no profesionales, sino por esa bellísima fotografía natural del propio director y por el uso de una cámara más preocupada en capturar una cierta realidad que en entrar en juicios morales. Además de conseguir sacar lo mejor ante cámara de todos sus intérpretes.

Por encima de esto, lo que destaca de la película es el conflicto moral de su personaje principal. Anders toma la decisión que toma en busca de una vida alejada de expectativas y presiones que él nunca ha pedido tener, y de las que tampoco siente tener que cargar. Es una idea planteada al principio y al final. Una trama principal que se convierte en secundaria a medida que la exploración de esa Groenlandia mitificada va ganando fuerza en la película. Es durante su transcurso que, sin mencionarlo explícitamente, Anders va formando su decisión final.

Imagen de Profesor en Groenlandia
Imagen de Profesor en Groenlandia

Un tanto superficial, pero muy recomendable

En resumen, Collardey consigue hacer una buena mezcla entre el cine de aventuras más exótico y el retrato social de una vida tan actual como culturalmente alejada de lo que consideramos como “normal”. Todo ello metido dentro de un drama de crecimiento y descubrimiento personal en un contexto de naturaleza desatada. La única pena real de «Profesor en Groenlandia» es no haber indagado algo más en los aspectos negativos de la convivencia en semejante pueblo remoto, hecho que lo convierte en un título un tanto superficial. A pesar de esto, se trata de una propuesta muy recomendable.