El género más lóngevo del cine
El western es, quizás debido a su longevidad, el género más fructífero del cine. Ha dado lugar a películas hoy en día ya clásicas como “La diligencia” (John Ford, 1939) o “Solo ante el peligro” (Fred Zinnemann, 1952); producciones italianas con características muy propias como “El bueno, el feo y el malo” (Sergio Leone, 1966) o “Django” (Sergio Corbucci, 1966); los llamados westerns crepusculares como “Duelo en la alta sierra” (Sam Peckinpah, 1962) o “Sin perdón” (Clint Eastwood, 1992); e incluso cruces genéricos como la recientemente vista en el Festival de Sitges 2015 “Bone Tomahawk” (S. Craig Zahler, 2015).
El género abarca cantidad de distintas lecturas con distintos grados de intenciones. John Maclean ofrece ahora con “Slow West” una inocente historia de amor en la que un adolescente enamoradizo llamado Jay Cavendish (Kodi Smit-McPhee) viaja a los Estados Unidos desde su Irlanda natal en busca de Rose Ross (Caren Pistorius), su amor perdido. En su viaje encontrará una dudosa ayuda en el forajido Silas Selleck (Michael Fassbender), quien por los azares de la vida también se encuentra buscando a la chica, pero para cobrar una recompensa que hay sobre ella y su padre (Rory McCann).
Inocencia en un mundo salvaje
Es en esta premisa donde «Slow West» guarda el motivo por el que éste western será recordado: por encontrar un punto de inocencia en unas tierras salvajes. Jay ira conociendo a diferentes personajes durante su camino con quienes compartirá el motivo de su misión. Así, irá predicando sus opiniones sobre el amor y la bondad con una ingenuidad que divertirá a todos los demás, incluido a Silas. Ambos personajes son opuestos en sus personalidades: Jay es inocente, Silas es astuto; uno no ve la maldad en el ser humano, el otro la ha vivido en sus carnes; el primero es más civilizado, mientras que el otro es bastante más rudo.
Se juega con esta dualidad en más de un punto de la historia, y la ingenuidad del joven protagonista se acentuará cuando se vea las caras con Payne (Ben Mendelsohn), despiadado líder de un grupo de bandidos. Cabe decir que todos los actores están magníficos en sus papeles, desde McPhee, cuya ignorancia le hace ver el nuevo mundo con los ojos de un niño pequeño; a un Fassbender que da a la película una necesitada carisma para atraer al público. Además, Pistorius da vida a Ross con una sorprendente destreza a pesar de su poca presencia en la pantalla, y es igual de creíble en su dureza como en su ternura. Por último, Mendelsohn vuelve a interpretar a un personaje despiadado que bien podría recordar al que vimos en “Animal Kingdom” (David Michôd, 2010).
De Tarantino a los hermanos Coen
Aunque la inocencia es lo más notorio de «Slow West«, la película también destaca por sus toques inauditos de cuento de hadas, y una violencia absurda y humor negro cuyos estallidos pueden recordar al cine de Quentin Tarantino o al de los hermanos Coen. La intención no es imitarlos o homenajearlos, porque la obra desprende una visión particular que solo puede ser obra de la brillante dirección y escritura de Maclean. Por debajo de esos elementos más extravagantes se esconde una sensibilidad melancólica y triste que abarca varios de los temas de la película: la soledad, la sed violenta del ser humano y la orígenes de las tierras americanas.
El guión deja espacio para las caracterizaciones, la presentación de una América sobria, despiadada y llena de peligros, y en la que diversos personajes hacen divagaciones sobre lo efímero de sus tiempos y la necesidad de mostrar una complexión machista para sobrevivir en unos tiempos todavía por civilizar. Aunque el personaje principal es una fuerza ingenuamente bondadosa, todo lo que le rodea es un manto hipócrita, nihilista y depravado, y como bien se apunta, es una suerte que consiga sobrevivir en un ambiente tan hostil.
Hay pocos momentos de acción, pero los habidos conseguirán mantenerte pegado en el asiento, y ello se debe también a la realización del director. Da a la película el esperado tempo narrativo pausado propio del western, y eso provoca que los estallidos violentos causen el doble de impacto. También es destacable el trabajo de fotografía de Robbie Ryan, quien siempre se esfuerza por capturar los inmensos parajes neozelandeses, posando como si fueran el lejano y viejo oeste americano, y en un contraste con los cowboys y forajidos que lo pueblan como si fueran simples alimañas pululando por una tierra de nadie.
Conclusiones
“Slow West” puede perder a parte de los espectadores debido a su pausado ritmo o a la poca sensibilidad que el director muestra de cara al público en ciertos momentos. Aun así, se trata de uno de los westerns más interesantes realizados en los últimos años gracias a la excelente labor de Maclean en el guión y la dirección, y una visión muy particular a la hora de retratar un mundo y una época muy concreta que, como hemos dicho al principio, ha dado fruto a innumerables producciones. Quizás como reflejo del final de la película, Maclean demuestra que el género todavía tiene mucho que ofrecer y solo podemos esperar que este sea el principio de una nueva e interesante oleada de westerns en lugar del brochazo final a un género tan próspero.