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Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones (John Francis Daley y Jonathan M. Goldstein, 2023) | Crítica

26/03/2023
Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones imagen destacada

Un nuevo filón

Los fans de la fantasía medieval están de enhorabuena. Posiblemente gracias al éxito de “Juego de tronos” (2011-2019) se ha despertado una sed (¿latente?) para consumir productos de este tipo. Desde entonces, son varios los proyectos que se han desarrollado en el ámbito de la televisión. Desde propuestas animadas como “La leyenda de Vox Machina” (2022-) o “El príncipe dragón” (2018-), a otras en imagen real. Siendo “El señor de los anillos: Los anillos del poder” (2022-) y “La casa del dragón” (2022-) los títulos más populares. Quizás porque el blockbuster contemporáneo está prácticamente monopolizado por los superhéroes, el género no ha prosperado tanto en el cine como en la televisión. Quizás en busca de encontrar un nuevo hilo del que tirar, Paramount Pictures reúne a John Francis Daley y a Jonathan M. Goldstein para dirigir ésta “Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones”. La premisa es la que sigue.

Edgin Darvis (Chris Pine) es un bardo en busca de una antigua reliquia. Para encontrarla reunirá a un grupo de lo más variopinto formado por la bárbara Holga Kilgore (Michelle Rodriguez), un mago llamado Simon Aumar (Justice Smith) y la druida Doric (Sophie Lillis). En el camino irán pasando por castillos, paisajes de ensueño, aldeas y, por supuesto, mazmorras; hasta lograr su objetivo. En su periplo, cruzarán caminos con el pícaro Forge Fitzwilliam (Hugh Grant) y el paladín Xenk Yendar (Regé-Jean Page).

Fotograma de Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones
Fotograma de Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones

Los másteres de la partida

El mundo de “Dungeons & Dragons” nace en la década de los 70 con un juego de rol, todavía en apogeo a día de hoy. Se presenta en él un mundo fantástico donde la aventura, la magia y las criaturas fantásticas están a la orden del día. Desde su nacimiento, se han producido varios proyectos audiovisuales que han explorado su universo. Como la serie de animación ochentera titulada simplemente “Dragones y mazmorras” (1983-1986), o un primer intento cinematográfico en la (¿fallida?) “Dragones y mazmorras” (Courtney Solomon, 2000), a la que le seguirían diversos largometrajes estrenados directamente en televisión o formato doméstico.

Este nuevo intento reúne a un dúo de creadores -Daley y Goldstein- con experiencia previa en proyectos de tono más bien ligero. Ambos colaborarían en comedias tan divertidas como “Cómo acabar con tu jefe” (Seth Gordon, 2011) o “Noche de juegos” (Daley & Goldstein, 2019); pero también en otras producciones más espantosas como “Spider-Man: Homecoming” (Jon Watts, 2017). Para “Honor entre ladrones” la pareja acude a su afición hacia el juego de rol original para presentar este peculiar universo, desarrollar una historia coherente con las reglas de juego de su lore, e introducir a un grupo de personajes que hagan honor a las distintas razas y clases del juego.

Tal como son las cosas, probablemente por ese conocimiento previo del material original han conseguido todo cuanto se plantearon de un modo bastante loable.

Simon Aumar (Justice Smith), Edgin Darvis (Chris Pine), Doric (Sophie Lillis) y Holga Kilgore (Michelle Rodriguez)
Simon Aumar (Justice Smith), Edgin Darvis (Chris Pine), Doric (Sophie Lillis) y Holga Kilgore (Michelle Rodriguez)

El club de los perdedores

Bien es cierto que la premisa principal toca todos los puntos de la estructura convencional de cualquier heist movie. Presentación de los personajes principales, aparición del conflicto principal, proceso de reclutamiento y, finalmente, la ejecución del plan. Con toda la diversidad de giros, algunos más esperables que otros, que se pueda esperar. En este aspecto, el desarrollo de la narración no sorprende. Peor aún, cuenta con soluciones y motivaciones fáciles para poder ir pasando de situación a situación hasta llegar al tercer acto. Tampoco hay mucha sensación de causalidad, pues la narración encadena diversas aventurillas distintas con su propia razón de ser. Donde el trabajo del dúo de directores brilla, y por lo que la película realmente sobresale, es en saber dar a cada personaje una voz propia que convierta a cada uno de ellos en una pieza única y difícilmente intercambiable.

En este aspecto resulta también muy acertado el elenco de actores escogido. Quizás debido a la antigüedad del material original, el dúo de directores decide apelar a distintos tipos de targets para abarcar distintas generaciones de jugadores. Así, tenemos por una parte a los personajes interpretados por Chris Pine y Michelle Williams. El primero otorga a su personaje el carisma y elegancia que pide, y Williams brilla en un papel que parece hecho a su medida. En la inexpresividad que se decide dar a un bárbaro, la actriz sobresale en el timing de los gags pero también en los momentos más tiernos del personaje.

«La gran sorpresa de ‘Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones‘ viene al encontrar una propuesta cuyas grandes virtudes no pasan tanto por la traslación de ese universo a la gran pantalla, si no en su sano tono de comedia familiar y su aproximación hacia los personajes.»

Por otra parte, Sophie Lillis y Justice Smith dan vida a unos personajes de perfil puramente adolescentes. Se remite tanto al perfil de los propios actores, como a los conflictos personales a los que se enfrentan. Aunque su papel en la historia es de soporte, se nota una cierta carencia de magnetismo que sí tiene el resto del reparto. Para redondear el plantel de actores, Grant tiene un papel de pícaro vivaracho. De nuevo, Forge parece estar escrito pensado para él. Page, por su parte, imprime elegancia a su paladín. De carácter regio y de moralidad recta, y quizás también un poco de autoparodia, el actor londinense sale con éxito de un personaje que, por tener, no tiene ni un ápice de maldad.

Hugh Grant es Forge Fitzwilliam
Hugh Grant es Forge Fitzwilliam

Una propuesta para toda la familia

A colación de ello, resulta importante destacar la decisión de contar en el elenco con nombres como los de Pine, Rodriguez y Grant. No es ningún secreto que gran parte de las películas populares actuales están hechas a medida para el target principal de espectadores en las salas: los adolescentes. No tiene tanto que ver con el rango de edad de los actores de esas producciones, si no con el tono general de las propuestas, el comportamiento de los personajes y el desarrollo de los conflictos. Quizás nada lo ejemplifica mejor que el cine de superhéroes estrenado durante la última década.

Ese trío de intérpretes sirve seguramente a modo de avatar para aquellos espectadores más creciditos. Con la inclusión de este tipo de personajes se muestra además la seriedad y respeto con el que los responsables de “Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones” toman el material que tienen entre manos. A manos de otros, o de haberlo dejado simplemente a la suerte de unos personajes más jóvenes en su totalidad, algunos de los momentos más tiernos y dramáticos de la historia probablemente hubieran caído en el terreno de la autoparodia o de la parodia involuntaria.

Ello confirma la película como una rara avis en el cine comercial moderno: un entretenimiento que podrán disfrutar tanto adultos como niños. Tanto padres como hijos. En fin, una película para toda la familia. Muy afín además con el resto de proyectos de Daley y Goldstein.

Imagen de Xenk Yendar (Regé-Jean Page)
Imagen de Xenk Yendar (Regé-Jean Page)

Entretenimiento en mayúsculas

La gran sorpresa de “Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones” viene al encontrar una propuesta cuyas grandes virtudes no pasan tanto por la traslación de ese universo a la gran pantalla, si no en su sano tono de comedia familiar y su aproximación hacia los personajes. Se construyen unos personajes enteros y próximos, y se sabe desarrollar unas interacciones que en ningún momento parecen forzadas. Esta combinación de factores configura un corazón latente vital para la propuesta, y que pasan por encima de unas más que flagrantes carencias de guion.

Si a todo ello unimos un gusto sorprendentemente bueno en la puesta en escena, una fotografía de Barry Peterson viva y colorida, y el uso de lo que parecen ser maquetas, construcciones reales y efectos prácticos (aunque hoy en día hay veces que incluso el CGI puede parecer real); queda un entretenimiento redondo. Uno que deja con ganas de ver una secuela para seguir viendo desarrollado el universo presentado, y para terminar de pulir aquellos puntos de la historia que no terminan de girar con la misma suavidad que el resto de sus engranajes.

Recomendable.