Saltar al contenido

Spiderman: Homecoming (Jon Watts, 2017)

07/09/2017
Spiderman: Homecoming imagen destacada

El precio de la «fórmula Marvel»

Hay algo que huele a podrido en Marvel Studios. Se debe aplaudir su iniciativa sin precedentes de establecer un universo conjunto formado por más de una docena de películas en las que se han ido presentando universos muy particulares, convergiendo posteriormente en títulos como “Los Vengadores” (2012) o “Vengadores: La era de Ultrón” (2015) de Joss Whedon. Tal ha sido su éxito que Hollywood no ha tardado en tomar nota para afranquiciar todo lo afranquiciable, con especial énfasis, como no podía ser de otro modo, en el cine de superhéroes de la competencia, véase Warner Bros con sus propiedades de DC Comics o la Fox con los mutantes.

Sin embargo, es caro el precio pagado por Marvel para sacar adelante semejante plan de producción, un peaje por el que ha tenido que pasar, quizás, para asegurarse unas arcas llenas del dinero del público con los que posteriormente producir los pesos pesados entre sus producciones, que son las ya comentadas entregas de los Vengadores –cuatro si tenemos en cuenta “Vengadores: Infinity War” y su secuela con fechas marcadas respectivamente para Mayo del 2018 y del 2019.

Por mucho que las propiedades pasen por manos de distintos directores, el cine de Marvel tiene una serie de características comunes que son ya signos de la casa: un tono desenfadado, chascarrillos a tutiplén y un ritmo ligero con el que la película entra tan bien como un bote de palomitas. Son señas identidad más acentuadas en algunas producciones, como en “Doctor Extraño” (Scott Derrickson, 2016), que en otras –“Capitán América: El soldado de invierno” (Hermanos Russo, 2014)-. Aunque las películas pasen por las manos de distintos guionistas, muchas de ellas parecen partir del mismo guion, y cuando se salen de la línea tienden a trastabillar sin pulso.

Tom Holland en Spiderman: Homecoming
Tom Holland es Peter Parker

¿Colaboración de ensueño?

Spider-Man: Homecoming” cuenta con la particularidad de estar producida en colaboración con Sony Pictures, quienes poseen los derechos cinematográficos sobre el personaje. Sin embargo, hay una clara intención de abrazar todo ese modo de hacer para cuajarla con el resto de películas hermanas. Existe, además, la voluntad de ofrecer una perspectiva fresca a un personaje que en estos últimos 15 años ya ha vivido hasta tres iteraciones distintas, poniendo ahora un mayor énfasis en la vida colegial de Peter Parker, dándole unos conflictos humanos más propicios a su temprana edad, y aumentado el tono cómico del personaje. Para plasmar todas esas ideas a la gran pantalla se contrató a Jon Watts, un director con una corta, aunque sólida trayectoria en su haber.

La historia arranca poco después de lo visto en “Capitán América: Civil War”, con un Peter Parker (Tom Holland) claramente extasiado tras haber formado parte de una portentosa misión junto a los Vengadores, experiencia que será la raíz de una obsesión poco sana de querer satisfacer a Tony Stark (Robert Downey Jr) para poder volver a ayudarle en sus escaramuzas. Ello supondrá un golpe a su vida cotidiana cuando vea fallar sus notas del colegio y no pueda llevar una simple vida normal.

La (falta de) dirección

Jon Watts es un director que viene de dirigir dos proyectos tan distintos entre si como de un blockbuster de esta magnitud como son “Clown” (2014) y “Coche policial” (2016), películas donde se puede apreciar la aptitud para crear una atmósfera apropiada para cada historia y una buena mano para con sus actores, especialmente en la segunda con un Kevin Bacon espeluznante y un dúo de actores jóvenes a los que Watts saca lo mejor de ellos.

En «Spiderman: Homecoming,» Watts deja de lado cualquier atisbo de creación de un tono propio donde revolcarse a favor del desenfado marcado por Marvel/Sony, quienes parecen obsesionados en bombardearnos con gags, y su puesta en escena queda reducida a su mínima exponencial al limitarse a rellenar lo que pone en el guion. Al menos se le nota diestro dirigiendo a Michael Keaton como villano, pero no se puede decir lo mismo de Holland como héroe, aunque más por el pobre guion que por el actor.

Michael Keaton en Spiderman: Homecoming
Michael Keaton en Spiderman: Homecoming

El Peter Parker que debería haber sido

Es muy acertado presentarnos a un Peter Parker adolescente al poder ofrecer de este modo un punto de vista diferente y refrescante tanto en un género que parece encallado en ofrecer personajes parecidos en situaciones también parecidas, como dentro del propio universo de Marvel ya que supone un contrapunto interesante al del resto de sus personajes. Pero en su cometido de escribir a un personaje adolescente, confunden la inmadurez propia de su edad con lo aniñado.

En «Spiderman: Homecoming» se confunde el hecho de ser un niño con ser simplemente un niñato. Esos matices terminan generando un personaje a veces insoportable que no saca provecho ni del mundo creado para él ni del talento y carisma de un Tom Holland perfecto para el papel. Sí lo hace, por desgracia, para potenciar los elementos graciosos del personaje, aunque se excedan hasta resultar cargante.

El guión (ausente)

Tampoco salen muy bien parados muchos de los otros personajes que habitan «Spiderman: Homecoming«, entre ellos, tía May, personaje florero en más de un sentido; o sus compañeros de escuela –o comparsas cómicos-, quienes gravitan entorno a Parker como si dedicarle toda su atención fuera su sino. Al menos tenemos a un villano interesante (solucionando uno de los mayores problemas en el cine de Marvel Studios, que son los villanos pobres) en esta versión de Adrian Toomes/El buitre interpretada por un escalofriante Michael Keaton, capaz de intimidar con simples inflexiones de voz o posición corporal. En otra periferia esta Tony Stark, un guest star de lujo tanto más, muy a pesar de todo, por su rol de mentor del protagonista que por su condición de estrella del rock que transpiran tanto el personaje como el actor.

Todo esto podría ser perdonable si «Spiderman: Homecoming» tuviera, al menos, un guion con un poco de cara y pies. Drama, conflicto, crecimiento de personaje… Son ideas que existen en la película a modo de esbozo, pero se pierden debido a una (des)estructura capitular que no va a ningún sitio, o a favor de la broma fácil, menoscabando los pocos momentos tensos o dramáticos de la película. Estos se pueden contar con una mano sin problemas, y cuando llegan, o bien se lo ventilan en, aproximadamente, un minuto, o llega tan tarde que no hay tiempo de desarrollar sus consecuencias. O simplemente sueltan un chascarrillo para arreglarlo todo, porque por si no ha quedado claro, la película está repleta de gags.

Spiderman
Spiderman

Gags para aburrir

Esa se podría considerar la gran razón de ser de «Spideman: Homecoming«. Incluso uno puede pensar que esa inmisericorde sucesión de bromas casi convierte la película en toda una oda al chascarrillo gratuito, y lo único que le hace un poco de sombra es la cantidad de veces que nos recuerdan lo fantástico y alucinante que es ser Spiderman.

O simplemente sueltan un chascarrillo para arreglarlo todo, porque por si no ha quedado claro, la película está repleta de gags. Esta se podría considerar la gran razón de ser de toda la película. Incluso uno puede pensar que esa inmisericorde sucesión de bromas casi convierte la película en toda una oda al chascarrillo gratuito, y lo único que le hace un poco de sombra es la cantidad de veces que nos recuerdan lo fantástico y alucinante que es ser Spiderman.

Lo mejor es que después de más de dos horas de metraje y 4.368.527 bromas, Marvel sigue fiel a sus costumbres, obedece a aquello de guardarse lo mejor para el final, y tenemos el mejor gag durante los créditos, cuando vemos que en esta película han pasado hasta seis guionistas.

Alarmante, pero es entonces cuando todo cobra sentido.

Robert Downey Jr es Tony Stark
Robert Downey Jr es Tony Stark / Iron Man

En resumen…

Se puede hacer una larga lista de todas las cosas en las que “Spiderman: Homecoming” falla, tanto en lo que sucede dentro de la película, como en cosas prometidas por sus responsables (aunque para que escuchar declaraciones fruto seguramente del departamento de márqueting, ¿no?), como adaptación del comic, o de la dudosa moralidad de la película considerando que será vista por millones de críos. Lo único que la separa de la nota más baja es que simplemente no aburre, pero como apuntamos más arriba, ya lo hace más por inercia de repetir unas constantes que por alguna virtud propia de la película.