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El bueno el feo y el malo (Sergio Leone, 1966)

30/01/2015
El bueno, el feo y el malo imagen destacada

Una odisea en América

Es mejor dejarlo claro desde el principio. «El bueno, el feo y el malo» es una obra maestra y un referente indiscutible del género. Más que esto, toda ella es historia del cine, sin más. En «Por un puñado de dólares» (1964) el director Sergio Leone marcó un antes y después en el modo de retratar la vida en el viejo oeste. Además, dio pie a que se empezaran a respetar los westerns producidos fuera de los Estados Unidos. En su condición de retrato histórico de un país, se miraba por encima del hombro cualquier aproximación al género realizado fuera de sus fronteras. Posteriormente, el director italiano repetiría la jugada y refinaría un estilo a día de hoy característico con «La muerte tenía un precio» (1965).

«El bueno, el feo y el malo» se coronaría por todo lo alto en la que se considera un tríptico que gira alrededor de la figura mística de Clint Eastwood. Ese misterioso cowboy, unas veces justiciero, otras mercenario; desconocido por todos aquellos que lo conocen, pero que, sin ni tan solo buscarlo, deja profunda huella a todos aquellos que pasan por su camino. En «El bueno, el feo y el malo«, se sigue a los tres personajes del título. Respectivamente, Blondie (Clint Eastwood), Tucco (Eli Wallach) y Angel Eyes (Lee Van Cleef). Son tres individuos que emprenden en una odisea a lo largo de una Norte América devastada por la Guerra Civil para desenterrar un cuantioso tesoro escondido.

Clint Eastwood es Blondie
El bueno, el feo y el malo, de Sergio Leone

Cine en estado puro

Las salas de cine fueron concebidas para proyectar películas en pantallas gigantes. Sin embargo, no son muchas las que aprovechan los planos para la minuciosidad que eso conlleva. Leone planifica y ejecuta buscando la maestría, y aunque sería en “Hasta que llegó su hora” (1968) donde alcanzaría su máxima perfección, en «El bueno, el feo y el malo» ya deja testimonio de porque a día de hoy se le considera uno de los más grandes del cine. En sus planos hay un perfecto equilibrio entre los elementos en juego con el tempo pausado de la narración. El director busca que el espectador se pierda en los paisajes que retrata. Busca que uno se sienta amenazado por los primeros planos de unos personajes tan despiadados que podrían asesinar con la mirada.

Hay un esteticismo marcado en su cine. Aunque bien es cierto que se le podría etiquetar de gratuito en su exceso, lo cierto es que no es difícil caer rendido ante la magnificencia de la técnica ejercida aquí por Leone. Tal como comentábamos en «Por un puñado de dólares«, ese uso de las imágenes sirve para contarte algo. Ya sea la pobreza o tristeza reflejada en los rostros de pueblerinos, o la destrucción sin tregua de una Guerra Civil que, como cualquier otra, no tiene justificación alguna ante la matanza descarnada de personas inocentes.

Lee Van Cleef es Angel Eyes
El bueno, el feo y el malo, de Sergio Leone

No es país para héroes

En «El bueno, el feo y el malo » tenemos un película sucia, poblada por personajes perversos y alejada del romanticismo del western americano. Aunque el título hace referencia a un bueno (Eastwood), un feo (Wallach) y un malo (Cleef), en esta historia hay más lugar para villanos que para héroes. Durante las casi tres horas de duración vemos como ese trío protagonista cruza fronteras, trincheras e hileras de soldados americanos movidos solamente por su sentido de la avaricia.

Poco les importa los acontecimientos trascendentales que ven en frente de sus ojos, su único combustible es poder encontrar el tesoro antes que los demás, como si se trataran de tres dioses por encima de los problemas mundanos de los seres humanos. Es solo al final que Blondie muestra un poco de humanidad con su trato hacia los soldados o perdonándole la vida a Tucco, erigiéndose así como el “bueno” al que hace referencia el título.

Cast & Crew de El bueno, el feo y el malo

Visualmente, la fotografía apuesta por un aspecto visual igualmente sucio, con un grano que más que restar suma a la totalidad de la película. Abarca unos parajes inmensos y perfectamente retratados que poco tiene que envidiar a las superproducciones de Hollywood de la época, a pesar del limitado presupuesto del que dispuso Leone. El director juega mucho con los silencios y las miradas, y en este punto resulta muy importante el excelente trabajo de casting. Esta documentado que Leone miraba hasta el dedillo los secundarios que pueblan sus películas, y tenemos ejemplos cómo los cowboys/forajidos de mirada asesina o los buenazos/tontos, que sobresalen más por sus semblantes que por sus actuaciones.

Imagen de El bueno, el feo y el malo
El bueno, el feo y el malo, de Sergio Leone

Los personajes de Eastwood y Cleef no tienen ningún fondo dramático (ni lo necesitan) y sus interpretaciones tampoco son merecedoras de elogios. Nos encontramos en un caso en el que sus simples presencias físicas y miradas hablan por si solas. Hacen que sus personajes sean irrepetibles y no se puedan concebir con diferentes actores. Cosa distinta sucede en el caso de Eli Wallach: es el personaje más humano del trio principal y tiene la mejor interpretación. Da rienda suelta a todas sus habilidades como actor para ofrecer algo diferente en cada plano en el que sale. Él es el “feo” que da nombre a la película y, a pesar de ser un personaje desagradable, al final se hace difícil odiarle.

Se presentan perfectamente a los tres personajes al principio de la película para dejar claro que papel cumple cada uno, y durante más de dos horas les vemos relacionarse entre ellos llegando a un final apoteósico en el que solo uno saldrá victorioso.

Ennio Morricone y la música de El bueno, el feo y el malo

En la memoria quedan escenas como la tortura de Tucco, el tiroteo en la ciudad abandonada, toda la secuencia en el puente (“I had never seen so many people wasted so badly”, dice el personaje de Eastwood), éste dándole su cigarro a un soldado moribundo de la Unión, o el susodicho final. Esta escena concretamente podrá ser analizada hasta la saciedad, pero es solo tras haber vivido las más de dos horas de metraje que consigue además un nivel dramático que te mantiene fijo en el asiento. Pocos clímax son tan potentes como el de «El bueno, el feo y el malo«.

Eli Wallach es Tucco
El bueno, el feo y el malo, de Sergio Leone

Cabe destacar también la mitiquísima banda sonora de Ennio Morricone. Todo el mundo habrá escuchado, aun sin saber donde se originó, el tema principal imitando el aullido de un coyote, pero son también temas como “The story of a soldier”, “The Trio” o “Ecstasy of Gold” las que convierten este trabajo en la mejor composición de Morricone.

En el olimpo del cine

No son pocas las veces que se ha considerado «El bueno, el feo y el malo» como uno de los títulos más influyentes del cine. El propio Quentin Tarantino la ha considerado en más de una ocasión como una de sus películas preferidas y todo un monumento al cine. Sus personajes son memorables, la música forma parte de la cultura popular y tiene imágenes para la posteridad. Además, contiene múltiples escenas que han calado muy fuerte.

Con sus westernsLeone creó todo un modo de hacer que ahora se intenta imitar por pura nostalgia. Nos encontramos ante un cine en el que se reconcilia el espectáculo con el autor. Un cine que hace honor al mismo formato audiovisual. Un cine que hace honor al mismo arte. Cine en su estado más puro. En fin, cine.