Subiendo las apuestas
Poco se puede decir ya del impacto cultural provocado por “La guerra de las galaxias” (George Lucas, 1977). Uno de los máximos exponentes del cambio de paradigma hollywoodense hacia una industria más enfocada al ocio y entretenimiento, en lo que ahora conocemos como blockbuster; además inició un imperio cultural cuyo fin cuesta vislumbrar a día de hoy. Sin embargo, antes de todo ese bagaje, la película generó dos secuelas, la primera de ellas la ahora famosa “El imperio contraataca”. Una segunda parte encarrilada a mejorar los éxitos de su predecesora, y a perfilar todavía más el universo y personajes presentados.
En la película, la Alianza Rebelde se encuentra en su momento más adverso. Un Imperio Galáctico cada vez más implacable persigue incansablemente sus bases secretas para exterminarlos de una vez por todas. Instalados en esta ocasión en el planeta nevado de Hoth, Leia Organa (Carrie Fisher), Luke Skywalker (Mark Hamill), Han Solo (Harrison Ford) y Chewbacca (Peter Mayhew), junto con parte de la Alianza, tendrán que huir una vez más de las garras de los imperiales liderados por Darth Vader. Sin embargo, cada uno de ellos tiene su propia agenda, y pronto se separarán en caminos distintos. Luke viajará al planeta Dagobah en busca de un misterioso maestro Jedi llamado Yoda para profundizar en sus estudios sobre la Fuerza, mientras que Han irá a saldar su deuda con el lord del Crimen Jabba el Hutt.
Un universo rico
Dirigida por Irvin Kershner, “El Imperio contraataca” es una película que bebe de lo mejor del cine de aventuras, la fantasía medieval y la cultura oriental; y lo baña con una carga dramática y un aire general fatalista que se va incrementando a medida que avanza la narración. Es el factor principal que convierte la película en una obra de culto, cuyos logros no son fáciles de conseguir.
Sus éxitos quizás residen en el tríptico de creadores formado por el director, el guionista Lawrence Kasdan (quien también escribió el guión de “En busca del arca perdida” (Steven Spielberg, 1981), curiosamente también de las mejores películas de su género) y, por supuesto, George Lucas en su función de productor ejecutivo (función que también ejercería en el mencionado film de Spielberg). Kershner es un director de corte clasicista que da a la película un aspecto técnico visual muy sólido. Goza de una planificación redonda, una puesta en escena efectiva, y una dirección de actores admirable que solventa problemas de coreografías como si se tratara de juegos de niños.
Sombras y luces
En “El imperio contraataca” hay una apuesta por una imagen fría y lúgubre. El director de fotografía Peter Suschitzky juega con las luces y las sombras, los colores azules y rojizos, en un claro simbolismo del bien y del mal en la forma del héroe y villano principales: Luke Skywalker y Darth Vader. Estas ideas alcanzan su cénit en un clímax final tan intenso como memorable, que no hacen más que acentuar el giro de lo onírico a lo pesadillesco del emplazamiento donde tiene lugar la secuencia. Una donde se encabalgan varios giros argumentales que terminan socavando el estado de ánimo del espectador.
Lucas, por su parte, aporta todo su universo interno para expandir un mundo rico en vida y creatividad, base en la actualidad de centenares de historias en forma de novelas, cómics o videojuegos. Es, en definitiva, un universo único y especial. Hecho que eleva la película a la cumbre del género fantástico.
Lawrence Kasdan escribe El Imperio contraataca
Por encima de todo ello, lo más destacable de “El imperio contraataca” es la tercera pieza del puzle. El guión redondo de Kasdan a partir de un primer borrador de Leigh Brackett, quien falleció antes de terminar el trabajo. Con él, la película alcanza una madurez en la franquicia presente también únicamente en “Star Wars: Los últimos jedi” (Rian Johnson, 2017). Se trata de un guión lleno de giros, engaños. Uno donde nada es lo que parece a primera vista, y donde se vulnerabiliza a los héroes en modos desoladores. Los personajes toman las riendas de la situación tan bien como pueden considerando su situación desesperada. Sin embargo, pese a sus esfuerzos, sus acciones tendrán consecuencias que repercutirán sobre ellos.
La narración de “El Imperio contraataca” está dividida en dos líneas argumentales. Una sigue a Luke Skywalker, protagonista dramático de la historia; y otra a Han Solo en su periplo personal. Ambas tienen un buen desarrollo. Tras un espectacular inicio donde brillan unos efectos especiales, en su día, portentosos e innovadores; la narración toma un tono más pausado para centrarse en los personajes. Además, se toma su tiempo para desarrollar el concepto de la “Fuerza” presentada en la película anterior.
«‘El Imperio contraataca‘ es un ejemplo de que las segundas partes pueden ser mejores. Al fin y al cabo, se superan todos los logros conseguidos en ‘La guerra de las galaxias‘ y se arreglan sus deficiencias, sobretodo las de nivel de dirección»
Durante las sesiones de entrenamiento de Luke bajo el manto de Yoda, se nos explican las maravillas de la Fuerza con una precisión que, por primera vez, hace creer en la posibilidad de su existencia. Se convierte ese campo de energía de algo puramente fantástico a algo trascendental al abasto de todo el mundo. Una energía casi tangible que, si se esfuerza en creer en ello, se puede llegar a sentirlo a nuestro alrededor. Es una oda al poder de la imaginación. Entre los excelentes diálogos, interpretaciones y la emotiva partitura de John Williams, todas las escenas en Dagobah se elevan entre las mejores de la película –y, seguramente, de toda la franquicia-.
Los personajes de El imperio contraataca
Aunque Luke es el personaje principal de la película, Han Solo y Darth Vader se erigen como las verdaderas estrellas de la función. Harrison Ford se siente físicamente seguro en el personaje. La excelente caracterización por parte de Kasdan no hace más que redondear un personaje clave en toda la franquicia… Y del género, fantástico o de ciencia ficción. Es un personaje, socarrón y desvergonzado, pero preocupado por los suyos. Un personaje con presencia de antihéroe, cuyas acciones lo destapan como héroe. Por otra parte, Vader ejerce aquí ya como villano principal de la historia.
Con la fisicidad bajo el traje de David Prowse, y la potente voz de James Earl Jones, lo convierten en una presencia completamente inquietante. Su brillantez mental le otorga un aire omnisciente cuya magnitud parece alcanzar los confines más lejanos de la galaxia cuando se asoma por uno de los ventanales de su Destructor Estelar. Es un villano ya hecho al inicio de la narración, sin mayores fracturas; implacable y que no conoce el perdón. Al responder únicamente a una única autoridad superior, apenas atisbada unos segundos de un modo muy siniestro; le permite convertirse en juez, jurado y verdugo de todo cuanto acontezca a su alrededor.
El resto del reparto es igual de memorable en sus personajes. Todos tienen frases (o gruñidos) y momentos destacables. Incluso Lando Calrissian (Billy Dee Williams), la incorporación más destacable de la película. Un personaje todavía más pícaro que Han, aunque más por labia que por fisicidad.
Redondeando la propuesta
El conjunto de departamentos elevan sus cargos a unos niveles por aquel entonces nunca vistos. Ralph McQuarrie vuelve a asombrar con unos diseños visionarios. Los efectos especiales están a un nivel que a día de hoy supera lo visto en producciones más actuales. Por otra parte, se amplía el abanico de efectos de sonido, siendo los más destacables los descriptivos pitidos de R2D2 y los también variados gruñidos de Chewbacca. Por su parte, John Williams compone la banda sonora más memorable de toda la franquicia.
“The Imperial March” es conocida allá donde vaya. Destacan también otros como el de “The Battle of Hoth”, con unos tonos muy mecanizados; la poética “The Asteroid Field”, que permite sentir lo maravilloso y profundo del espacio. “Yoda’s Theme”, es mágico, entrañable, fascinante… Con este trabajo Williams brilla por creatividad y profundidad musical. Consigue una de las mejores composiciones musicales de la historia del cine.
Cuando las segundas partes son mejores
En resumen, “El Imperio contraataca” es un ejemplo de que las segundas partes pueden ser mejores. Al fin y al cabo, se superan todos los logros conseguidos en “La guerra de las galaxias” y se arreglan sus deficiencias, sobretodo las de nivel de dirección. Se trata de una película redonda, cuyo único inconveniente es no terminar la historia empezada.
Ello sucedería tres años más tarde con “El retorno del Jedi”, bajo la dirección de Richard Marquand y con unos resultados menos satisfactorios. Sin embargo, eso no empaña un resultado final simplemente inmejorable que eleva la película como un título imprescindible, inolvidable y maravilloso.