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Harry Potter y la cámara secreta (Chris Columbus, 2002)

08/02/2019
Crítica de Harry Potter y la cámara secreta imagen destacada

Nadie en Warner Bros ponía en duda que “Harry Potter y la piedra filosofal” sería un gran éxito comercial cuando se fuera a estrenar en fechas navideñas del año 2001. Es por ello que cuando decidieron adaptar la serie de novelas escritas por J.K. Rowling no se plantearon únicamente la realización de una película, sino la traslación de las siete novelas que conforma la colección original, la segunda de las cuales llega ahora en «Harry Potter y la cámara secreta«.

De este modo, cuando pusieron en marcha la producción de la primera entrega se aseguraron de poder contar con la mayor parte del mismo equipo artístico y técnico para la primera secuela. La intención era rodarlas una detrás de otra. Con poco margen de descanso, para estrenarlas en dos años consecutivos y procurar que los jóvenes protagonistas no crecieran en exceso entre película y película. Por tanto, “Harry Potter y la cámara secreta” vuelve a contar con la dirección de Chris Columbus y un guion firmado por Steve Kloves.

Hermione, Ron y Harry
Hermione, Ron y Harry

Regreso a Hogwarts

Cuando arranca la narración, Harry ha estado todo el verano aguantando a sus tíos y primo. Cuenta los días hasta poder volver a entrar a su añorado colegio de Hogwarts para seguir su formación en magia y hechicería, pese a no haber recibido noticias de sus amigos. Sin embargo, la advertencia de un duende enjuto llamado Dobby (voz de Toby Jones) sobre un peligro inefable latente en el propio corazón de la escuela pondrá en entredicho el regreso al lugar que el joven mago considera su verdadero hogar.

Harry Potter y la cámara secreta” es una película que sufre de las virtudes y problemas del ambicioso plan de producción de rodar dos secuelas consecutivas, en una Hollywood a las puertas de entrar de lleno en esta misma moda de rodar varias películas a la vez. Al repetir el mismo equipo creativo, y basarse mayoritariamente en conceptos ya establecidos en la película previa, es innegable dudar el encanto que transpira el mundo mágico salido de la mente de Rowling. Ello está trasladado a la gran pantalla magníficamente por el diseñador de producción Stuart Craig y el director de fotografía Roger Pratt, quien para esta ocasión se sirve de una tonalidad un tanto más oscura que no tapa en ningún caso el trabajo de Craig ni la integración de los efectos especiales, de un acabado más trabajado que en “Harry Potter y la piedra filosofal”.

Kenneth Branagh en Harry Potter y la cámara secreta
Kenneth Branagh en Harry Potter y la cámara secreta

Heredando virtudes

Además, la película cuenta también con gran parte del mismo reparto de lujo. A grandes nombres como Richard Harris, repitiendo por última vez -pues fallecería después de terminar el rodaje- como Albus Dumbledore, la gran figura paterna, sabia, compasiva y eternamente grácil; Robbie Coltrane como el bondadoso gigante Rubeus Hagrid; o Alan Rickman en su inmejorable Severus Snape, se unen ahora dos nombres de gran categoría: Jason Isaacs y Kenneth Branagh. Interpretan respectivamente a Lucius Malfoy, un mago de mentalidad discriminatoria, y Gilderoy Lockhart, un mago famoso por sus múltiples hazañas, adaptadas a libros de gran éxito en el mundo mágico.

Como no puede ser de otro modo, no se puede ignorar la música original cuando ha sido creada por el maestro John Williams. Contando con una curiosa colaboración con William Ross, se reutilizan temas musicales presentados en la primera película, y añade al catálogo musical de Harry Potter temas memorables como “Fawkes the Phoenix”, “Chamber of Secrets”, “Gilderoy Lockhart” o “Dobby the House Elf”, cada uno con personalidad propia para definir el elemento en cuestión. A destacar también los temas titulados “The Spiders”, tema dinámico con ecos de sus partituras para Indiana Jones, y “Reunion of Friends” quizás el arreglo musical más emotivo de toda la película.

Los profesores de Hogwarts
Los profesores de Hogwarts

Sombras de un mundo mágico

Como ya hemos avanzado, el paso del tiempo ha confirmado aquella promesa hecha hace ya casi dos décadas de que las películas irían adquiriendo un tono más oscuro conforme los personajes se iban haciendo mayores. Esta idea tendría un importante punto de inflexión en la tercera entrega, “Harry Potter y el prisionero de Azkaban”, que llegaría durante el año 2004. Este cambio se manifiesta aquí en diversos aspectos. Aunque seguimos estando en un mundo colorido, la inocencia de su predecesora empieza a desquebrajarse. Nos muestran las partes más oscuras de lo que ya conocíamos, la acción contiene bastantes más elementos terroríficos, hay imágenes sugerentes de cosas espeluznantes, y un tercer acto de un despliegue artístico que sigue siendo de lo mejor de toda la franquicia.

A parte, juega bastante con la idea de cuestionar pilares fundamentales que se tenían como definitivos, manchando de gris el blanco absoluto de la más pura inocencia, y mostrando que no todo es tal como parece a primera vista. ¿Sigue siendo Hogwarts un sitio seguro? ¿Es Dumbledore el director de escuela responsable que creíamos? ¿Tiene Hagrid un pasado bañado en sangre? ¿Es Lockhart el valeroso caballero que se vende en sus libros? ¿De verdad son importantes los estratos sociales en un mundo maravillosamente mágico? Son preguntas tocadas a grandes brochazos, con poca profundización, pero que la narración lanza al espectador y hacen dudar al trío protagonista en su inescapable viaje de crecimiento personal.

Segunda parte inferior

¿Considerando todo lo expuesto, exactamente donde está el problema con la película? Si en “Harry Potter y la piedra filosofal” se pecaba de un exceso de fidelidad con el texto original, aquí éste problema se agrava. Se alarga la narración más de lo necesario, cayendo de este modo en problemas de ritmo que perjudican el interés hacia el misterio principal de la historia. La película dura casi tres horas. Es un metraje harto excesivo, y no termina de encontrar el buen equilibrio de personajes de su predecesora, haciendo entrar a algunos de ellos más por cumplir algún tipo de cuota de presencia en pantalla, que porque realmente sea necesaria su participación en la película.

Dobby en Harry Potter y la cámara secreta
Dobby en Harry Potter y la cámara secreta

Además de eso, la historia contiene severos agujeros de lógica –culpa quizás del texto original, por otra parte- y no termina de justificar lo suficiente las motivaciones de algunos personajes, quienes parecen estar ahí solamente para ayudar a Harry en sus problemas o para recitar monólogos de exposición. En muchos aspectos la película se siente como un remake de la película anterior. Se repite estructura, misterio, y algunas redundancias que funcionan poco en la película como unidad independiente, y nada puesta a continuación de la primera entrega.

Con todo, “Harry Potter y la cámara secreta” se trata de una secuela de lo más entrañable. Su mayor pecado es tener una duración excesiva que no le beneficia en ningún aspecto. Y ello dificulta su propósito máximo de ofrecer un entretenimiento familiar de puro espíritu Amblin.