Cine meta en estado puro
Cine meta en estado puro. Michael Keaton está acertadísimo en un papel que bien podría estar basado en él mismo. Riggan es un actor venido a menos que en su día fue popular gracias a su interpretación del superhéroe Birdman. Sin embargo, cayó en el olvido tras dejarlo y no saber superar sus propias limitaciones como actor. Keaton fue Batman en las dos entregas dirigidas por Tim Burton, y tras dejar el papel fue desapareciendo poco a poco del mundo del cine. Con esto se crea una crítica al cine actual, al estatus de estrella del cine en contraposición del de actor, e incluso se critica a la misma figura del crítico.
Alejandro G. Iñárritu apuesta por una narración a modo de falso plano secuencia para potenciar el estrés psicológico del protagonista, el caos entre bambalinas, la inmediatez del estreno de la obra de teatro que esta llevando a Riggan al borde de la locura y el mismo concepto de metacine. Se utiliza una puesta en escena teatral para narrar una historia que gira al torno de una obra de teatro.
Estilo de dirección
En este aspecto el uso de este recurso narrativo resulta muy adecuado. Su ejecución resulta brillante gracias a un director de fotografía tan bueno como Emmanuel Lubezki, quien crea una atmósfera agobiante y onírica según la necesidad del momento. La cámara se mueve con una apabullante naturalidad considerando que gran parte del metraje tiene lugar en los claustrofóbicos pasillos de los camerinos del teatro. Peca, por eso, de ciertos reencuadres forzados, y de un exceso de gran angular que no siempre funciona igual de bien, que distorsiona los encuadres de modo poco efectivo.
A parte de los méritos propios de planificar una película como esta, es en la dirección de actores donde Iñárritu brilla más. Están todos soberbios. Desde un Michael Keaton al que sus propias limitaciones como actor juegan a su favor, hasta una increíble Emma Stone que aguanta y sobresale por encima de actores más veteranos como Edward Norton, siendo ella la que ofrece la mejor interpretación de la película. Norton, por su parte, tiene el papel más cómico y cuando entra en escena te lo pasas muy bien viendo su profundo pasotismo e inmadurez. El resto de actores de «Birdman» cumplen perfectamente su papel, a destacar una Amy Ryan en un breve pero tierno papel.
Redondeando la idea de metacine, la banda sonora también se convierte en una pieza fundamental. Iñárritu apuesta por lo cómico convirtiendo lo extradiegético en diegético creando así puntos de humor cuando menos te lo esperas. Además resulta sorprendente la decisión de musicalizar las partituras a base de golpes de tambor.
Forma vs contenido
Es normal que cuando un director le coge el gusto a su propio estilo decida utilizarlo en todas sus películas independientemente de la historia, dando más importancia a la forma que al contenido. Los planos secuencia de «Birdman» son vistosos por la laboriosos que resultan. Sin embargo, ahora nos encontramos con un caso en el que la forma esta justificada por un contenido brillante, que, aunque da para muchas lecturas, es directa en su crítica social y artística a un mundo del espectáculo en el que es preferible tener millones de seguidores en el Twitter (¿será por cierto otro simbolismo de la película?) que ser bueno en su oficio.