El primer clásico
Blancanieves; la reina; el príncipe; los enanitos… todos ellos forman parte de nuestra vida y su historia es un claro ejemplo de cómo los buenos relatos nunca mueren. Los hermanos Grimm (Jacob y Wilhelm Grimm), que editaban en 1812 el primer tomo (le seguirían tres más) de los conocidos «Cuentos de hadas de los hermanos Grimm» (originalmente llamados Cuentos para la infancia y el hogar), son los artistas que dieron vida a Blancanieves y los siete enanitos (o SnowDrop; tal y como la llamaron en el cuento) entre sus más de 200 obras que recopilaron de la tradición oral; y aunque si bien los relatos que elaboraron no estaban pensados originalmente para los niños; progresivamente fueron modificando los textos para adaptarlos al público infantil.
La historia
«Érase una vez una encantadora princesita llamada Blancanieves. Su madrastra, la Reina; que era vanidosa y malvada temía que algún día Blancanieves la superara en belleza. Por eso, la vistió con harapos y la obligó a trabajar limpiando el palacio. Todos los días la vanidosa Reina preguntaba a su espejo mágico, ‘Dime una cosa, ¿quién es en este reino la más hermosa?’… si el espejo contestaba… ‘sois vos majestad’, Blancanieves se salvaba de los crueles celos de la Reina«. El relato de la adaptación de Disney empieza presentando a Blancanieves; la protagonista de la historia, y a diferencia del cuento original no hace mención a sus padres o a la entrada de la madrastra en su vida.
Una Blancanieves que ciertos investigadores relacionan con Maria Sophia Margaretha Catharina von Erthal; nacida el 15 de junio de 1728; y que sería el personaje real que inspiró el literario de Blancanieves. Su padre era Philipp Christoph von Erthal y residían en el castillo de Lohr. Tras la muerte, en 1741, de la madre de Maria Sophia; el padre se casó el 15 de mayo de 1743 con Claudia Elizabeth Maria von Venningen, nacida Condesa Imperial de Reichenstein.
Una de las principales evidencias de que Blancanieves sería natural de Lohr es el “Espejo Mágico que hablaba”. El impresionante y rico espejo de 1,60 metros de altura aún se puede admirar en el museo del Spessart; en el castillo de Lohr que perteneció a sus padres. Sobre éstos y algunos otros detalles puedes leer aquí. Curiosidades a parte; rápidamente la película se sitúa en el momento en qué la Reina deja de ser la más hermosa del reino y la princesa ocupa, sin saberlo, el tan preciado trono de belleza.
Los dibujos
Enseguida nos damos cuenta de la belleza del primer clásico de animación de Disney y de la visión tan acertada que tenía el propio Walt Disney sobre el tipo de creación con la que quería revolucionar el mundo cinematográfico. Para ello tuvo que invertir toda su fortuna y poner en juego el futuro del estudio; pues nadie (incluidos su hermano, Roy Disney, y su mujer, Lillian) creía que el público fuera a aguantar una película de dibujos de 90 minutos; hasta el punto de que muy pronto se bautizó el proyecto como la «locura de Disney».
El cuento de los hermanos Grimm, de apenas unas páginas, servía como hilo conductor de la historia pero era necesario estirar el guión para convertirlo en un largometraje. Algunas cosas cambiaron respecto al cuento: la madrastra sólo intentaría una vez acabar con la chica (en la fábula lo intenta varias veces) y sería disfrazada de abuela/bruja; la forma de despertar a la princesa tendría un tono más romántico (con un beso «prestado» del cuento de La Bella Durmiente) que el planteado en la versión original (en la que simplemente le cae de la boca el pedazo de manzana envenenando).
En la película, a diferencia del cuento, se entra en el detalle de las personalidades de los siete enanitos y ello, sin ninguna duda, es uno de los aciertos que hacen grande el clásico y que recordamos con más cariño.
Los enanitos
Sus creadores tardaron más de dos años en dar con el diseño final de los enanitos y varias fueron las alternativas que se plantearon para sus nombres: Scrappy; Cranky; Dirty; Awful; Silly; Daffy, Flabby; Jaunty; Biggo Ego; Chesty; Bald; Gabby; Nifty; Sniffy; Burpy; Scaredy; Lazy; Puffy; Elisey; Dizzy; Stuffy; Gassy; Tubby; Mr. Shy; Cheery; Flaunty; Hairy y Grabby fueron algunos, si bien ya es conocido por todos cuales fueron los escogidos: «Bashful,» «Doc,» «Dopey,» «Grumpy,» «Happy,» «Sleepy» y «Sneezy» (Tímido, Sabio, Mudito, Gruñón, Feliz, Dormilón y Mocoso).
La música en Blancanieves y los siete enanitos
Walt Disney tenía clara la idea de que la música jugara un papel importante en la historia y que las canciones nos contaran detalles sobre los personajes y sus vidas. En todos los cortos que creó en los años anteriores y especialmente con las «Silly Symphonies«; tuvo la posibilidad de hacer todas las pruebas necesarias para mejorar las técnicas de animación y afrontar su primer largometraje con los deberes bien hechos. En cuanto a su B.S.O.; los compositores Frank Churchill y Larry Morey compusieron 25 canciones para la película pero sólo se utilizaron siete.
Evidentemente la protagonista de la mayoría de ellas es la propia Blancanieves, quién las canta siempre acompañada de los pájaros del castillo; los animales del bosque o los enanitos, entre otros; convirtiendo toda labor corriente como recoger agua del pozo, pasear por el bosque, fregar los platos, limpiar la casa o bañar a los enanos, en un momento especial.
El príncipe también tiene sus momentos, sobretodo en la primera parte de la historia cuando sorprende a Blancanieves en el castillo y le dedica «Mi canto» mientras ella canta «El pozo de los sueños«. Pero si en alguna canción pensamos al hablar de Blancanieves y los siete enanitos, muy probablemente sea la que sirve para presentarnos a los enanitos tras un arduo día de «cavar, cavar» en la mina. ¿Recuerdas la letra?
Las canciones…
» Cavar, cavar, cavar, cavar… En la mina quiero yo… Cavar, cavar, cavar, cavar… No acabas, nunca, no… Quien cava más muy rico es… Si tú al pico das… Al derecho y al revés… Y al cavar, y al cavar… Con afán, con afán… Otros mil diamantes van… Cavar, cavar, cavar, cavar… Cavar del sol a sol… Mas todo puedes arruinar… Si pierdes el control… Diamantes hay un buen montón… Y rubíes, miles, un millón… Y aunque sin saber… Por qué razón… Cavamos con ilusión…
- » Ay ho, ay ho, la hora ya llegó… Ay ho… 2. Ay ho, ay ho, a casa vuelvo yo… Ay ho… 3. Ay ho, ay ho, el sol ya se ocultó… Ay ho… 4. Ay ho, ay ho, a casa vuelvo yo… Ay ho… 5. Ay ho, ay ho, el día ya acabó… Ay ho… » (*versión reducida)
Todas ellas componen una banda sonora excepcional, cuyos derechos no pertenecían a Disney, y que se convirtió en la primera película de la historia en comercializar su B.S.O.
Conclusión de Blancanieves y los siete enanitos
La película fue un éxito sorprendente y sin precedentes en la industria del cine; es el referente en el cine de animación que conocemos hoy en día y sin duda lo seguirá siendo a lo largo de los años. Una historia para disfrutar con toda la familia; aunque a los más pequeños no les guste el personaje de la Reina (uno de los más cuidados estéticamente por Disney) y, aún menos, su transformación en la bruja que entregará la manzana envenenada a una inocente Blancanieves.
Y pocas cosas más se pueden decir a estas alturas, por lo que te invitamos a revivir la historia y que nos dejes tus impresiones. Ah!; y si tienes ganas, te animamos a buscar a Mickey Mouse en uno de sus fotogramas, pues es tradición «colar» a su personaje insignia en muchos de los clásicos.