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Deadpool (Tim Miller, 2016)

19/02/2016
Deadpool imagen destacada

Hoy en día no hay nada más popular en el cine que el género de los superhéroes. No tanto por la cantidad de producciones al año, que no deja de ser una pequeña parte del total de estrenos anuales, sino por el bombardeo promocional al que nos someten para hacernos acudir masivamente a las salas. Lo mismo se puede decir de los universos cinematográficos compartidos, que ya no se limitan a películas de este tipo habiéndose extendido entre distintas producciones americanas. Y «Deadpool» es consciente de ello.

Parodiando un género

Como bien ha pasado a lo largo de las décadas con otros géneros, se asumen unas estructuras, unos tópicos que hemos podido ver en varias películas similares. Al fin y al cabo, así es como nacen los géneros cinematográficos. “Deadpool”, dirigida por Tim Miller, no se escapa de ellas, y aunque no hay nada malo en eso, sí que deja una sensación agridulce considerando el arranque aparentemente rompedor del que hace gala.

Porque la película empieza con ganas de reírse de este tipo de producciones, a la vez que rompe esquemas con un prólogo bien realizado que te pone en situación. Wade Wilson (Ryan Reynolds) es un mercenario bocazas e inmoral enamorado de Vanessa (Morena Baccarin). Toda su vida parece salir rodada hasta que le diagnostican un cáncer que pone su vida en serio peligro. Pronto, será seleccionado para formar parte de un dudoso experimento gubernamental que, aparte de curarle, le dará poderes especiales.

Ryan Reynolds y Morena Baccarin
Ryan Reynolds y Morena Baccarin

Lo que ignora es que la oferta es más turbia de lo que se imagina. Terminará siendo víctima de las manipulaciones experimentales de Ajax (Ed Skrein), emprendedor de toda la iniciativa. A partir de ahí empezará una persecución en la que Deadpool pondrá en marcha una búsqueda de venganza en la que dará rienda suelta tanto a sus nuevos poderes como a su sentido del humor tan particular. Su objetivo será encontrar y eliminar al monstruo que lo ha mutado.

Más convencional de lo que parece

El guión firmado por Rhett Reese y Paul Wernick sigue la estructura clásica de películas de orígenes que hemos podido disfrutar en distintas ocasiones sin salirse de la línea. Aunque en este aspecto «Deadpool» funciona correctamente, también se puede decir que arriesgan más bien poco una vez pasadas las primeras secuencias. En los diálogos se encuentran claramente como peces en el agua, pues hacen uso de unas líneas rápidas, hilarantes e infinitamente incorrectas que sacan tanto lo mejor de los personajes como unas cuantas carcajadas del público.

Por otra parte, se les puede reprochar una cierta dejadez a la hora de presentar y adaptar unos personajes secundarios más caricaturizados que definidos por el guión. Si Ajax destaca en algo es más por lo que aporta Skrein al personaje que en su presentación sobre guión. Lo mismo se puede decir del resto del elenco: Weasel (T.J. Miller) como comparsa cómico, Angel Dust (Gina Carano) como una Terminator imparable, o la mutante Negasonic Teenage Warhead (Brianna Hildebrand). Es posible que Coloso (Stefan Kapicic) salga mejor parado al cumplir un papel servidor de la imagen que tenemos de los superhéroes heroicos, contrapuesto a la incorrección propia de Deadpool.

Imagen de Deadpool
Imagen de Deadpool

Ryan Reynolds

Sea como sea, todos ellos brillan en las interacciones con el personaje titular. Obviamente, es la estrella de la película y, para bien y para mal, es el motivo por el que vale la pena dedicarle casi dos horas de una vida. Ryan Reynolds parece encontrar aquí un papel hecho a su medida. El actor da rienda suelta a todas las frases del personaje casi como si fueran propiamente suyas. Del mismo modo, se mueve por pantalla con la inmadurez correspondiente del personaje. Reynolds realmente destaca por un elemento aparentemente sencillo pero invaluable en este caso, y es la interpretación corporal con la que define al personaje tanto o más que el propio guión.

Un personaje irreverente, inmoral, con ganas de reírse de sus propios poderes cuando la situación lo pide. Es esto además el punto que la diferencia del resto de películas del género: el sentido del humor que se desprende de ella la acerca más a películas gamberras como “Super” (James Gunn, 2009) o “Kick-Ass” (Matthew Vaughn, 2010), aun sin llegar a los niveles de la primera.

Deadpool, de Tim Miller
Deadpool, de Tim Miller

Exprimiendo sus puntos fuertes

Antes he comentado que para bien y para mal el personaje titular es el motivo para ver la película. Con esto hacía referencia a que si uno quita a este personaje de la ecuación ya no queda nada más destacable. Ni villanos, ni secundarios, ni nada de la historia. Todo lo presentado en «Deadpool» tiene un gran potencial de ser explotado y magnificado en la inevitable secuela que con suerte veremos más pronto que tarde. Será ahí donde sus responsables tendrán la ardua tarea de llevar a este superhéroe tan único a unos lugares igualmente especiales para finalmente poder romper moldes y crear una película que aproveche al máximo las posibilidades ofrecidas. Solo podemos esperar. Por ahora, tenemos una más que correcta presentación de un gran personaje.