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Spiderman: No Way Home (Jon Watts, 2021) | Crítica

15/04/2022
Spiderman: No Way Home imagen destacada

El nuevo Rey Midas de Hollywood

Es digno de estudio lo que ha supuesto el estreno de “Spiderman: No Way Home” en un momento como el de finales del 2021. Tras vivir casi una década de blockbusters que llegaban y superaban con relativa facilidad la cifra del millón de euros recaudados en taquilla, la aparición del coronavirus en 2020 frenó todo ello generando una etapa de sequía de estrenos -y ganancias para los grandes estudios- que ha durado más de un año. Con la pandemia, se retrasa el estreno de muchas películas. Algunas de ellas llegan directamente a las plataformas de streaming. Viéndolas como la única salvación, las majors de Hollywood potencian las producciones para televisión. Mientras tanto, las salas de cine languidecen.

Es aquí donde entra un proyecto como esta tercera entrega de las aventuras del hombre araña protagonizadas por Tom Holland. Puede que en busca de un pelotazo en taquilla para enmendar esa sequía de ingresos para Disney, Kevin Feige, en colaboración con Sony Pictures, desarrolla esta tercera entrega -de nuevo con Jon Watts en la silla de director-, con unas pretensiones más allá de las de una simple película. Unas sustentadas por la promesa oficial de volver a ver varios villanos presentados en las distintas iteraciones de Spiderman en la gran pantalla. Subrayado además por unas filtraciones (¿llegaremos a saber algún día si en realidad fueron parte de la campaña publicitaria?) que apuntaban al regreso de Tobey Maguire y Andrew Garfield en sus respectivas versiones de Peter Parker.

Peter Parker (Tom Holland), Ned (Jacob Batalon) y MJ (Zendaya)
Peter Parker (Tom Holland), Ned (Jacob Batalon) y MJ (Zendaya)

Anteriormente, en Spiderman…

¿Cómo se llega a esta, por otra parte, brillante idea? La acción de “Spiderman: No Way Home” empieza exactamente en la misma escena con que termina “Spiderman: Lejos de casa” (Jon Watts, 2019). La identidad secreta de Peter Parker (Tom Holland) ha sido expuesta a todo el mundo. Tras ese giro de los acontecimientos, la vida del joven Peter se escapa de su control. Tiene problemas en el instituto. Ninguna universidad parece quererlo. Para colmo, también está afectando a su familia y amigos. Intentando arreglar la situación, decide recurrir al Doctor Strange (Benedict Cumberbatch), experto en magia y artes místicas. La solución parece radicar en hacer olvidar a todo el mundo mediante un hechizo que Spiderman y Peter Parker son la misma persona.

Pero la creación del conjuro se cae en pedazos cuando el trepamuros empieza a tener dudas sobre lo que está haciendo. En consecuencia, se abre una brecha en el multiverso que permite la llegada de varios supervillanos cuyo objetivo es acabar con Spiderman. Sintiéndose responsable de ello, Peter hará todo lo posible para arreglar la situación.

Benedict Cumberbatch es el Doctor Strange en Spiderman: No Way Home
Benedict Cumberbatch es el Doctor Strange en Spiderman: No Way Home

El guateque de Peter Parker

Resulta bastante sintomático de “Spiderman: No Way Home” la decisión de confiar en un puñado de adolescentes –Peter junto a su novia MJ (Zendaya) y su mejor amigo Ned (Jacob Batalon)- para arreglar la situación que se ha generado. Pese a las advertencias de Strange y su compañero Wong (Benedict Wong) de que no se debe jugar con el multiverso, y de las catastróficas consecuencias de romper la realidad, el mago místico decide aún así depender de tres adolescentes irresponsables, que en ningún momento han dado señales de ser capaces de manejar este tipo de situaciones, para dar la vuelta al problema.

Pensándolo fríamente, se trata de una decisión que no tiene mucho sentido. ¿Si la brecha creada en la realidad es tan apocalíptica, porque Strange no toma cartas en el asunto de manera personal? Esta es una de las muchas preguntas que surgen a lo largo de la narración. Una más bien enfocada en desarrollar sus gags y bromas a medida que ese trío de personajes va descubriendo el lore del Doctor Strange, el del multiverso, y van conociendo a todos los viejos rostros que van apareciendo. A pesar de la situación, en “Spiderman: No Way Home” hay una sensación general de irrelevancia. De pasar de una escena a otra sin pensar en lo que realmente está sucediendo en pantalla.

Porque aquí no hay lugar para la preocupación, realmente. Ahora impera el gag y la broma fácil. Ya no solamente como herramienta para divertir, sino también para finiquitar conflictos. Si algo hace gracia, vale. Sin más. Aunque ello repercute negativamente en los momentos realmente trágicos de la historia, que los tiene. Al fin y al cabo, la inconsecuencia no es nada nuevo en estas películas del hombre araña abanderadas por Holland.

Alfred Molina regresa como el Doctor Octopus
Alfred Molina regresa como el Doctor Octopus

¿Más vale malo conocido que malo por conocer?

A medida que los distintos supervillanos y demás personajes van entrando en escena, se crean situaciones variopintas para forzarles a interactuar. Muchas veces encerrándolos en la misma habitación, en el sentido más literal de la idea. En todo caso, dice mucho del trabajo hecho en su día cuando personajes como los interpretados por Alfred Molina o Willem Dafoe se alzan como lo mejor de toda la función. Que cada uno saque la conclusión que quiera de ello.

Por otra parte, las escenas de acción superheróicas brillan por su falta de desarrollo y creatividad. Lejos quedan los días de esa espectacular batalla entre Spiderman y el Doctor Octopus que Sam Raimi nos regaló en “Spiderman 2” (2004). “Spiderman: No Way Home” vuelve a delatar la falta de personalidad y técnica de un Jon Watts más mercenario que nunca. De planificación entre lo televisivo y lo videojueguil, se limita a plasmar en pantalla lo que dice el guion del modo más superfluo posible.

¿Para qué esforzarse más cuando se sabe que la propia naturaleza de la propuesta ya es lo suficientemente atractiva? De hecho, viendo el resultado final de la película, no parece alocado pensar que esta tercera entrega haya sido algo improvisado a consecuencia de la situación general que nos ha tocado vivir estos últimos años. Lo que queda finalmente es, pues, una propuesta de oro que no termina de aprovechar bien sus bazas.

Imagen de Spiderman: No Way Home
Imagen de Spiderman: No Way Home

Spiderman, I Love You

Llegados a este punto, cabe reflexionar en un aspecto clave de toda la propuesta. ¿Hay cabida en “Spiderman: No Way Home” para una valoración convencional, como si fuera una película cualquiera? Quizás no. Quizás nunca se pretendió que fuera “nada más” que un evento especial. Una dedicatoria a un personaje querido por millones de fans, y un acontecimiento a modo de reencuentro.

Un reecuentro de doble sentido: de reunión de personajes conocidos, imitando quizás algunos especiales navideños televisivos donde terminan reuniéndose todos los personajes, a veces de distintas franquicias. Por otra, un reencuentro a la hora de asistir masivamente al estreno de una película. Recuperando además un entusiasmo en letargo desde el estreno de “Vengadores: Endgame” (hermanos Russo, 2019).

En este aspecto, la película ha sido todo un acierto. Ha sido un trabajo ejemplar y un movimiento magistral por parte de Feige y compañía para reavivar una llama que parecía a punto de extinguirse… Y también para reavivar la fuente de ingresos del ratón.

Tom Holland es Spiderman
Tom Holland es Spiderman

El plan maestro de Spiderman: No Way Home

En resumen, “Spiderman: No Way Home” es exactamente lo que la gente esperaba ver antes de entrar en la sala. Ni sorprende ni defrauda. Es exactamente lo que se pedía -o exigía- ver, y por tanto es lo que ha tocado consumir.

Como película, es toda una carta de amor hacia el personaje dedicada a los millones de seguidores cosechados desde su nacimiento en la década de los 60. La recepción general hacia ella ha sido apabullantemente positiva. Y no sin razón. El gran corazón y emoción de la película no radica tanto en las dificultades a las que se enfrenta el Peter Parker de Tom Holland, si no en el hecho de volver a ver a ciertos personajes conocidos, ahora ya mitificados, en nuevas situaciones. Un reencuentro de rostros familiares justo en fechas navideñas. Jugada magistral, sin duda.

Eso sí, por otra parte, la práctica carencia de valores cinematográficos propios provocará que el resto de espectadores no encuentren nada bueno en ella. Aunque, como mínimo, tampoco se aburrirán.