Superhéroes con clase
No es casualidad que la mayoría de películas de superhéroes de mayor calado hayan tenido detrás a un director con un buen hacer. Desde “Superman: la película” (Richard Donner, 1978), “Batman” (Tim Burton, 1989), “Spiderman 2” (Sam Raimi, 2004), “El caballero oscuro” (Christopher Nolan, 2008) o “Los Vengadores” (Joss Whedon, 2012). Más allá de conocer el género en menor o mayor grado, todos ellos tienen ideas propias que moldean el proyecto. Llamale visión, voz propia o un simple saber hacer artesanal. En un breve lapso cuando James Gunn fue despedido de Disney/Marvel Studios, se pasó “al otro lado” para encargarse de escribir y dirigir “El escuadrón suicida”. Una suerte de continuación o reimaginación de la IP de DC Cómics, tras el fracaso rotundo de “Escuadrón suicida” (David Ayer, 2016).
La película presenta a un grupo de presidiarios obligados a ejecutar misiones sumamente peligrosas para el bien de los Estados Unidos. Liderados a la vez por Rick Flag (Joel Kinnaman) y Robert DuBois / Bloodsport (Idris Elba), el variopinto grupo de personajes deberá infiltrarse en una isla para recuperar datos altamente clasificados.
Metodologías de trabajo
Existe una diferencia entre las películas de superhéroes producidas por Marvel Studios y aquellas hechas por Warner Bros. Si bien en ambos casos han generado propuestas de todo tipo de resultados, los primeros han ido cediendo, de manera gradual pero firme, la responsabilidad de los proyectos a realizadores con poca experiencia o de perfil muy mercenario. En cambio, la Warner ha optado mucho más en confiar sus blockbusters a cineastas con su propio toque. Decisión que sale del cine de superhéroes para afectar también otras franquicias como las de Harry Potter; o incluso la de Mad Max, con las excelentes “Mad Max: Furia en la carretera” (George Miller, 2015) y “Furiosa” (George Miller, 2024).
Si los primeros han ido decayendo hasta culminar en un título tan mediocre en todos los aspectos como la reciente “Deadpool y Lobezno” (Shawn Levy 2024), los otros han confíado el futuro de DC Cómics en el cine a alguien con buen hacer y conocedor del género como es el propio James Gunn. Al fin y al cabo, no por casualidad “Guardianes de la galaxia vol. 3” (James Gunn, 2023) es, junto a “Doctor Extraño en el multiverso de la locura” (Sam Raimi, 2023) la mejor película de Marvel Studios en muchos años.
El cine según James Gunn
Así pues, ¿qué se puede esperar de esta “El escuadrón suicida”? Nada más que todo aquello visto en el resto de filmografía del director que lo ha convertido en un referente del cine de este género. Su tono gamberro y sádico. Su buena mano para caracterizar a sus personajes, o un buen ojo para la puesta en escena. Ayuda una dirección de fotografía de Henry Braham alejada de los tonos monocromáticos y/o desaturados habituales en el género. En su lugar, abraza colores vibrantes -al fin y al cabo así solían serlo en los tebeos originales- que nunca desentonan con el tono general de la propuesta.
La buena selección de música vista en el tríptico de Guardianes de la galaxia también hace presencia en este caso. Se pueden encontrar temas como “Hey” de Pixies; “Folsom Prison Blues”, de Johnny Cash; o “Sucker’s Prayer” de The Decemberists.
Como ya demostrara Gunn en la mencionada trilogía superheroica bajo el paraguas de Marvel, el hecho de tener entre manos un grupo de personajes poco populares es una oportunidad para reinventarlos, hacerlos más atractivos, tanto para las necesidades de la propia película, como para los espectadores. En este punto, Gunn repite jugada y sale igual de victorioso.
Del mismo modo que también recuerda el abarcar un grupo de personajes alejados del concepto de heroicidad. En este caso se radicaliza un poco más al retratar a un conjunto de inadaptados, marginados sociales o despejos sociales. Cada uno de ellos en busca de su propia libertad.
Los antihéroes de El escuadrón suicida
Libre del peso de tener que lidiar con gigantes del medio como Batman, Superman o Spiderman, Gunn se apoya en un ecléctico grupo de personajes mayoritariamente desconocidos para hacer con ellos lo que le da la gana. Ello le da cancha ancha para ajustar cada personaje a las necesidades de su estilo y de la película, sin miedo a ridiculizarlos o a darles un tono, en ocasiones, auto paródico.
Entre ellos caldría destacar a David Dastmalchian como Abner Krill / Polka-Dot Man, según el propio Gunn “el personaje de DC más tonto de todos los tiempos”. Personaje de poder estrambótico, con un trauma personal todavía más esperpéntico. A su lado, John Cena sobresale con un personaje tan retorcidamente estoico como es Christopher Smith / Peacemaker. Un supuesto adalid de la paz y la justicia, justifica todos sus actos, indiferentemente de la moralidad, en nombre de ambos atributos. En las antípodas estaría DuBois. Personaje más comedido en su comportamiento y con mayores responsabilidades. Como los dos anteriores, su lado oscuro le ha llevado a la situación en la que se encuentra al inicio de la narración. Daniela Melchior (Cleo Cazo / Ratcatcher 2) se responsabiliza del papel de mayor corazón de la propuesta. Si un personaje actúa de pegamento del grupo, este ejercería dicha función.
Para mantener lazos con la película de Ayer, Gunn vuelve a contar con Viola Davis (Amanda Waller), Margot Robbie (Harley Quinn) y con Kinnaman. Si bien Davis repite manierismos de su anterior participación, los otros dos actores sufren un proceso de moldeamiento. Consecuencia del estilo tan diferente de Gunn respecto al de Ayer. Dichos cambios afectan tanto al vestuario, como a la caracterización.
En buenas manos
Es posible que el tono tan particular de la propuesta eche para atrás a parte de la audiencia. Sin embargo, los que abracen la propuesta podrán disfrutar de una de las películas comerciales más divertidas de los últimos años. La mezcla de personajes con cara y ojos, una buena puesta en escena y un clímax final con más cabeza de lo habitual la convierten en un pasatiempo de lo más ideal.
Warner ha dado las riendas de Superman a Gunn, para una nueva película con vistas de estreno el año 2025. Haberle dado uno de sus buques insignia es una prueba más de la confianza hacia un director con ideas claras de lo que quiere. Y de cómo plasmarlo en la gran pantalla.