En «Del revés«, Riley, una niña de 11 años tremendamente feliz, se ve obligada a mudarse a San Francisco junto a su familia y abandonar su casa y amigos, momento en el que aflorarán y descubrirá nuevas y mezcladas emociones.
La vida Del revés
«Del revés» es, sin ninguna duda, LA obra maestra de la factoría Pixar que tras grandes títulos como «Toy Story» (John Lasseter, 1995), «Buscando a Nemo» (Andrew Stanton & Lee Unkrich, 2003), «Cars» (John Lasseter & Joe Ranft, 2006) o «Monstruos, S.A.» (VVAA, 2001) (y alguna que otra decepción) vuelve a posicionarse en el Olimpo de las producciones de animación. Y es que pocas veces se ha visto como una historia se adentra en temas tan extremadamente complejos como puede llegar a ser la mente humana y explicar, con absoluta simpleza y naturalidad, como funcionamos y cual es el resultado físico de nuestras emociones.
Para ello la película empieza presentándote a sus protagonistas (con permiso de Riley y sus padres). Estos son, ni más ni menos, cinco de las emociones que más incidencia pueden tener en nuestro estado de ánimo: Alegría (amarillo), Miedo (violeta), Ira (rojo), Asco (verde) y Tristeza (azul) y que “controlan” las reacciones de la niña en base a su forma de ver y entender las cosas. Dichas emociones están alojadas en su cuartel general, una estancia con una consola central a través de la cual se encargan de mandar a Riley los estímulos necesarios para reaccionar ante sus vivencias, de una u otra manera en función de quién esté el mando.
Los mundos de Del revés
Por debajo del cuartel se extiende todo un mundo interior fantástico formado por las Islas de la personalidad (Isla de Hockey, Isla de la Amistad, Isla de la Familia, Isla de las Tonterías e Isla de la Sinceridad), pilares del carácter de la niña. Estas islas se hayan flotando sobre el Vertedero de la memoria, lugar dónde se retiran los recuerdos que los Olvidadizos consideran que “no vale la pena” conservar, y al mismo tiempo están rodeadas por el Laberinto de la memoria a largo plazo (un almacén repleto de pasillos abarrotados con grandes librerías con los recuerdos de Riley) controlado por los trabajadores de la mente o el País de la imaginación (al más puro estilo Disneyland).
Los espacios siguen con la Habitación del pensamiento abstracto (dónde todo se convierte en formas y lineas bidimensionales) o el Estudio de los sueños (ambientado como un plató de Hollywood en el que se crean sueños y pesadillas), entre otros. También está El tren de pensamientos, que transporta “ideas” hasta el cuartel general y que Alegría y Tristeza ansían en coger para volver a su sitio y ayudar a Riley. En definitiva, un mundo mágico, tierno, lleno de colores vivos y conceptualmente perfecto que resulta una delicia para la vista y que consigue que no te atrevas a desviarla de la pantalla.
Explorando los sentimientos humanos
«Del revés» nos deleita con algo tan cotidiano como complejo: los sentimientos, y cómo estos determinan nuestro comportamiento a diario. Algo tan difícil de entender en muchas ocasiones y que nos explican con una extraordinaria habilidad al más puro estilo “Érase una vez la vida” (salvando, por supuesto, las distancias). Y es que más allá de la historia de Riley o de la aventura de las emociones para recuperar la “normalidad” en el cuartel general, «Del Revés» nos regala una lección sobre la vida y nos instruye de forma magistral sobre los mecanismos que activan nuestras emociones.
Se encumbra la estrecha relación entre la tristeza y la alegría. De hecho, el gran descubrimiento de la película es el que hace Alegría durante su travesía junto a Tristeza, y que supone la clave para que la niña pueda pasar página e iniciar una nueva etapa de su vida. Todo ello sin llegar en ningún momento al drama (lo cual es de agradecer) y con la dosis justa de melancolía (gracias al entrañable Bing Bong, amigo invisible de la pequeña) para removerte el estómago y que sientas la historia en primera persona.
La música de Michael Giacchino
El compositor Michael Giacchino juega, una vez más, un papel determinante creando una banda sonora digna de esta gran historia que tiene «Del revés«. El música crea una atmósfera conmovedora, mágica y de felicidad para cada capítulo de este viaje. Un viaje con dos mundos: el real y el de la mente. Cada uno con sus reglas y matices. Y apto para cualquier persona, independientemente de la edad que tenga. Por que la apuesta de Pete Docter, John Lasseter y su espectacular equipo es clara: DIVERTIR y EMOCIONAR. Y ha resultado claramente una apuesta GANADORA.