Del videojuego a la gran pantalla
Por muchos es conocido el título de Hitman y la saga de videojuegos en la que el jugador controla a un hombre conocido como Agente 47. Es un personaje producto de experimentos genéticos para mejorar sus aptitudes y convertido en el asesino “perfecto”. Hasta aquí bien, pues se puede decir que todo coincide y queda clara la “elegancia”, pericia e impasibilidad del agente interpretado por Rupert Friend, a la vez que se pone en marcha la misión (con algún guiño al juego original) que se narra a lo largo del filme.
Sin embargo, Hitman es una franquicia en la que prima la habilidad para infiltrarse y pasar desapercibido. Prima el sortear obstáculos o enemigos, y se “premia” no matar más allá de lo imprescindible. Es entonces cuando empieza el descalabro, porque a pesar de la escena en el aeropuerto de Singapur en el que Hannah Ware (Katia) sortea las cámaras de seguridad para evitar que la detecten, durante toda la película priman los tiroteos, combates y alguna que otra persecución en coche. No hay emoción ni intriga y, lo que es peor, se rompe la esencia del videojuego.
Falta de dirección
«Hitman: Agente 47» gira alrededor de un asesino diseñado genéticamente para ser “perfecto”. Tiene como misión encontrar a un científico desaparecido y a la persona que parece ser la clave para dar con él (y eliminarlo). Para ello se las tendrá que ver con una organización secreta y su mejor “soldado” (Zachary Quinto).
Aleksander Bach debuta como director con un guión de Skip Woods (quién ya escribió el de 2007). El director lidera sin mucho acierto un reparto encabezado por Rupert Friend, Hannah Ware y Zachary Quinto (John Smith). No consigue que te impliques en la historia ni que te la creas. La relación y las interacciones entre sus personajes son trabadas y confusas (hasta cómicas en algún momento). El argumento se sostiene con pinzas, deslucido por un montaje desordenado con cortes rápidos que buscan crear un mayor dinamismo pero que acaban mareando, así como por el uso (y abuso) de la cámara lenta que en lugar de ensalzar algunas secuencias logran eternizarlas.
Decepcionante, sin más
A ello se le suma que ninguno de los actores resulta realmente brillante y sorprenden (negativamente) por encima de los demás el mismo Agente 47. La falta de emociones del personaje y de carisma del actor le superan y parece fluir ajeno a todo lo que le rodea; así como el papel de Zachary Quinto como villano. Queda un poco desdibujado y brilla más por lo que el actor aporta en pantalla que por lo que el personaje (con un nombre poco estudiado) da de guión.
Por todo esto, «Hitman: Agente 47» se queda en un segundo intento de levantar una historia digna de una buena saga de acción, con muy pocos alicientes y demasiado floja para los tiempos que corren, que no logra mejorar su antecesora con Timothy Olyphant en el papel protagonista. ¿Y qué se puede destacar? Pues lo que más llama la atención es la afortunada elección de algunas localizaciones en Singapur que nos regalan unas fotografías hermosas, llenas de vida y color, y que le dan un aire fresco a una película lamentablemente gris.