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Mortal Kombat (Simon McQuoid, 2021)

26/04/2021
Mortal Kombat imagen destacada

Time to Fight

Los videojuegos han estado en el punto de mira de las productoras hollywoodenses desde que Atari y Nintendo irrumpieran a lo grande en los hogares domésticos. Desde producciones zetosas como “El amo del calabozo” (VV.AA., 1984), a infames adaptaciones noventeras como “Super Mario Bros” (Rocky Morton & Annabel Janken, 1993) o “Street Fighter: La última batalla” (Steven E. de Souza, 1994); quizás la más “potable”, a falta de una palabra mejor, de esa primera tanda de adaptaciones fuera “Mortal Kombat” (Paul W.S. Anderson, 1995).

Producción camp y casi autoparódica, al menos trasladó bien la esencia fundamental del juego: los combates. Y dado el histórico cinematográfico en el campo de las artes marciales, posiblemente a raíz de figuras como Bruce Lee o Jackie Chan, una adaptación de este estilo se intuía más factible, dado el contenido argumental tan básico de los videojuegos producidos en aquellos tiempos.

Hiroyuki Sanada y Joe Taslim en Mortal Kombat
Hanzo Hasashi / Scorpion (Hiroyuki Sanada) y Bi-Han / Sub Zero (Joe Taslim) en Mortal Kombat

Ninjas, humanoides y torneos interdimensionales

Abanderada por, ni más ni menos, que James Wan, llega ahora una nueva adaptación del mítico videojuego de lucha Mortal Kombat, con dirección del debutante Simon McQuoid y con un guion coescrito entre Greg Russo, Oren Uziel y Dave Callaham. Una adaptación producida con miras de convertirla en franquicia, ahora que nos encontramos a las puertas de un nuevo boom cinematográfico en la forma de las adaptaciones de los videojuegos, casi como preparando el relevo de gallina de los huevos de oro para cuando los superhéroes inevitablemente empiecen a perder fuelle.

Aunque hemos contado, a saber, hasta tres guionistas, basta decir que la historia es de una simpleza apabullante, y tampoco se le puede exigir mucho más. De hecho, ya se hace mucho al dar un cierto poso dramático a la historia, empezando la narración con un choque de clanes ninja protagonizado por sus respectivos líderes: Hanzo Hasashi / Scorpion (Hiroyuki Sanada) y Bi-Han / Sub Zero (Joe Taslim). Tras dicho prólogo, la acción pasa a presentarnos a Cole Young (Lewis Tan), un luchador de artes marciales al que le tocará participar en un torneo interdimensional llamado Mortal Kombat, donde participan humanos y humanoides diversos con poderes sobrenaturales. Guiado por Sonya Blade (Jessica McNamee) y Jax (Mehcad Brooks), conocerá una nueva realidad llena de dioses, monstruos y todo tipo de asesinos.

Liu Kang (Ludi Lin) y Kung Lao (Max Huang)
Liu Kang (Ludi Lin) y Kung Lao (Max Huang)

Marcando el tono de la película

Si hay algo que se puede destacar de esta nueva adaptación, y que la separa de algunos intentos anteriores que, quizás, deberíamos intentar hacer un esfuerzo colectivo para olvidarlas por completo, es que predomina en ella un tono más terrenal y realista. Se trata de un estilo, en realidad, no muy diferente a referentes recientes como “Detective Pikachu” (Rob Letterman, 2019) o “Sonic: La película” (Jeff Fowler, 2020); o cualquier adaptación marvelita de los últimos años.

Además, cuenta con el favor de un cierto renacimiento del cine de artes marciales, gracias a producciones ultraviolentas como “The Raid: Redada asesina” (Gareth Evans, 2011), «El despertar de los dragones» (Cheang Pou-Soi, 2015) o “The Night Comes for Us” (Timo Tjahjanto, 2018). De ellas “Mortal Kombat” hereda -salvando las distancias, eso sí- unas coreografías trabajadas, y un cierto desprejuicio a la hora de enseñar unos golpes de gracia (o fatalities para los entendidos) que no escatiman creatividad en la vertiente más visceral. No solo eso, sino que la primera y la tercera de las producciones mencionadas cuentan con el protagonismo de Taslim, quien aquí se pone en la piel del villano Sub Zero.

Imagen de Jax (Mehcad Brooks) y Sub Zero.
Imagen de Jax (Mehcad Brooks) y Sub Zero.

Acción y violencia

¿Para qué pedir más? La propuesta de toda la película gira alrededor de la promesa de escenas de acción coreografiadas, de violencia y, con suerte, de algunos movimientos sacados del videojuego para que los más conocedores del original aplaudan. Lo cierto es que en este aspecto “Mortal Kombat” entrega lo que promete. Se trata de casi dos horas de metraje, afortunadamente por debajo de lo que estamos acostumbrados en blockbusters actuales, que no pierden el tiempo.

Se va directo al grano casi desde el principio para centrarse en las múltiples escenas de acción, en la presentación e interacciones de unos personajes pintorescos y de pura serie B que, en su sencillez, no funcionan nada mal. A destacar Josh Lawson (Kano) como contrapunto cómico -a ratos cargante, eso sí-, Tadanobu Asano como Lard Raiden, y el dúo formado por Liu Kang (Ludi Lin) y Kung Lao (Max Huang), quienes dan la entereza suficiente a unos personajes regios y heróicos. Esto es, a parte del gran Hiroyuki Sanada -visto en «El ocaso del samurái» (Yoji Yamada, 2002) o «Vengadores: Endgame» (Hermanos Russo, 2019), y de Joe Taslim.

Menos suerte corre el protagonista principal, Cole Young a manos de un Lewis Tan al que se le nota la falta de rodaje a la hora aguantar el peso de una película, dado que no consigue aportar nada especial a un personaje falto de garra, especialmente al lado de secundarios como los antes mencionados. También se puede achacar a «Mortal Kombat» una cierta pérdida de foco a favor del fan service una vez entramos en la película, y de que las coreografías deberían de haber sido algo mejor. Desde aquí esperamos que pulan esos detalles en una inevitable segunda parte que, con suerte, no se tardará en anunciar.

Lewis Tan es Cole Young
Lewis Tan es Cole Young

Mortal Kombat: de la consola a la gran pantalla

Con todo, “Mortal Kombat” se trata de una buena película de acción, que cumple de sobras en su función principal de hacer pasar un buen rato. Entretiene de sobras, como vehículo de acción / artes marciales no sale del todo mal parada, y tiene un plantel de personajes lo suficientemente atractivos, en sus estereotipos tan de cómic, como para sentir simpatía por, al menos, uno de ellos. Si se valora como adaptación de videojuego, con todas las complicaciones que eso acarrea, bien sale igual de bien parada que los esfuerzos recientes antes mencionados. Sabemos que hay más franquicias por llegar a la gran pantalla, y si se mantiene el mínimo de calidad visto en estas entregas, ya nos podemos dar un canto en los dientes.