Cambio de década, cambio de panorama
Entre los años 1999 y 2002 llegarían distintas películas que, cada una a su modo, cambiarían las reglas del cine comercial para las décadas a venir. “Star Wars: Episodio I – La amenaza fantasma” (George Lucas, 1999), “Harry Potter y la piedra filosofal” (Chris Columbus, 2001), “El señor de los anillos: La comunidad del anillo” (Peter Jackson, 2001), “Spiderman” (Sam Raimi, 2002). Todas estas serían el inicio de un boom de franquicias, todavía en boga a día de hoy. Otros títulos, películas más o menos originales, crearían su propia escuela por motivos distintos. Se podrían contar “La momia” (Stephen Sommers, 1999) o, sobretodo, “Matrix” (Lilly & Lana Wachowski, 1999).
Una propuesta, ésta última, que iniciaría una retahíla de cine de acción con un modo de hacer muy particular. Una combinación de elementos que se repetirían, casi nunca sin llegar a los éxitos de ésta propuesta.
La historia de “Matrix” gira alrededor de Thomas Anderson, acá Neo, (Keanu Reeves). Un informático aturdido por el sopor de su vida rutinaria. Esto cambiará cuando un mensaje misterioso le saque de su entumecimiento. Con ello, conocerá a dos personajes clave para entender mejor su vida: Trinity (Carrie-Anne Moss) y Morfeo (Laurence Fishburne).
Adelantada a su tiempo
Lo más sorprendente de “Matrix” quizás es ver como una pareja de hermanas cineastas como Lana y Lilly Wachowski, quienes tan solo tenían a sus espaldas un thriller titulado “Lazos ardientes” (1996), sorprendieron a toda una generación con una propuesta cautivadora como pocas franquicias originales han conseguido serlo incluso a día de hoy. Sería debido a una combinación de distintos factores. A contar, un marcado estilo visual. Unas escenas de acción diferentes -que, para bien o para mal, causarían escuela-. Una interesante premisa de ciencia ficción, referencias diversas a “Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas” (Lewis Carroll, 1865), o una historia sobre un “elegido” en busca de mejorar un status quo determinado.
Si bien es cierto que el desarrollo de la historia en si toca todos los puntos del viaje del héroe, y que los personajes se limitan a ser meros arquetipos funcionales; “Matrix” consigue desmarcarse por centrar la película en el desarrollo del concepto del matrix al que da nombre la película. Es decir, qué es, cómo funciona, cómo subvertir sus reglas… Con además pequeños atisbos a lo que llevó a su existencia.
De hecho, vista en la actualidad sorprende como sus elementos de ciencia ficción ya anticipaban algunas realidades que ya se están viviendo en la actualidad. Desde los peligros de una inteligencia artificial desatada, al uso de energías alternativas como las solares. Dos ideas independientes, cuya combinación no parece tan disparatada en un futuro no tan lejano.
Marcando estilo en Matrix
Si uno se ciñe a los aspectos formales más tradicionales, “Matrix” tiene una puesta en escena y composición, en realidad, muy clásicos. No buscan crear movimientos de cámara imposibles como haría por ejemplo David Fincher unos años después con “La habitacion del panico” (2002). De hecho, la pareja de cineastas incluso se atreven a utilizar referencias visuales al cine de Sergio Leone sin estar fuera de lugar. Se trata de un trabajo de dirección tan elegante como funcional, sin más. Puede destacar la decisión por dar una tonalidad enteramente verde a la imagen -color atribuido además al mundo informático de la película-, que le da una entidad diferente y propia, distinta a cualquier otra película de acción estrenada hasta el momento.
“Matrix” tiene unos efectos especiales que ya han sido analizados y estudiados hasta el más mínimo detalle desde su estreno. La película puso de moda el concepto del “tiempo bala”, que no es nada más que el congelar la imagen en ciertos momentos de acción para dar un aspecto cool a cuanto sucede en ella. Se trata de un recurso hecho con gracia en la película, pero sería utilizado hasta el abuso en el cine de acción de la primera década de los 2000, e incluso en las dos secuelas que la seguirían: “Matrix Reloaded” (2003) y “Matrix Revolutions” (2003). El efecto incluso llegaría a los videojuegos, en lo que no sería más que el inicio de una simbiosis entre ambos medios, todavía vigente a día de hoy.
Esos efectos especiales serían experimentales en su día. Vistos ahora, sin haber envejecido mal, sí se perciben como pertenecientes a otra década del cine.
“Ya sé kung fu”
La película tiene dos tipos de escenas de acción: cuerpo a cuerpo, y de tiroteos. Cada uno con un tipo de atractivo distinto.
Los del primer tipo estarían claramente inspiradas en el cine de artes marciales, como las imprescindibles “El mono borracho” (Yuen Woo-Ping, 1978) y “El mono borracho II” (Liu Chia-Liang & Jackie Chan, 1994 ). “Matrix” cuenta con unas coreografías bastante logradas, donde no se avergüenzan de utilizar planos abiertos para que la acción se vea sin problemas. En lugar de fragmentar la acción en el montaje como es habitual en producciones mayormente pobres, aquí se deja ver todo bien para el deleite del espectador. Como curiosidad, entre los múltiples especialistas estarían Chad Stahelski, quien saltaría a la fama en la dirección por encargarse, junto a David Leitch, de “John Wick, otro día para matar” (2014) y sus secuelas.
En cuanto a las escenas con tiroteos, destacan sobremanera por el mencionado uso del “tiempo bala” y las poses chulescas de sus personajes. Ahí hay más estilo que sustancia. Todo son poses e imágenes que lucen bien. ¿Antecesores del cine actual? Sea como sea, cada uno las disfrutará más o menos en función de la predisposición a dejarse llevar por su locura visual.
Como se ha comentado antes, los personajes son meramente funcionales en los papeles que juegan en la historia. Neo es el elegido, Morfeo es el mentor, Trinity es “la chica” y Hugo Weaving da mucha presencia al Agente Smith, el villano de la historia. A falta de ser personajes con mayor entidad, se hizo un buen trabajo a la hora de elegir a los actores, cuya carisma lleva el peso entero de los personajes… Y por tanto también del buen funcionamiento final de todo el conjunto. Entre otras cosas, de sus escenas de acción.
La «revolución» de Matrix
Con el paso del tiempo, “Matrix” se ha convertido en una película de culto con derecho propio. Sin ser tampoco nada cercano a una película excelente, sí se trata de un título redondo que funciona bien dentro del marco de la película. Es una propuesta de sensibilidad adolescente, cuyo fervor surgiría precisamente en este sector demográfico. Como hemos mencionado, le seguirían dos secuelas que cerrarían la historia y después vendría una secuela “tardía” en la forma de “Matrix Resurrections” (2022).
A la original le seguirían también películas que buscarían beber de su fórmula, como la correcta “Equilibrium” (Kurt Wimmer, 2002). Otra propuesta de ciencia ficción con su particular modo de abarcar las escenas de acción, que contaría con el protagonismo de un Christian Bale antes de saltar a la fama con “Batman Begins” (Christopher Nolan, 2005).
En definitiva, habría un antes y un después en el cine con “Matrix”. Como sucedería con películas como “La guerra de las galaxias” (George Lucas, 1977) o las ya mencionadas “Harry Potter y la piedra filosofal” y la trilogía de “El señor de los anillos”. En todo caso, se trata de una película difícilmente no recomendable.