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Maggie (Henry Hobson, 2015)

08/01/2016
Maggie imagen destacada

Un giro al sub género de los zombis

El género zombi se niega a morir en el cine. Prueba de ello son películas que buscan encontrarle un giro o elemento innovador que la hagan destacar por encima de las demás. “Summer Camp” (Alberto Marini, 2015) cambia los roles de presa y cazador, “I Am a Hero” (Shinsuke Sato, 2015) le da un tono paródico muy japonés, o “Guerra Mundial Z” (Marc Forster, 2014) pretendió darle un aire épico a una historia que siempre se había limitado a transcurrir en espacios reducidos. Henry Hobson tiene en sus manos la dirección de «Maggie«.

Es un drama enmarcado en un mundo post apocalíptico donde una adolescente llamada Maggie Vogel (Abigail Breslin) tiene los días contados antes de convertirse en un zombi debido a una mordedura. Mientras, su padre, Wade Vogel (Arnold Schwarzenegger), hará lo posible para permanecer a su lado e intentar que los últimos días de su hija sean tan llevaderos como le sea posible.

Lo primero que llama la atención de esta película es la idea de ver a una celebridad cómo Arnold Schwarzenegger en un drama minimalista con un planteamiento de serie B de fondo. Es un coctel extravagante que en buenas manos podría salir algo interesante y rompedor dentro de un subgénero tan manido como el de zombis, pero que bajo otras personas podría dejar una sensación más bien amarga.

Arnold Schwarzenegger en Maggie
Arnold Schwarzenegger en Maggie

A medio gas

Desgraciadamente, «Maggie» cae en este segundo bloque. Ello se debe simplemente a un guión de base en el que no sucede nada ni a nivel dramático, de terror o emocional. No es que sea una película contemplativa o pausada, sino que no hay ningún elemento interesante que te mantenga en tensión dado que al principio de la película ya te dicen cómo termina la historia. Además, durante su desarrollo no sucede nada que pueda levantar algún tipo de emoción en el espectador.

Consecuentemente, resulta poco satisfactorio el tono grisáceo de la imagen y del drama de «Maggie«. A pesar de tratarse, efectivamente, de una película pesimista, está muy poco explotada como tal. Así, el look visual escogido queda finalmente como un simple envoltorio bonito para un paquete vacío. Considerando esto resulta una pena ver como se desaprovecha una actriz con tanto que decir como Abigail Breslin.

La joven actriz ya había convencido a más de uno en “Pequeña Miss Sunshine” (Jonathan Dayton & Valerie Faris, 2006), porque tiene muy poco material con el que trabajar más allá de su prematuro fallecimiento. La película tampoco indaga en exceso en las repercusiones psicológicas de lo que está sufriendo, y cuando lo hace cae en el melodrama más bien típico de las novelas juveniles que están tan de moda en el cine actual.

Abigail Breslin en Maggie
Abigail Breslin en Maggie

Intentando expresar emociones

Arnold Schwarzenegger nunca ha sido un actor dramático. Esta incursión en el drama no cambia este hecho a pesar de sus visibles pero finalmente fallidos esfuerzos de manifestar emociones. Es tan inexpresivo como lo recordamos en “Terminator 2: El juicio final” (James Cameron, 1990). Sin embargo, Schwarzenegger siempre ha suplido sus carencias interpretativas por su innegable carisma en la pantalla. Sin embargo, aquí no se puede decir lo mismo dado que sus apariciones son puntuales y tampoco tiene mucho más que hacer que la joven protagonista.

Hobson, por su parte, se decanta por un ritmo narrativo pausado para subrayar que estamos ante una película que tenemos que tomarnos en serio, pero en esa intención solo termina provocando sopor. Dicho esto, se le puede dar crédito por tener buena mano con los tiempos y por tener una planificación clásica y elegante que al menos no hace daño a los ojos. Lo malo es que el guión de base, como hemos comentado antes, no cuenta nada. No tiene conflicto, y no hay interés por el devenir de la historia. En resumen, no sucede nada y su corta duración se hace más larga de lo que debería.

Imagen de Maggie
Imagen de Maggie

Una idea desaprovechada

En definitiva, “Maggie” puede quedar finalmente como una curiosidad dentro de un género tan caricaturizado como el del zombi. En esta ocasión el género se utiliza como contexto y no como fondo, y por aquí puede encontrarse algún punto favorable. Sin embargo, también queda una dañina sensación de desaprovechamiento, y sus pocas virtudes visuales quedan empañadas por una sensación general de envoltorio de nulo contenido. Una autentica pena.