El fin de…
El tiempo de los piratas se acerca a su fin. El Lord Cutler Becket persigue implacable a todo pirata que se atreva a izar una bandera con el fin de ahorcarlos y acabar así con todos ellos. Debido a esto, Elizabeth Swann (Keira Knightley); el capitán Barbossa (Geoffrey Rush) y toda su tripulación viajan hacia el océano asiático para reunirse con el capitán Sao Feng (Chow Yun-Fat); uno de los nueve señores piratas, para que les de un mapa con indicaciones hacia los dominios de Davy Jones (Bill Nighy); donde se encuentra aprisionado el pirata Jack Sparrow (Johnny Depp). En medio de todo esto, Will Turner (Orlando Bloom) tiene sus propios motivos para querer encontrar a Jack.
Son muchas las subtramas que los guionistas Ted Elliot y Terry Rossio junto al director Gore Verbinski deben afrontar en «Piratas del Caribe: En el fin del mundo«. Aunque la película sigue una única línea argumental más bien simple que se puede resumir en una batalla entre piratas y las tropas inglesas; los guionistas alargan el metraje hasta casi las tres horas con un cúmulo de conflictos; enredos; twists y un amasijo de personajes que terminan cayendo en un gran caos narrativo.
Hay una falta de preparación o coherencia en el conjunto del libreto que confluye en un clímax final que apuesta por el ruidismo; el exceso tanto visual como sonoro y la implausibilidad de unas set pieces que en lugar de asombrar producen confusión narrativa, agravado por alguna resolución dramática apresurada. Sin embargo, a pesar de todo ello, la película tiene alguna escena de lucidez emotiva que transpira magia; y más allá del enredo narrativo se consigue transmitir al espectador una nota dramática, un sentimiento agridulce ante la situación desesperada de los personajes, que se extiende por toda la película.
La lucha de la libertad contra la opresión es eterna tanto en la vida como en el cine –especialmente en el género de aventuras–; es un tema que solo necesita tener los elementos adecuados para hacerlo funcionar independientemente de la originalidad. En este caso contamos con una buena galería de personajes carismáticos: el héroe (Will); el rufián (Barbossa); el villano trágico (Davy Jones); el villano real (Cutler Beckett); el bufón (Jack Sparrow); o Elizabeth como la protagonista real de este enredo narrativo que es «Piratas del Caribe: En el fin del mundo«, entre otros.
Todos ellos consiguen dar a la película al menos un momento bueno y entre tanto rostro puede resultar complicado no encontrar uno atractivo. Además, la película cuenta con un excelente diseño de producción de Rick Heinrichs; un montaje dinámico que no deja lugar para el aburrimiento (aunque si para el atragantamiento) y, para que negarlo, un buen trabajo de planificación y puesta en escena de Gore Verbinski.
Es loable la capacidad visual y de puesta en escena del director a la hora de poner en pantalla las excesivas y explosivas secuencias de acción cuya inexistente causalidad pasa desapercibida dado el exceso de movimientos de cámara y la grandilocuencia de unos acontecimiento rocambolescos que parecen buscar la sobre saturación en el plano para apabullar. Aunque no resulta fallido en ejecución; termina hastiando por la facilidad de perderse con tanto jaleo.
Por otra parte, Verbinski le da a la película el pulso necesario para que no decaiga la atención, y mantiene un estilo coherente que en los momentos más tranquilos le permite mostrar unos planos bellos. También acierta al moderar el tono apayasado de Sparrow al tratarse de un personaje que en otras manos podría haber caído en un alivio cómico más cargante que gracioso. Depp está en su salda en este papel tan excéntrico, y el desempeño general del plantel de actores es excelente en algunos casos –Rush; Nighy; Hollander–; notable en otros –Bloom o Knigthley–; y cumplidor en el resto de los casos.
Dentro de los excesos de la producción encontramos la partitura original de Hans Zimmer; quien no solamente recupera los temas principales de la franquicia sino que además incorpora otras temas igualmente buenos. Se arranca con un apropiado tomo pesimista en «Hoist the Colours«; mantiene tonos más melódicos en «At Wit’s End«; otras más dinámicas como «Up Is Down» y se atreve a dar a la música unos acordes reminiscentes de Ennio Morricone y sus colaboraciones con Sergio Leone en «Parlay«. En general Zimmer compone una excelente banda sonora que se puede considerar como una de las mayores bazas de toda la producción, menoscabada únicamente por su uso excesivo en todo momento del metraje que, como sucede en otros apartados de la producción, termina sobrecargando.
Conclusión de Piratas del Caribe: En el fin del mundo
«Piratas del Caribe: En el fin del mundo» es una película resultado de haber querido convertir en trilogía unas historias que pedían más tiempo de desarrollo antes de su inicio de producción. Lo que queda en definitiva es un entretenido pero alargado cruce entre el cine de aventuras y el de piratas, lleno de personajes carismáticos pero demasiado caótica para su propio bien. En resumen, cae en el mismo error de siempre: en no terminar de pulir el guión, la piedra angular de toda obra cinematográfica.
«Piratas del Caribe: En el fin del mundo» es una película resultado de haber querido convertir en trilogía unas historias que pedían más tiempo de desarrollo antes de su inicio de producción. Lo que queda en definitiva es un entretenido pero alargado cruce entre el cine de aventuras y el de piratas, lleno de personajes carismáticos pero demasiado caótica para su propio bien. En resumen, cae en el mismo error de siempre: en no terminar de pulir el guión, la piedra angular de toda obra cinematográfica.