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Harry Potter y la piedra filosofal (Chris Columbus, 2001)

23/11/2018
Harry Potter y la piedra filosofal imagen destacada

El niño de la cicatriz

Para todos los que fuimos niños o adolescentes durante finales de los noventa y principios del nuevo siglo, seguro que, acontecimientos políticos y sociales a parte, recordamos con especial cariño ese final del 2001 que nos brindó en menos de un mes dos adaptaciones que cambiarían el panorama cinematográfico del siglo XXI: la de la épica fantástica concebida por la mente de J.R.R. Tolkien, “El señor de los anillos”, y la de las aventuras mágicas del joven mago Harry Potter, creadas por J.K. Rowling.

Es bastante probable que la publicación de la saga de Harry Potter haya sido uno de los fenómenos literarios más importantes vividos en las últimas décadas. Un fenómeno literario que, parecido al vivido más recientemente –aunque de menor envergadura- por las novelas de “Canción de hielo y fuego” de George R.R. Martin gracias a la adaptación televisiva de la HBO titulada como su primera novela, “Juego de tronos” (2011-2019), tendría todavía más repercusión mediática una vez empezaran a estrenarse las adaptaciones cinematográficas.

El trío protagonista
El trío protagonista

Espíritu Dickensiano

De este modo se iniciaría la primera adaptación de un total de ocho películas adaptando las siete novelas de la serie, pues la última de ellas sería dividida en dos partes, puede que no tanto debido a la longitud del original, sino por ser moda en Hollywood. Después de muchos tanteos entre directores como el mismísimo Steven Spielberg, la dirección de la primera novela, “Harry Potter y la piedra filosofal”, caería en manos de Chris Columbus, quien contaría con la ayuda de Steve Kloves para adaptar el texto original a un guion cinematográfico.

La premisa de bien seguro es conocida: Harry Potter es un niño de diez años que vive con sus tíos Vernon (Richard Griffiths) y Petunia Dursley (Fiona Shaw) y su insoportable primo Dudley (Harry Melling), quienes le consideran más un estorbo que un niño pequeño. Todo cambiará en las vísperas de su onceavo aniversario, cuando llegue una misteriosa carta dirigida a Harry.

Chris Columbus

Tratándose de una historia de aventurillas enfocada a los niños, no es trivial la elección de un director como Chris Columbus. Tiene en su haber entrañables películas familiares como las dos partes de “Solo en casa” (1990 y 1992), o “Señora Doubtfire, papá de por vida” (1993) con el difunto Robin Williams, y trabajara en el guion de otras películas juveniles, aunque ya de tono ligeramente sombrío, como “Gremlins” (Joe Dante, 1984), “Los Goonies” (Richard Donner, 1985) o “El secreto de la pirámide” (Barry Levinson, 1985).

Alan Rickman en Harry Potter y la piedra filosofal
Alan Rickman en Harry Potter y la piedra filosofal

Se trata pues de un realizador con amplia experiencia en este tipo de obras, porque como bien han marcado otras historias a lo largo de la historia de la literatura, por muy joven que sea el público objetivo, tampoco está fuera de lugar dar toques ligeramente terroríficos. Así pues, no resulta sino lógico decantarse por dicha persona para empezar una franquicia como la que la Warner Bros tenía en sus manos.

Un diseño de producción majestuoso

Claro que, por otro lado, Columbus nunca ha demostrado ser el director más virtuoso detrás de la cámara. Y aquí no es diferente. Sin embargo, también se puede defender que una película de este tipo pueda beneficiarse de una puesta en escena, o bien más simple, o al servicio de otros departamentos fundamentales para el éxito de una propuesta como ésta: el diseño de producción y los efectos visuales, todo ello necesario para trasladar correctamente en imágenes el mundo mágico creado por Rowling.

Es precisamente en estos aspectos donde recae gran parte del encanto y éxito de «Harry Potter y la piedra filosofal«. Entre el diseño de producción encabezado por Stuart Craig y la fotografía de John Seale se consigue magníficamente el sense of wonder tan imprescindible en estas propuestas, ya sea en el barrio residencial gris donde arranca la narración, como en las múltiples localizaciones del mundo mágico que vamos descubriendo al mismo ritmo que los ojos de Harry: el callejón Diagon, el banco Gringotts o, por encima de todo, el esplendoroso castillo de Hogwarts. Las imágenes de Hogwarts resultan especialmente hipnóticas precisamente porque se consigue dar naturalidad y veracidad a unas localizaciones medievales fabulísticas imposibles de existir, cuajándolo perfectamente con los lugares cotidianos donde habitan los muggles (acá, gente no mágica).

Richard Harris en Harry Potter y la piedra filosofal
Richard Harris en Harry Potter y la piedra filosofal

La magia de John Williams

Todo esto se ve mejorado por la participación del maestro John Williams para la música. ¿Qué se puede decir de su trabajo que no se sepa ya? Dio personalidad propia a la música de franquicias como Star WarsIndiana JonesSuperman y gran cantidad de películas como “E.T. El extraterrestre” (Steven Spielberg, 1982). Su función como compositor es que la música establezca el tono apropiado para la obra, que marque la intención de los personajes para suscitar emociones. Así, en “Tiburón” nos hace sentir la presencia acechante de un gran depredador, en “Jurassic Park” la música acompaña tanto el tono primitivo de los monstruos como su sentimiento de magia y grandeza.

En “La guerra de las galaxias” nos hizo sentir la inmensidad del espacio o en “En busca del arca perdida” la energía y vitalismo del personaje principal. Ahora, en esta ocasión, Williams hace lo mismo con el mundo mágico salido de la mente de J.K. Rowling, empezando por el tema principal que remite directamente a la magia y al misterio, sin perder el tono de fábula de la historia. “Prologue”, “Diagon Alley and the Gringotts Vault” o “Hedwig’s Theme” son ya algunos de los temas más memorables de su longeva carrera, y no sin razón.

Robbie Coltrane es Rubeus Hagrid
Robbie Coltrane es Rubeus Hagrid

En busca del reparto adecuado

Sin embargo, todo lo comentado hasta ahora no son más que respuestas a problemáticas técnicas y creativas que, con todo el talento latente de la industria, podían hacer frente. Seguramente lo más complicado de todo, lo que iba a suponer la diferencia entre el éxito y el fracaso, y no de la película, sino de toda la franquicia, era el casting. Y, concretamente, la correcta elección de los actores para dar vida al trío protagonista: HarryRon Weasley y Hermione Granger. ¿Qué más se puede decir que no se haya dicho ya miles de veces? Tratándose de actores jóvenes, con poca o nula experiencia, no era una mala solución tirar de la naturalidad de los propios actores para dar vida a los personajes.

Aunque más adelante les tocaría enfrentarse a situaciones más exigentes, con mayor o menor desenvoltura, lo cierto es que al menos en «Harry Potter y la piedra filosofal» todos ellos cumplen perfectamente lo que les pide el papel, en unos trabajos agradables y carismáticos. Radcliffe tiene el encanto y la cara ingenua de un niño incapaz de romper un plato. O al menos voluntariamente porque sus poderes innatos a veces se manifiestan por voluntad propia. No es coincidencia que años atrás interpretara al héroe titular en la notable adaptación televisiva de “David Copperfield” (1999), siendo ambos papeles con trazos comunes. Rupert Grint hace las veces de amigo tontorrón, de amigo leal, siempre guardando las espaldas de Harry, y Emma Watson interpreta perfectamente la siempre magnífica y repelente Hermione Granger, siendo ella la que sale mejor parada de entre ellos tres.

Rupert Grint y Daniel Radcliffe
Rupert Grint y Daniel Radcliffe

Secundarios de lujo

Quizás con el objetivo de suplir la experiencia del trío protagonista, para todos los personajes secundarios adultos se reclutarían varios pesos pesados de la interpretación británica, en un reparto impecable del que bien se puede hacer un quién es quién de estrellas inglesas. Aunque no hay nadie que cojee en este aspecto, nos vemos obligados a destacar a tres de ellos por encima de los demás: Richard Harris como Albus Dumbledore, director de la escuela y gran figura paterna para Harry, cuya magnífica fragilidad a la hora de hablar contrasta con la seguridad y ternura que desprende su mirada.

En segundo lugar, a Alan Rickman como Severus Snape, el profesor de pociones, quizás el personaje más complejo de la franquicia, en una interpretación caricaturescamente siniestra, como salido de una novela de Charles Dickens; y por último a Robbie Coltrane como ese entrañable gigantón que es Rubeus Hagrid, el guarda de los terrenos de Hogwarts, cuya pasión por las criaturas peligrosas solo es superado por su enorme corazón.

De la novela a la gran pantalla

Quizás lo más discutible de todo sería, finalmente, el trabajo de adaptación de la novela al guion. Puede que debido a la presión de no decepcionar a las legiones de fans que iban a acudir en masa a los cines, hay poco riesgo de salirse de la línea original. Se adaptan escenas enteras en modos casi literales y a veces en modos un tanto disconexos.

Daniel Radcliffe es Harry Potter
Daniel Radcliffe es Harry Potter

Difícilmente se puede achacar la responsabilidad a Kloves, sabiendo que en su haber tenía otra adaptación aclamada como “Jóvenes prodigiosos” (Curtis Hanson, 2000), a parte de haber escrito y dirigido la multinominada “Los fabulosos Baker Boys” (1989). A pesar de esto, el trabajo en líneas generales es efectivo y satisfactorio, tanto para los seguidores de las novelas, como para aquellos que entran en este mundo por primera vez.

Una adaptación bastante redonda

Con todo, lo mejor del trabajo de Columbus es haber conseguido trasladar a la pantalla todo el colorido, el poder imaginativo y el entretenimiento sin tapujos que se podía esperar de esta adaptación. “Harry Potter y la piedra filosofal” es una gran película familiar. Es entrañable y tiene un encanto propio que provoca querer volver a ser un niño para poder ir a estudiar al colegio Hogwarts… O al menos de saber que pasa a continuación con la adaptación de la segunda novela: “Harry Potter y la cámara secreta” (2002).