
La Edad de Oro de la Ciencia Ficción
Las décadas de los 50 y 60 fueron muy fructíferas para la ciencia ficción. Diversas situaciones políticas y sociales suscitaron un creciente interés hacia diversas cuestiones que, irremediablemente, solo podían tener cabida en este género. Serían tendencias presuntamente pacifistas, como la llegada del hombre a la Luna o un posible contacto con extraterrestres; pero también otras más preocupantes como el daño potencial de las bombas nucleares sobre la humanidad. Esos hechos generarían especulaciones que distintos escritores desarrollarían en novelas. Nombres como Arthur C. Clarke o Isaac Asimov forman parte del panteón de los mejores escritores en tratar la ciencia ficción. Sin embargo, antes que ellos aparecería el nombre de Harry Bates, quien escribiría un relato titulado “El amo ha muerto” (1940). Una década más tarde, recibiría una adaptación al cine titulada “Ultimátum a la Tierra” (1951), con dirección de Robert Wise.
La premisa de la película es muy sencilla: en una Tierra dividida por las disputas entre las distintas naciones, una nave extraterrestre aterriza en Washington D.C. De ella aparece un misterioso hombre llamado Klaatu (Michael Rennie), cuya intención es dar un mensaje para toda la humanidad. Durante su estancia en la Tierra, entablará amistad con Helen Benson (Patricia Neal) y su hijo Bobby (Billy Gray).

Un nuevo orden mundial
Como bien se ha visto recientemente en la notable “Oppenheimer” (Christopher Nolan, 2023), la creación de la bomba nuclear supuso un miedo naciente entre la sociedad. Al fin y al cabo, la creación de una fuerza capaz de destruir el mundo preocupó incluso a sus creadores. Se trataría de un temor agravado al ver como los gobiernos jugaban con ese sentimiento para generar miedo y desconfianza. No solamente hacia las distintas potencias mundiales del momento, iniciando el período de Guerra Fría; si no también dentro de la propia sociedad estadounidense.
Esta idea puede servir de punto de partida para entender la intención final de “Ultimátum a la Tierra”. Como sería habitual en la ciencia ficción de la época, se utilizó el género para hablar de problemas a los que se enfrentaba la sociedad del momento. En algunas ocasiones, con una moraleja final más propia de las fábulas para los más pequeños. Y en la mayoría de casos, esto sucedería más bien en el terreno de la literatura que en el cine. En el campo de las novelas podemos encontrar ejemplos como “Crónicas marcianas” (Ray Bradbury, 1950) o “El fin de la infancia” (Arthur C. Clarke, 1953).
En el cine, la tendencia empezaría precisamente con ésta “Últimatum a la Tierra”. Le seguirían propuestas como “La guerra de los mundos” (Byron Haskin, 1953) o “Planeta prohibido” (Fred M. Wilcox, 1967). El género seguiría esta misma línea durante las décadas siguientes, hasta que el éxito de “La guerra de las galaxias” (George Lucas, 1977) empezara a cambiar, muy a su pesar, las reglas de juego del género en el cine.

Uno de los grandes
Cuando se embarcó en este proyecto, Robert Wise todavía empezaba a destacar como director. Posteriormente realizaría películas de gran calado como “West Side Story” (1961), “La casa encantada” (1963), “Sonrisas y lágrimas” (1965) o “Star Trek, la película” (1979). En la actualidad, se puede considerar un artesano del cine. Un director sin una personalidad o identidad visual propia, pero que conocía muy bien su oficio. Conocía bien los recursos de cada género, y los utilizaba bien. Normalmente acompañados de una puesta en escena y planificación puramente clasicistas. Sin alardes visuales, pero con un gran control del encuadre, de la dirección de los actores y del tiempo.
En el caso de sus musicales, daba un gran foco a las coreografías. En sus películas de terror, potenciaba el uso del sonido y de la fotografía. Para Star Trek cedió el peso a los efectos especiales, la música de Jerry Goldsmith y el carisma de los actores.
El guión de base parece ser lo más importante de “Últimatum a la Tierra”. Seguramente dados los orígenes literarios, la exposición del relato -ya sea vía diálogos o por imágenes- cobra una gran importancia para que la decisión final de Klaatu termine teniendo sentido. De este modo, Wise se decanta por la puesta en escena clásica antes mencionada, cuidando la imagen hasta el último detalle. Aún así, hay un tono como de documental. Sobre todo durante los primeros minutos de la película.
Aunque la premisa es de ciencia ficción, el desarrollo de la película juega con elementos del cine negro y del de terror de la época. En este aspecto, resulta especialmente destacable el trabajo de fotografía de Leo Tover.

El equipo de Ultimátum a la Tierra
Edmund H. North se encarga de adaptar el relato a un guión cinematográfico. El desarrollo de la historia presenta la gran disparidad que existe entre las relaciones de Klaatu con el gobierno estadounidense, con los entrañables minutos que pasa con la familia Benson, u otros personajes como el profesor Jacob Barnhardt (Sam Jaffe). Hay un esfuerzo para hacer un retrato bastante escueto de las dos caras de la humanidad, y de las relaciones entre todos ellos. A parte, no falta en la narración algunas connotaciones bíblicas ante la llegada de Klaatu con un mensaje para la humanidad. Ciertamente, el enfoque escogido parece un prototipo de lo que Rod Serling desarrollaría posteriormente en la excelente serie de televisión “The Twilight Zone” (1959-1964).
Bernard Hermann se encarga de la música. Compositor habitual del cine de Alfred Hitchcock, compone aquí una banda sonora con unos motivos musicales que se convertirían en característicos del género. Por ejemplo, el tema principal descriptivo de los alienígenas, y que se puede escuchar en “Prelude / Outer Space / Radar” o “Klaatu”. En este segundo mezcla la sonoridad extraterrestre con un tono mas misterioso, propio de la aparición de un personaje de otro planeta. Por otra parte, el tríptico “Gort / The Visor / The Telescope” describe al centinela compañero de Klaatu con una música más terrorífica.
Pero no todos son temas ominosos, pues allí están otras canciones más melódicas como “Arlington”, y una suerte de continuación tonal en “Lincoln Memorial”. Como todo buen compositor, Hermann compone distintos leit motifs para describir personajes o situaciones. A lo largo del trabajo, el compositor juega esencialmente con estas tres ideas mencionadas.
A destacar por último el uso de unos efectos especiales simples y puntuales que, quizás por ello, no han envejecido mal.

Érase una vez… La Ciencia Ficción
Aunque el contexto social ya forma parte de la historia, y la película contenga algunas ideas algo desfasadas; “Ultimátum a la Tierra” es fácilmente adaptable al momento actual. Y muy probablemente siga siéndolo en las décadas venideras. Por tanto, la atemporalidad de la premisa, más la suma de elementos puramente cinematográficos que la componen, permiten posicionarla como una de las mejores películas de ciencia ficción estrenadas a día de hoy.
Además, es un buen ejemplo del potencial real del género si se asumiera bajo un punto de vista diferente al que, casi tres décadas más tarde, popularizaría George Lucas con su “La guerra de las galaxias” (1977). Se trata de un título que demuestra la finalidad especulativa y social inherente al género… Sin decir que se ha perdido del todo, sí se ha reducido bastante desde entonces la cantidad de propuestas con esta idea principal. Por mencionar un título reciente del mismo estilo, se puede recomendar «Ex Machina» (Alex Garland, 2015).