Aquí estamos un año más: el Festival de Sitges 2020. Aunque debido a la situación especial que estamos viviendo, haremos la cobertura desde casa gracias a la plataforma online que ha proporcionado el festival.
Precisamente debido a esto nos limitaremos a poner las películas que vamos viendo, independientemente del día de visionado. Por respeto a los que están acudiendo a la sala en forma presencial, seguiremos los itinerarios de proyección programados para las salas, para no hablar de películas que todavía no se han visto en el Auditori, Tramuntana, el Retiro, el Prado o en Brigadoon.
Sin más, pasemos a las películas
Possessor (Brandon Cronenberg, 2020)
«Possessor» es la nueva película de Brandon Cronenberg, hijo del director de «Videodrome», entre otras. De su padre hereda la idea de la nueva carne, aunque aquí hay un giro más claro hacia la ciencia ficción. Demuestra tener un buen ojo para la imagen y buen pulso narrativo.
Quizás podría haber sido más loca dada la premisa, pero eso no quita que sea una película de lo más redonda. Muy recomendable.
Come True (Anthony Scott Burns, 2020)
Los sueños y la realidad se confunden en «Come True«. Película pesadillesca y desconcertante en la que una chica joven deberá de hacer frente a sus problemas de sueño. En este caso, el remedio será peor que la enfermedad, puesto que ello la hará ver cosas que la mente humana no puede comprender.
Con un tono y música muy del cine independiente americano, una de las mejores cosas que tiene es que la narración avanza sin saber nunca por dónde nos llevarán, hasta culminar en un final que da para revisionado inmediato. Además, cuenta con una enorme interpretación de su actriz principal Julia Sarah Stone.
Para nosotros, la gran sorpresa de esta edición y puede que la mejor película que hemos visto durante esta semana.
Historia de lo oculto (Cristian Ponce, 2020)
«Historia de lo oculto» es una producción argentina que mezcla el cine de conspiraciones con el de brujería. En ella, un famoso programa de periodismo tratará de vincular un ascenso político con un aquelarre. Aprovechando bien sus ajustados 82 minutos, utiliza bien los recursos del cine de terror y del de periodismo. Cuenta con un acertado aspecto visual e interpretaciones. En resumen, muy bien.
Post Mortem (Péter Bergendy, 2020)
La película húngara «Post Mortem» narra cómo un contacto directo con la muerte nos puede hacer más sensibles a presencias sobrenaturales. La premisa gira alrededor de un superviviente de la Primera Guerra Mundial que pasa a ganarse la vida fotografiando personas recién fallecidas. Llegará a un remoto pueblo rural húngaro, donde irá descubriendo que se trata de una localidad maldita.
Se trata de un título bastante efectivo, con un trabajo de maquillaje realmente terrorífico y un gran diseño de producción. Quizás le falta depurar más los recursos del género para ser más redonda. Sin embargo, no podemos hacer más que recomendarla.
VIY (Konstantin Ershov & Georgiy Kropachyov, 1967)
Terror folklórico ruso en «VIY», una película del año 1967. Para qué engañarnos: algunos efectos de maquillaje han envejecido mal, y el sentido del terror de hace tanto ya no es el mismo que ahora. Públicos como el de Sitges han visto cosas más terroríficas. Sin embargo, vale mucho la pena darle una oportunidad a esta película por su diseño de producción (llega a parecer algunas de las mejores producciones de la Hammer) y por una historia que indaga en una mitología diferente. Y además no llega a los 90 minutos, por lo que se ve en un suspiro. La recomendamos.
Sputnik (Egor Abramenko, 2020)
Directo de Rusia llega «Sputnik». Una película de ciencia ficción con algunos parecidos con «Alien». Al menos en lo más superficial, porque como películas son bastante diferentes. En ella, dos astronautas volverán a la Tierra llevando consigo un ente extraterrestre.
Esta nueva propuesta parte de una buena premisa y diseño de criatura, pero se esfuerza demasiado en aguantar las casi dos horas de metraje. Tampoco aporta nada nuevo y quizás cae en la reiteración en algunas partes. Correcta, sin más, y quizás recomendable solo para los amantes de este tipo de historias.
The Silencing (Robin Pront, 2020)
Siguiendo la línea de otros thrillers rurales como «Insomnio» (Christopher Nolan, 2002) o «Wind River» (Taylor Sheridan, 2017); en «The Silencing» el director Robin Pront nos presenta a Nikolaj Coster-Waldau en el papel de un guarda forestal que se verá atrapado en una sucesión de asesinatos en serie, ayudado por la sherrif local interpretada por Annabelle Wallis.
Lo cierto es que la película no pretende en ningún momento inventar nada nuevo. Sin embargo, «The Silencing» funciona como un tiro en todos los aspectos: desde la dirección sobria, a la construcción del tono adecuado para este tipo de títulos y en la fotografía de unos paisajes que entran muy bien en los ojos.
Además, sus poco más de 90 minutos pasan en un suspiro y los actores cumplen sobradamente bien su función. No podemos hacer más que recomendarla.
Impetigore (Joko Anwar, 2019)
Decepcionante película de terror indonés. «Impetigore» parte de una premisa interesante, una ambientación y diseño de producción de 10, gracias sobretodo a sus tremendas localizaciones selváticas. Sin embargo, falla an la ejecución de una historia sobre maldiciones, al carecer de sorpresas, fallar en los momentos terroríficos y en alargar el metraje innecesariamente.
Una lástima, para qué negarlo, porque tenías todas las bazas para ser uno de los grandes títulos de terror de esta edición del festival.
Last Words (Jonathan Nossiter, 2020)
La premisa nos traslada a una tierra post apocalíptica en la que la humanidad está a punto de desaparecer. En este contexto, «Last Words» nos presenta a dos personajes embarcados en la búsqueda de una comunidad de personas.
Esta propuesta de Jonathan Nossiter es una película de ciencia ficción minimalista donde el componente humano y la magia del cine son los dos grandes puntos dramáticos.
Muy recomendable.
The Banishing (Christopher Smith, 2020)
Christopher Smith es un director que, con apenas un puñado de películas, se ha posicionado como un artesano del fantástico de serie B. A destacar «Creep» (2004), «Black Death» (2010) y ahora ésta «The Banishing«. Su nueva propuesta es una historia de terror gótica ambientada en Inglaterra antes de la Segunda Guerra Mundial.
Si bien es cierto que la película cuenta con virtudes: buena atmósfera, diseño de producción e interpretaciones; el título padece de un ritmo un tanto inconsistente y de no terminar de encontrar puntos refrescantes o que sorprendan.
Recomendada para fans de este tipo de películas, porque tampoco se encontrará mucho más.
Get the Hell Out (I.- Fan Wang, 2020)
«Get the Hell Out» es una auténtica locura esquizofrénica de película. Mediante el uso de recursos de la cultura pop, del manga y de los videojuegos, utiliza una infección zombie para hacer una crítica política y social.
El montaje es muy frenético y hay mucha inventiva visual, apoyada por una continua sucesión de gags y un sentido del humor característico de su cine nacional. Sin embargo, si no entras en él, es posible que se haga un poco pesada. Como nos ha pasado a nosotros… Mejor que cada uno la valore por sí mismo.
Becky (Jonathan Milott & Cary Murnion, 2020)
Seguimos nuestro recorrido por Sitges con «Becky». Imaginaos una «Jungla de cristal», pero con algo más de vísceras, mucha mala leche y con una preadolescente un tanto tarada como protagonista. El cóctel es una peli muy gamberra, como muchas otras que han pasado por el festival.
Sin embargo, deja la sensación de no aprovechar todas sus bazas, y se queda a medio camino de lo que podría haber sido. Kevin James no termina de convencer, y quizás Lulu Wilson es de lo que sale mejor parado. Entretenida, sin más.
Relic (Natalie Erika James, 2020)
Con «Relic», Natalie Erika James debuta en la dirección de largometraje con un cuento de terror con el alzheimer de una persona mayor como centro dramático. Si bien los recursos de terror son los de siempre, construye una metáfora que funciona bien y le da más drama a todo cuanto sucede durante la narración.
Es de cocción lenta. Y cuando todo desemboca hacia el final, no sucede lo que uno esperaría. Sea como sea, a su favor tiene también buenas interpretaciones, una atmósfera lograda y el buen hacer de la directora. Recomendable.
Boys from County Hell (Chris Baugh, 2020)
Chris Baugh nos ofrece en «Boys from County Hell» una mezcla entre el mito del vampiro, el folklore irlandés y la tradición irlandesa de los pubs.
Es un correcto entretenimiento que deleitará al espectador de un festival como el de Sitges y a aquellos fanáticos del cine de género. Sin embargo, poco más se puede encontrar en esta película.
Ideal para ver entre amigos… Y con una cerveza en la mano.
Sea Fever (Naesa Hardiman, 2019)
Si hay algo seguro que se pueda decir seguro de «Sea Fever«, es que no esconde sus referencias: «La cosa» (John Carpenter, 1982), «Alien» (Ridley Scott, 1979) o «Abyss» (James Cameron, 1989). Si hay una segunda cosa a decir es que, a pesar de ello, la película consigue tener identidad propia.
La premisa gira alrededor de un barco pesquero que queda varado en mitad del océano por culpa de un calamar o medusa gigante. A partir de aquí empezará una lucha por la supervivencia por parte de los pasajeros.
La película sabe lo que quiere y dura lo que necesita para conseguirlo. A su favor tiene un elenco de actores dándolo todo, un director que sabe dar el tono adecuado y unos efectos especiales que funcionan lo suficientemente bien. Para nosotros una pequeña sorpresa y un SÍ rotundo.
The Mortuary Collection (Ryan Spindell, 2020)
En cada edición del Festival de Sitges siempre hay lugar para antologías de historias de terror. «The Mortuary Collection» parece estar posicionada para convertirse en la más destacable de esta edición. Bajo la batuta de Ryan Spindell y con Clancy Brown como maestro de ceremonias, la película contiene buenas dosis de sangre, humor negro e incluso algo de crítica social.
Un buen hacer por parte del director, un diseño de producción muy apropiado y una composición musical resultona la ayudan a desmarcarse de títulos parecidos, y además la convierten en una película perfecto para una noche de Halloween.
Cabe decir que no inventa nada nuevo, pero es perfectamente disfrutable. Así que la etiquetamos de recomendable.
The Dark & the Wicked (Bryan Bertino, 2020)
Todas las ediciones del Festival de Sitges tienen al menos una buena película de terror puro, y ésta es definitivamente una de ellas. Bryan Bertino -director de aquella estupenda home invasion titulada «Los extraños» (2008)- nos ofrece un título de terror rural. Una propuesta donde el realizador prioriza la creación de una atmósfera mal rollera que el susto fácil. Que los hay, pero sin abusar.
La premisa: dos hermanos van a la casa rural donde viven sus padres. Se encontrarán una situación más tétrica de lo que podrían haber esperado antes de lleagr. Aunque recorre todos los puntos que se puede esperar de una propuesta como esta, el director demuestra un buen control sobre todos ellos. Tienen una buena puesta en escena, consigue crear el tono adecuado y el desenlace es satisfactorio.
Recomendable.
Psycho Goreman (Steven Kostanski, 2020)
Es posible que se pueda describir a «Psycho Goreman» como un hijo bastardo de los «Power Rangers» y de «ET: El extraterrestre» (Steven Spielberg, 1982). Una niña pequeña y su hermano descubren una piedra mágica con la que podrán controlar un ser demoníaco. Falta decir que la niña es completamente incorregible y necesita hacer siempre todo lo que ella quiere.
Otra de las muchas películas gamberras y festivaleras que pasan por este nuestro querido Festival de Sitges. Irreverente, irresponsable y divertida -al menos para aquellos que entren en el juego-. Desgraciadamente no ha sido el caso del que esto suscribe. Los poco más de noventa minutos de duración no se hacen largos, pero tampoco tiene nada especialmente relevante. En todo caso, el buen hacer de los actores más jóvenes.
En nuestra opinión, «Psycho Goreman» es muy poca cosa.
Mandibules (Quentin Dupieux, 2020)
Los que hayáis visto alguna película del inclasificable Quentin Dupieux sabréis que os podréis encontrar en «Mandibules«. El director francés nos presenta toda una fauna freak en una historia sobre una amistad entre dos almas perdidas que no saben qué hacer son su vida. Mientras intentan desempeñar sus planes lunáticos, cruzarán su camino con otros personajes, algunos de ellos igual de esperpénticos que ellos.
No engañaremos a nadie: no es una película para todos los paladares. Sin duda, se trata de un tipo de cine muy personal. Un cine un tanto freak tanto por premisa como por drama. Vale la pena verla tan solo por ver eses microcosmos tan especial que construye Dupieux. El que guste o no, ya será cosa de cada uno.
Como en cualquier otra película, al fin y al cabo.
Vicious Fun (Cody Calahan, 2020)
Muy entretenido homenaje/parodia al cine de terror ochentero de serie B, con una clara predilección hacia los slashers. «Vicious Fun» es la película festivalera por antonomasia que tanto gusta y se disfruta en un festival como el de Sitges. Muchas referencias pop, un encantador estilo audiovisual ochentero y un geek de protagonista que, para que negarlo, podría ser prácticamente cualquier espectador del festival.
No inventa la rueda, abusa de clichés y lugares comunes; pero se podría argumentar que es parte de la gracia de la película. Es tremendamente entretenida, por lo que tiene nuestro punto positivo.
Península (Sang-ho Yeon, 2020)
La película «Península» es la esperada segunda parte de la sensacional película de zombis «Tren a Busan» (Sang-ho Yeon, 2016). La acción retoma cuatro años después del inicio de la infección. La plaga se ha contenido, pero las zonas afectadas se han convertido en tierra de nadie. Un grupo de personajes entrará en una de esas zonas en busca de un camión con un montón de dinero.
Como toda secuela que se precie, se nota el aumento de presupuesto, pues pasamos de los confines cerrados de un tren, a los espacios abiertos (aunque igualmente claustrofóbicos) de una ciudad devastada. Todo es más grande, y grandilocuente. Y puede que esta sea la raíz del problema. La acción no cunde, los personajes son poco carismáticos, y en su búsqueda hacia lo excesivo termina resultando agotadora, en parte por unos efectos hechos por ordenador que no lucen nada bien en pantalla.
Si bien no llega a aburrir, tampoco deja poso. Una auténtica pena, para qué negarlo.