De vuelta a las carreras
La historia de «A todo gas 2» arranca con un O’Conner que intenta pasar página de lo sucedido en «A todo gas» (Rob Cohen, 2001). Dicho esto, no desaprovecha la ocasión de subirse a su coche y ganar dinero en las apuestas entre corredores. Un sub mundo en el que se ha forjado una fama que pondría los pelos de punta al mismísimo Toretto. Y es que la segunda entrega de la saga viene precedida por un preludio en el que vemos cómo Brian lo deja todo para huir de las autoridades de L.A., aparentemente sin un rumbo fijo; recorriendo miles de kilómetros en busca de una segunda oportunidad.
Una nueva vida que lo «obligará» a correr para costearse el viaje, para comprarse un vehículo y tunearlo, y seguir escabulléndose de la amenaza de la policía. Tal es así que «2 Fast 2 Furious» empieza con una carrera por las calles de Miami. Salvo algún detalle puntual, recuerda demasiado a la primera carrera de Brian vs. Dominic. Aunque más allá de su falta de originalidad, la secuencia sirve para presentar algunas de las nuevas caras de la historia como Tej Parker (Ludacris), un ex-corredor retirado a mecánico y corredor de apuestas, que irá ganando protagonismo en las siguientes películas de la franquicia; Jimmy (Jin Auyeung), un mecánico (sin más); y Suki (Devon Aoki), otra conocida corredora y amiga del ex policía.
La historia de A todo gas 2: Brian, la chica y el villano
Otro aspecto que se repite en la película respecto a «A todo gas«, es el hecho de que Brian debe volver a infiltrarse en el otro bando. Es algo que no deja de sorprender teniendo en cuenta el desenlace de la primera misión. Sin embargo, le podría abrir las puertas a una segunda oportunidad como policía. Repite en el papel de agente del FBI «Bilkins» (Thom Barry) quién le ofrece un trato para formar parte de una investigación conjunta de la Aduana, a cambio de borrar los antecedentes que tiene desde que escapó de Los Ángeles.
Tras aceptar, Brian viaja a Barstow (California) para reclutar a Roman «Rome» Pearce (Tyrese Gibson). Es un amigo de la infancia que acabó en prisión por un mal negocio y que se encuentra bajo arresto domiciliario. Un personaje que, junto a Tej Parker, se convertirán en piezas importantes en el devenir de la saga y que forma un tándem explosivo con O’Connor. Temerario, bocazas y arrogante son algunos de sus principales atributos, aunque su sentido del humor le da un aire nuevo a la historia y la hace más llevadera.
«Al contrario de lo que pensaba su director (John Singleton), el resultado de la fórmula de más acción, más coches, más chicas y más hip-hop; no es una mejor película»
Ambos se hacen pasar por corredores. Así, entran al servicio del narcotraficante argentino Carter Verone (Cole Hauser), el segundo villano de la franquicia tras Johnny Tran (Rick Yune). A pesar de presentarse como frío y despiadado, no acaba de cuajar como una amenaza real cuando le sacan el arma y lo separan de sus secuaces.
Lo más turbador del personaje es la relación que mantiene con Mónica Fuentes (Eva Mendes). Es una agente de aduanas infiltrada que lleva demasiado tiempo bajo la sombra de Carter, y que se verá comprometida con la aparición de Brian. Un personaje femenino que lejos de mantener el carácter fuerte y la «testosterona» vista hasta el momento en Letty, Mia (o Suki); se agarra a su físico y al papel de damisela en apuros para justificar su presencia en la película. Más allá de las miradas de quinceañera con O’Conner, no deja ningún momento para el recuerdo.
Los coches de A todo gas 2
Vemos muchas coches en «A Todo Gas 2« y supera en número a la primera película, si bien nos quedamos con los que tienen mayor presencia a lo largo del filme. Entre ellos sobresalen el Nissan Skyline R34 de 1999 con el que Brian abre la película, si bien también lo vemos al volante de un Mitsubishi Lancer Evolution 7 y un Camaro del 69, y los vehículos que conduce Roman Pearce, un Mitsubishi Eclipse GTS Spyder y un Dodge Challenger R/T de 1970.
Otros vehículos que merecen mención son el Honda S2000 de 2003 (Suki), un Mazda RX-7 del 1995 (Julio), un Toyota Supra del 95 (Slap Jack), un BMW M3 de 1995, un Saleen S281-E Mustang de 2003, un Ferrari 360 Spider y un Dodge Viper SRT-10 del año 2003. Todos ellos maravillas del motor que en algunos casos logran robar el protagonismo a sus pilotos.
Conclusión: strike 1.
En fin, «2 Fast 2 Furious: A Todo Gas 2» no mejora la primera. No sorprende ni tampoco engancha. Coge las bases de la anterior, las sacude y las multiplica. De esto modo, el resultado es una película difícilmente pasable. En todo caso, se la recordará por ser la carta de presentación de dos personajes que aun hoy siguen formando parte de la saga: Roman y Tej. El primero es lo mejor de la historia, y el único que consigue darle alguna variante a un argumento poco trabajado.
El hecho de que muchos de los protagonistas sean debutantes en la gran pantalla puede ser una razón para justificar el resultado. Aunque seguramente la trama no da pie a mejores interpretaciones, y cada uno hace lo que puede. En este sentido hay que destacar la labor de algunos protagonistas al rodar sin especialistas muchas de las secuencias al volante. Sobre todo en el caso de Suki (Devon Aoki), quién curiosamente no contaba con carnet de conducir antes de empezar la película.
Al contrario de lo que pensaba su director (John Singleton), el resultado de la fórmula de más acción, más coches, más chicas y más hip-hop no es una mejor película. Aunque el espectador que busque entretenimiento sin más probablemente no acabe tan decepcionado como yo. Quizás eso ya es un aliciente para verla y salir de dudas y, de paso, descubrir algo más sobre la franquicia.