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El viento se levanta (Hayao Miyazaki, 2013)

13/02/2015
El viento se levanta imagen destacada

El fin de una era

Todo lo bueno tiene un fin. Tras décadas dedicándose a la animación y dejando un legado cinematográfico que ya le gustaría a más de un director, Hayao Miyazaki, anuncia su retiro con «El viento se levanta«. Según él, un título muy personal, a la vez que diferente a lo que nos tiene acostumbrados.

A medio camino entre “Recuerdos del ayer” (Isao Takahata, 1991) y “Porco Rosso” (Hayao Miyazaki, 1992), “El viento se levanta” narra la historia de un niño, Jiro Horikoshi, cuyo sueño es pilotar aviones. Sin embargo, al no poder hacerlo debido a su miopía decide seguir los pasos de su ídolo, el ingeniero italiano Gianni Caproni, y diseñar el mejor avión posible.

Para ello Hayao Miyazaki opta por un estilo cercano al documental, en la que el amor hacia los aviones y el simple sueño de poder volar se cruza con las devastadoras consecuencias de desastres naturales, crisis económicas y un telón de fondo basado en las guerras de la primera mitad del siglo XX. Aun así, ante tal panorama desolador la imaginación y la ambición levantan vuelo.

Jiro
Jiro

Retratando una época turbulenta

Jiro es un pacifista que, sin embargo, en su empeño por perseguir su sueño, crea, inconscientemente o sin querer reconocer la finalidad última de sus creaciones, maquinas de matar. Miyazaki no intenta embellecer nada, simplemente abstrae las intenciones de Jiro en su obsesión por diseñar el mejor avión posible. Al fin y al cabo, tal como ambos ingenieros afirman en las secuencias oníricas en las que se encuentran, los aviones no existen para dar guerra sino para aportar un beneficio a la sociedad. Son sueños bellos. De este modo el director interpreta a Jiro como un personaje amigable, inocente, y ajeno a la brutalidad de la ideología militar humana.

En “El viento se levanta” la amistad surge de los desastres y el amor nace fruto de las casualidades. Así, en medio de todo ello aparece una conmovedora relación de amor con Nahoko Satomi, en la que nuestro protagonista aparcará momentáneamente su sueños para asentarse en el reino más tangible del contacto humano. La película esta llena de una extraordinaria delicadeza a pesar de tratar temas como la guerra y la pérdida, paralelamente a la siempre presente idea de los sueños.

Acompañando la historia se debe destacar la música compuesta por Joe Hisaishi, cercana a la vez que melancólica, empezando por su tema principal titulado «A Journey«.

Jiro y Nahoko
Nahoko y Jiro

Una película de Hayao Miyazaki

El cine de Miyazaki esta cargado de temas recurrentes en toda su filmografía: la guerra como crítica para demostrar que la paz debería ser el fin y principio de la humanidad, amor por la naturaleza, el sueño, aquí literal, del ser humano por poder volar… Existe en la película una declaración personal sobre la fuerza de los sueños, como luchar por una idea y finalmente conseguirla te eleva hacia las nubes. Es muy interesante también como define la creatividad y la imaginación como algo tan intangible como el mismo viento tan presente a lo largo de toda la narración.

Se trata de uno de los títulos más personales de su director, siguiendo la estela de la entrañable «Ponyo en el acantilado» (2008), donde exorcizaba sus demonios internos con algunas escenas en las que se disculpaba a su hijo por no haber estado con él durante su infancia debido al trabajo. El paralelismo en «El viento se levanta» se puede encontrar tanto en la presentación bonachona de Jiro como en la presencia de un Caproni a modo de mentor, recomendando al protagonista que aproveche bien su tiempo porque la creatividad es una fuerza, a veces fugaz, que va menguando a medida que pasa el tiempo.

La animación de El viento se levanta

Y qué decir de su animación. Animación tradicional que desmiente toda idea de que la técnica esta muerta. Magistral en cuanto a forma gracias a unos colores vivos, con unos trazos excelentemente detallados y una superposición de capas que crean una animación llena de matices. Además, recupera detalles estilísticos encontrados en «Ponyo en el acantilado» para adecuarlo a su estilo más habitual, consiguiendo un equilibrio que convierte «El viento se levanta» en su título mejor animado.

Aparte, el modo con el que el director dibuja la naturaleza va más allá del realismo, adquiriendo un aire hipnótico, bello, poético, mágico, abrumador… No es nada nuevo, ya habíamos visto algo parecido en «La princesa Mononoke» (1997) o «El castillo ambulante» (2004). Cosas como las plantas, el agua o el viento cobran vida en un algo que, repito, vas más allá de un realismo que sin embargo consigue. Para Miyazaki la naturaleza es el hogar idílico del ser humano y así lo plasma. Lo mejor es verlo por uno mismo, sentirlo y juzgarlo. Todo la parte en el hotel en medio del campo parece sacado de un sueño.

El viento se levanta, de Hayao Miyazaki
El viento se levanta, de Hayao Miyazaki

Despedida de un genio

Es importante comentar que con este título Hayao Miyazaki se despide del mundo del cine.

Y lo hace a lo grande.

Igual que Isao Takahata con la también magistral «El cuento de la princesa Kaguya» (2013), «El viento se levanta» es una película excelente, bella en cuanto a dirección, narración y, más importante, emoción. Aunque plana en su guión, no impide que esté perfectamente equilibrada en cada una de las cosas que hace. Hay un diálogo en la película en la que Caproni le dice a Jiro que los artistas solo están en activo durante 10 años, y que los ingenieros son iguales. Tras más de 50 años en el mundo de la animación, puede que Miyazaki haya sido la excepción.