Las neurosis de un detective
La década de los 70 supusieron un giro en las historias de Sherlock Holmes creadas ya por autores ajenos a Arthur Conan Doyle. Se empezaron a resaltar unas zonas grises del personaje que, quizás, su creador solamente planteó. Si “La vida privada de Sherlock Holmes” (Billy Wilder, 1970) presentaba a un detective más humano y falible que en las historias originales, durante la década saldrían algunas propuestas literarias que apuntaban a una neurosis del personaje producto de su característica adicción a la heroína. Una de esas obras setenteras llevaría por título “Elemental, Dr. Freud: solución al siete por ciento” (Nicholas Meyer, 1974). Dicha novela terminaría llegando a la gran pantalla de la mano de Herbert Ross el año 1976 con “Elemental doctor Freud”, con Meyer adaptando su propia obra.
La acción arranca presentando a un Sherlock (Nicol Williamson) preso de sus neurosis más extremas… Y también de su adicción a la droga. Ante la atónita -y preocupada- mirada del doctor John Watson (Robert Duvall), el detective relatará como ha detectado la existencia de una mente superior que controla todo el mundo criminal inglés. Ese mal se personifica en un profesor de matemáticas llamado Moriarty (Laurence Olivier). Incrédulo ante dicha declaración, el doctor decidirá urdir un plan para llevar a su amigo a visitar al psicólogo Sigmund Freud (Alan Arkin) para que analice y ayude al detective a superar su situación actual. Sin embargo, dicho plan no será más que el inicio de otra aventura para ambos.
Las aventuras de Sherlock Holmes
Nunca está de más recordar que Doyle concibió las aventuras de Sherlock no tanto como historias de misterio al uso, sino como aventuras con, incluso, momentos de acción. En todo caso, el misterio a resolver era más bien el elemento catalizador para poner a los personajes en movimiento. De hecho, en muchos de los relatos, el detective empieza conociendo la solución del caso en cuanto su cliente le relata los hechos. En muchos casos, el propósito del viaje es únicamente encontrar pistas para probar su teoría.
Fuera como fuera, las pretensiones del escritor inglés no eran más que ofrecer a sus lectores un entretenimiento más bien ligero. Aunque Doyle ya dibujaba algunas sombras a su personaje, jamás llegó a explorar traumas ni dramas personales asociados al pasado de Sherlock. Eso sería fruto de futuros revisionismos por parte de otros autores, para dar nuevas capas a un personaje del que poco se sabía de su ámbito privado.
La película “Elemental doctor Freud” empuja a Sherlock y a Watson a viajar a Austria para reunirse con Sigmund Freud para que éste haga un análisis psicológico al detective. ¿Qué lo empujó a tirar por esa línea de profesión? ¿Por qué está tan empeñado en enfrentarse contra los criminales? ¿Es Moriarty realmente un genio del mal o alguien producto de sus paranoias? Son algunas preguntas a las que la película se esfuerza por dar respuesta.
Aventura, acción, misterio y, ahora, psicología
De este modo, Nicholas Meyer hilvana una historia en la que el ritmo nunca decae, gracias a una mezcla entre la acción, la comedia, el misterio y el drama. Con la figura de Sherlock siempre como el misterio principal a resolver, el guionista divide la película como en dos partes diferenciadas. Una primera mitad centrada en ayudar al detective a superar su adicción, y otra más enfocada a la acción y la aventurilla más folletinesca. Así, los personajes viajan primero por Londres, y luego a través de Austria. Aquí, el intelecto superior de Sherlock no será utilizado para hallar pruebas en un caso, si no para salir de los múltiples apuros con los que se encuentran los personajes principales. De paso, ayudará a las personas necesitadas a las que también se irá encontrando en el camino.
Con todo ello, Ross y Meyer introducen muchos de los elementos característicos de los relatos originales. Convierten el título en una de las propuestas más próximas a lo concebido por Doyle, a pesar de sus intenciones más dramáticas. Como curiosidad, Meyer escribiría y dirigiría otro pastiche de nombres célebres en “Los pasajeros del tiempo” (1979), donde H.G Wells (Malcolm McDowell) perseguiría a Jack el destripador (David Warner) a través del tiempo.
Dicho todo esto, se puede acusar a su creador de utilizar la inteligencia de Sherlock como una suerte de deus ex machina, y sus bajones anímicos como un diabolicus ex machina… Por todo lo demás, “Elemental doctor Freud” tiene un trabajo técnico completamente clásico y funcional por parte de Ross. Se abusa de algunos recursos visuales que no han envejecido especialmente bien. Por otra parte, John Addison compone una música juguetona de tintes bohemios tan característicos del personaje principal.
El dúo protagonista de “Elemental doctor Freud”
Jeremy Brett, Basil Rathbone e incluso Peter Cushing son los grandes referentes en dar vida al detective. Cada uno retrató a su modo los rasgos brillantes, inquietos y excéntricos del personaje. Sin embargo, no es menor la imprenta que Nicol Williamson ha dejado en su legado. El actor crea aquí una versión del personaje diferente a lo habitual. Este Sherlock no es solamente inteligente, sino además muy ágil, físico, un tanto asocial y con rasgos paranoicos. Estamos ante un Sherlock de labia rápida que lanza sus deducciones de manera clara y segura.
Viéndolo ahora mismo, resulta fácil pensar que Steven Moffat y Mark Gattis tomaron nota para su serie de televisión “Sherlock” (2010-2017), con Benedict Cumberbatch en el papel titular. Además, se podría considerar la base de otras versiones modernas como las interpretadas por Robert Downey Jr o, incluso, Hugh Laurie en “House M.D.” (2004-2012).
Si bien es cierto que Williamson eclipsa a cualquier otro actor con el que comparte escena, el resto del elenco cumple sobradamente. El Watson de Robert Duvall es un personaje estoico y de mucho carácter. Se encarga de catapultar la acción hacia adelante, y sirve de gran apoyo moral y social a su amigo el detective. A diferencia de otras versiones en pantalla, no sigue ciegamente a lo que dice Sherlock, sino que actúa por cuenta propia cuando así cree conveniente. Es una versión del personaje muy completa. Sin embargo, se nota una cierta falta de química entre ambos actores, con todo lo que eso comporta.
En cuanto al resto del reparto, resultan entrañables Arkin en el papel de Freud, Vanessa Redgrave y un Laurence Olivier pasándoselo en grande como el profesor Moriarty, el archienemigo por antonomasia de Sherlock.
El crepúsculo de los detectives
En “Elemental doctor Freud” se apunta a una cierta despedida para Sherlock. Se da un punto crepuscular a un personaje que ya parece haber vivido su mejor época. En un juego de ficción dentro de ficción parecido a lo visto en el film de Billy Wilder, se apunta a una opción muy humana -y quizás convencional- para resolver el conflicto interno de Sherlock. Y luego es trabajo de Watson dramatizarlo del modo más operístico posible en los relatos que escribe dentro del universo de la película.
En resumen, estamos ante una de las adaptaciones más entretenidas y fieles al original hechas hasta ahora, a pesar de su componente dramático-psicológico. Cuenta además con uno de los Sherlocks más completos y carismáticos gracias a la presencia de un Nicol Williamson haciendo suyo el personaje. Como tantos otros antes y después de él. Todo ello conforman una aventura de lo más entretenida y recomendable para todo el mundo, y un título de lo más singular para los fans del personaje, gracias a la idea de hacer cruzar los caminos de un icono literario con un personaje real como es Sigmund Freud.