Saltar al contenido

La vida privada de Sherlock Holmes (Billy Wilder, 1970) | Crítica

12/03/2022
La vida privada de Sherlock Holmes imagen destacada

De la leyenda a la (meta)realidad

El fenómeno de Sherlock Holmes en la cultura popular creció mucho más de lo que su creador Arthur Conan Doyle imaginó al concebir el personaje allá en las últimas décadas del siglo XIX. Tal fue el grado de cuidado hacia su creación y descripción que parecía estar basado en un personaje verídico. Finalmente se conocería la inspiración real: un médico amigo del escritor capaz de detectar el problema del paciente con tan solo un vistazo. Décadas más tarde, en un juego de ficción dentro de ficción, aparecerían reinterpretaciones del personaje donde se presentaría la idea de que existe un Sherlock efectivamente real, pero distinto al escrito por Watson en sus propias narraciones. Un Sherlock más humano, frágil y víctima de sus propias debilidades; que además palidece ante la imagen representada en las historias. Es en estas líneas que se desarrolla “La vida privada de Sherlock Holmes”, dirigida por Billy Wilder.

Wilder, junto al guionista I.A.L. Diamond, crean una narración que pasa de la comedia al romanticismo y la melancolía. Sin olvidarse nunca de su misterio principal. El punto de partida es el siguiente: una mujer llamada Gabrielle Valladon (Geneviève Page) aparece inconsciente en las aguas del Támesis. No parece recordar nada sobre como ha llegado allí. Sherlock Holmes (Robert Stephens) y el doctor John Watson (Colin Blakely) entrarán en escena para desvelar los misterios detrás de su nueva cliente.

Sherlock Holmes (Robert Stephens) y John Watson (Colin Blakely)
Sherlock Holmes (Robert Stephens) y John Watson (Colin Blakely)

Billy Wilder

Es posible que nos encontremos por encima de todo con una de las películas más peculiares dentro de la extensa filmografía de Billy Wilder. No siendo del todo ajeno a películas de misterio o de cine negro -allí estarían “Perdición” (1944) o “El crepúsculo de los dioses” (1950)-, Wilder es conocido sobretodo por sus múltiples comedias o screwball comedies. La historia del cine nos dice que “La vida privada de Sherlock Holmes” es un proyecto maltratado por unos productores que no dejaron a Wilder completar su visión. El director de “Con faldas y a lo loco” (1959) quería realizar un film de corte más episódico, de no menos de tres horas de duración. Ante semejante situación, los productores decidieron que lo mejor sería recortar metraje hasta dar con una duración más tradicional.

Cabe decir que en el momento de realizar esta película Wilder no se encontraba en el mejor momento de su carrera. Durante los años previos a su estreno vivió algunos fracasos de crítica y de público como en “Bésame, tonto” (1964). Esto, junto al momento de transición de una Hollywood cambiante que ya no abrazaba tanto el tipo de comedias como las realizadas por Wilder, supusieron un revés para el director.

Christopher Lee es Mycroft Holmes
Christopher Lee es Mycroft Holmes

Un misterio llamado Sherlock Holmes

A pesar de todo, todavía se conserva una parte de ese carácter episódico. La película tiene como dos partes bien diferenciadas: una primera mitad de tono más humorístico y con una picaresca propia del director -atención al baile que se marca Watson con unas bailarinas… Como empieza, como termina y como se va desarrollando todo-; para centrarse luego en la parte más dramática, melancólica y romántica de la propuesta.

Todo ello sin olvidarse del misterio central. Wilder y Diamond entretejen una telaraña de pistas a seguir formadas por elementos de lo más bizarros: enanos, castillos, pájaros, monjes sectarios, una escalada armamentística… ¡E incluso el monstruo del Lago Ness! Construyen un misterio de los más divertido cuya gran revelación finalmente no tiene tanto que ver con el caso, como con el propio detective. El mayor giro final de la narración termina siendo el enfrentamiento de Sherlock con su mayor debilidad. De este modo, “La vida privada de Sherlock Holmes” ofrece un final sorprendente e inesperado.

Gabrielle Valladon (Geneviève Page) y Sherlock en La vida privada de Sherlock Holmes
Gabrielle Valladon (Geneviève Page) y Sherlock

Robert Stephens y Colin Blakely son Sherlock y Watson

Lejos quedan los días de un Sherlock más heroico o portentoso. Robert Stephens ofrece una versión del personaje más ambigua de lo que habíamos visto anteriormente. En la versión de Wilder, el detective es más presuntuoso que nunca. Parece tener todos los defectos posibles: es misógino, drogadicto, maníaco, y también padece de cinismo y depresión. Todo ello va encaminado a la fragilidad que Wilder y Diamond quieren concederle.

Es testimonio del buen hacer de los implicados el que consigan elaborar un personaje con el que finalmente empatizamos. Hay una intención de deshacer el mito, en un trabajo de humanización muy interesante. Nos muestran además como el detective ha terminado siendo víctima de como ha sido retratado en los relatos de Watson. Una imagen a la que Sherlock intenta estar a la altura, con temor a que la gente descubra que en realidad no es tan brillante como lo describe su compañero.

«Con una mezcla de diversión, inteligencia, aventura y melancolía, es posible que “La vida privada de Sherlock Holmes” sea la mejor película basada en el personaje, aunque sus propias ambiciones la alejen de las intenciones más eminentemente lúdicas del original de Doyle. «

Como tal, Stephens hace un gran trabajo, y ayuda la química que consigue con Blakely. Como ya había pasado en las últimas iteraciones del buen doctor, sigue habiendo una intención de distanciarlo de la bufonería de Nigel Bruce vista en los seriales de los años 40 junto a Basil Rathbone. Aunque todavía quedan rastros de ese punto humorístico, aquí Watson es un personaje capaz, a la vez que afable y galán.

Uno de los puntos fuertes de Billy Wilder siempre habían sido los diálogos. Aquí la cosa no es diferente. Brillan los diálogos entre ambos compañeros de fatigas, al igual que los del detective con su hermano Mycroft. En esta película nos presentan al hermano con el rostro de Christopher Lee, quien vuelve al universo holmesiano para ponerse en la piel de otro de sus personajes populares. Recordamos que ya dio vida a Henry Baskerville en “El perro de Baskerville” (Terence Fisher, 1959) y al mismo Sherlock en “El collar de la muerte” (Terence Fisher y Frank Wintersten, 1962).

Imagen de Sherlock, Watson y Gabrielle
Imagen de La vida privada de Sherlock Holmes

La vida privada de Sherlock Holmes, de Billy Wilder

A pesar de todos los problemas a los que se enfrentó durante la producción, “La vida privada de Sherlock Holmes” es todo un portento cinematográfico. Billy Wilder vuelve a demostrar maestría en la sutileza y los dobles sentidos en los diálogos. Su puesta en escena, lejos de buscar virtuosismo, es clásica y sencilla en el mejor sentido de la palabra. Sus imágenes respiran, los actores no están encorsetados, y se desplazan por los planos con naturalidad. Wilder se preocupa de los tiempos narrativos al estilo del mejor Hollywood clásico.

Esto se ve engrandecido por un también excelente trabajo de fotografía de Christopher Challis de aspecto brumoso, casi onírico. Con ello se consigue embellecer los múltiples parajes e interiores por donde pasan los personajes, a la vez que, quizás, al Sherlock brillante de las historias que, sin embargo, aquí solo parece existir en la mente de Watson. A destacar también la excelente composición de Miklós Rózsa, que con un tono bohemio mezcla el romanticismo con la aventura que termina viviendo el personaje.

Imagen de La vida privada de Sherlock Holmes
Imagen de La vida privada de Sherlock Holmes

¿La mejor película basada en el detective?

Es posible que “La vida privada de Sherlock Holmes” sea la mejor película basada en el personaje, aunque sus propias ambiciones la alejen de las intenciones más eminentemente pulp del original de Doyle. Con una mezcla de diversión, inteligencia, aventura y melancolía, el no haber podido terminar la película como le hubiera gustado al cineasta no quita el haber firmado lo que no deja de ser una gran película. Testimonio de un director tan particular como Wilder y de una época del cine cuando Hollywood todavía tenía mucho artesano con conocimiento. Además, también se la puede considerar como uno de sus títulos más personales, por la coincidencia en el tiempo de cuándo y cómo fue concebida, y la visión desilusionada y casi crepuscular del Sherlock en la historia.

Por otra parte, a esta intención de desmitificar al personaje la seguirían otras, tanto en cine como en novela, que intentarían echar sombras al personaje. Ahí tendríamos historias como “The Last Sherlock Holmes Story” (Michael Dibdin, 1978) o “Elemental, doctor Freud” (Nicholas Meyer, 1974). Esta última tendría una adaptación cinematográfica de la mano de Herbert Ross. Pero este es un tema para otro momento.

En resumen, “La vida privada de Sherlock Holmes” no es solamente una gran película sobre el personaje, sino además una gran película por méritos propios. Imprescindible.