
La última cruzada
Con «Indiana Jones y la última cruzada» Steven Spielberg crea en cierto modo un remake de su anterior proyecto «En busca del arca perdida» (1981), pues son muchos los paralelismos entre una y otra. Aquí volvemos a encontrarnos con un personaje principal que se enfrenta a nazis; asesinos de origen oriental; villanos elegantes; una moraleja sobre el precio de la codicia; una estructura narrativa parecida; y un héroe, de nuevo, aparentemente invencible cuyo ingenio le hace salir de los múltiples obstáculos que se encuentra en su camino.
El prólogo sirve para introducir el tono general de la película y contiene elementos puramente meta referenciales. La novedad en este caso es que el guión se atreve a indagar en su pasado presentándonos la figura de su padre; Henry Jones (Sean Connery), quien al empezar la película se halla en paradero desconocido tras haber intentado encontrar el objeto cuya búsqueda terminará su hijo. Se hará énfasis en el carácter temerario y inconsecuente de Indiana en contraste con el de rata de laboratorio de su padre; matizando en conflictos paterno-filiales originados años atrás en acontecimientos de los que nos hacen conocedores.
‘Indy’ y su padre
A medida que avance el relato el respeto mutuo irá en incremento y ambos apreciarán que no son tan diferentes como se piensan. Esta relación da un toque humano sorprendente a un personaje tan duro como es Indiana Jones que difiere de otras producciones parecidas; y deja sitio para que funcionen igual de bien los momento dramáticos como los cómicos gracias a las dotes interpretativas de Ford y de Connery.

Aunque esta relación es lo que hace que la película sea memorable, no le falta acción y el sentido de aventura necesario para este tipo de producciones. Haciendo honor al género, esta llena de secuencias tensas en las que Indiana tendrá que sortear trampas; acertijos y peleas diversas en su misión para encontrar, primero a su padre, y luego el Santo Grial.
El montaje
En este aspecto cabe mencionar como ya es habitual la buena función del director, Steven Spielberg. Se mueve como pez en el agua con la cámara y pasa de la acción, al drama y a la comedia con suma facilidad gracias también al guión de Jeffrey Boam. El director mantiene un buen ritmo durante toda la película saltando de escena de acción a escena de acción aligeradas gracias a los momentos cómicos y los conflictos entre Indiana y su padre.
Michael Kahn, habitual de Steven Spielberg, otorga dinamismo a un montaje que pone siempre las piezas en el sitio correcto para provocar una reacción en el espectador. El mencionado guionista enlaza tres búsquedas diferentes que Indiana encabezará en diversos puntos del metraje: la del padre; la del Grial y la de la fe; culminando en un final que mezcla los tres conceptos en un clímax emocionante, emotivo y simplemente perfecto. Boam sabe escribir buenas escenas de acción, con un personaje principal activo para salir victorioso, e impregna la historia de un importante sentido aventurero y místico que provoca asombro en varios puntos, pero falla en el retrato de los personajes secundarios.

Los villanos
Los villanos carecen de personalidad más allá de su condición de codiciosos, nazis codiciosos concretamente; y en cuanto a los aliados de Indiana poco se puede decir a parte de lo comentado sobre el personaje de Connery. Jonathan Rhys-Davies (Sallah) y Denholm Elliot (Marcus Brody) ayudan al protagonista a conseguir sus objetivos, pero caen en el rol de meros comparsas cómicos para crear comedia.
Para dar credibilidad a este tipo de producciones es muy importante contar con un diseño de producción que potencie la intenciones de la película. En este aspecto no defrauda para nada; pues Stephen Scott y Peter Howitt crean un diseño artístico que se plasman en unos decorados que quitan el hipo, y el diseño de producción de Elliot Scott se preocupa con mucho éxito de que todo parezca lo más real posible.
B.S.O. de la última cruzada
No se puede hablar de Indiana Jones, o Steven Spielberg en extensión, sin mencionar la banda sonora de John Williams. «The Raider’s March» es un clásico del cine y aquí la recupera para musicalizar al héroe y dramatizar los momentos de acción. A parte, crea composiciones que mezclan el tono místico del Grial con el ritmo más acelerado de las escenas de acción, a destacar «Scherzo for Motorcycle and Orchestra» y «The Penitent Man Will Pass«.

Indiana Jones es un héroe diferente. Esta lejos de ser perfecto pese a salir siempre victorioso de sus conflictos. Es un personaje que logra sus objetivos gracias a su fortaleza física pero también, más importante, su ingenio. Lo que lo separa de otros héroes de acción es que éste es un intelectual en el cuerpo de un personaje muy masculino, que habla igual de bien el inglés como el latino mientras que los demás se esfuerzan para simplemente hablar.
Indagar en el pasado de un personaje como éste es entrar en terreno pantanoso; pero aquí la trama familiar esta perfectamente entroncada con la principal y hace que sea lo más memorable del film. Tenemos así un héroe más humano que nunca, más próximo y puede que mejor.
Conclusión de Indiana Jones y la última cruzada
A ésta le seguirían múltiples imitadores que apenas le harían sombra, y que no hacen más que enfatizar que Indiana Jones es la saga cinematográfica de aventuras por antonomasia. Pasarían casi dos décadas hasta que una película se le acercara, y seria precisamente la secuela «Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal» (Steven Spielberg, 2008), aunque con unos resultados menos satisfactorios. Pequeños problemas de guión alejan a «Indiana Jones y la última cruzada» de la perfección, sin embargo por ahí anda. Imprescindible.