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Asesinato por decreto (Bob Clark, 1979) | Crítica

01/09/2022
Asesinato por decreto imagen destacada

Desde el infierno

El género de terror no es ajeno a las historias de Sherlock Holmes. El propio Arthur Conan Doyle sumergiría al personaje en un ambiente de terror gótico en “El sabueso de los Baskerville” (1902). Sin embargo, sí puede ser sorprendente ver al detective metido en una historia que directamente borda la pesadilla. Aún más, si la historia va más allá de una simple aventura o misterio para intentar abordar algo tan importante como puedan ser las tragedias de una sociedad en un momento histórico concreto. “Asesinato por decreto”, del cineasta Bob Clark, plantea un enfrentamiento directo entre Sherlock y Jack el destripador. Basada libremente en el libro “The Ripper File” (Elwyn Jones & John Lloyd, 1975), ampliará sus ambiciones para abordar la problemática situación inglesa de finales del siglo XIX.

En “Asesinato por decreto”, un mal vive en el neblinoso barrio de Whitechapel. Como un depredador acechando a su presa, espera el momento oportuno para saltar encima de su víctima para quitarle la vida. Cuando los cadáveres despedazados de distintas mujeres empiezan a amontonarse en las calles, los vecinos afectados acudirán al infalible Sherlock Holmes (Christopher Plummer) y a su compañero el doctor John Watson (James Mason) para intentar encontrar al culpable de semejantes crímenes.

Watson (James Mason), Lestrade (Frank Finlay) y Sherlock (Christopher Plummer)
Watson (James Mason), Lestrade (Frank Finlay) y Sherlock (Christopher Plummer)

Antes de los slashers

Durante la investigación, Sherlock recorrerá una Londres fría y mugrienta mientras intenta encontrar pistas para resolver el caso. Las calles están retratadas de un modo tenebroso, claustrofóbico y ahogadas por la niebla. En esta película el mal se camufla entre las sombras y tan solo la imagen de un ojo inhumano avisa de que algo va a suceder. No es baladí que Bob Clark esté considerando uno de los padres del género slasher. Más allá de sus comedias adolescentes, es artífice de “Navidades negras” (1974), considerado el primer slasher americano tal como lo conocemos hoy en día, al preceder a “La noche de Halloween” (John Carpenter, 1978).

Siguiendo con la idea, se retrata a Jack el destripador de un modo misterioso y monstruoso, si bien no hay una intención directa de esconder su presencia. Dicho de otro modo, aunque hay misterio e intriga, no busca los recursos habituales de un whodunit. Además, si bien la película no es especialmente gráfica en sus momentos viscerales, hay el baño de sangre que se puede esperar de la premisa.

En general, el tono de la propuesta es el adecuado, acentuado además por el trabajo del director de fotografía Reginald H. Morris. Hay una apuesta por una imagen granulosa y por unos tonos ocres. Con ello se subraya el tono de terror clásico de la propuesta que le da un empaque sumamente atractivo. Es sin duda la mayor virtud de “Asesinato por decreto”. A ello se le tiene que sumar una realización elegante por parte de Clark, mayoritariamente al servicio del guion. Es un lujo ver como los actores van recitando sus diálogos sin prisas para que la narración vaya fluyendo poco a poco.

Imagen de Asesinato por decreto
Imagen de Asesinato por decreto

Sombras sobre Londres

El ritmo general de la narración es lánguido, pero no por ello carente de interés. Sin embargo, no se debe negar que en algunos momentos de pura exposición a modo de flashback se producen bajones de ritmo. Quizás se trata de algo que viene del propio libreto de John Hopkins, al no haber encontrado otros modos de exponer según que detalles del caso. Además, por lo general falta una mayor claridad en la trama.

Por todo lo demás, “Asesinato por decreto” tiene varias buenas ideas. Más allá del gran atractivo de la premisa, mezcla las artimañas de los francmasones con una audaz crítica hacia la monarquía británica… Aún sin llegar al extremo de esa obra maestra que es el cómic “From Hell” (Alan Moore, 1989). Entra en los problemas sociales entre las clases bajas y la realeza. Además, presenta varios momentos para lucir de la atmósfera comentada, y también otros distintos para aprovechar las distintas facetas de Sherlock. Por encima de todo esto, el guion encuentra su corazón al dedicar tiempo en explorar las tragedias de las personas que se ven directamente afectadas por los asesinatos. Unas tragedias magnificadas cuando se desvela las motivaciones detrás de los hechos.

Cabe destacar por último la partitura misteriosa y romántica de Paul Zaza y Carl Zittrer.

Sherlock, el Inspector Foxborough (David Hemmings) y Watson
Sherlock, el Inspector Foxborough (David Hemmings) y Watson

El Detective y el Doctor en Asesinato por decreto

Siguiendo la línea de las iteraciones de Sherlock vistas en la década de los 70, en “Asesinato por decreto” vemos una versión diferente al original literario. Con el rostro del magnífico Christopher Plummer, aquí no es un ser frío y calculador, si no alguien en busca de la verdad y de la justicia. Esta versión del personaje tiene sentimientos y llega a tener estallidos de emoción cuando ve las injusticias que se están desarrollando. Se nota que el actor disfruta del material, pues recita sus diálogos con toda la pasión que pide el momento. Fuera de esto, se mantienen intactas el resto de sus facetas. Es un personaje de gran presencia. Es brillante, físico y hay espacio para sus dotes para el disfraz. Plummer crea una de las versiones más vigorosas del personaje.

Frente a él, James Mason compone un Watson simpático y entrañable. Es capaz, inteligente y de carácter determinado. Aun así, en su carácter bonachón se presta para los pocos momentos de toque ligero, sin llegar a lo excesivo de algunas versiones previas. Se encuentra un buen equilibrio entre su vena dramática y de alivio cómico.

Resulta curioso volver a ver a Frank Finlay en el papel del Inspector Lestrade, tras haberlo interpretado en “Estudio de terror” (James Hill, 1965). A diferencia de ese otro título, aquí tiene una presencia más bien testimonial. El grueso del reparto lo forman Anthony Quayle (también aparecería en el film de Hill, aunque en un papel muy diferente), Susan Clark, David Hemmings, Donald Sutherland y Geneviève Bujold. Cada uno cumple a la perfección la función a cumplir, y son seguramente los personajes de Hemmings y de Bujold los que dejan más poso.

Fotograma de Asesinato por decreto
Fotograma de Asesinato por decreto

Dos leyendas, juntas de nuevo

El mito de Jack el destripador sigue generando fascinación más de un siglo después de su aparición en los medios ingleses. Puede ser una mezcla del misterio detrás de su identidad, la naturaleza de sus actos y los inquietantes lazos con las esferas poderosas que se supone tuvo en su día. Para los amantes de la ficción, tiene un plus añadido al haber coincidido temporalmente con una figura contrapuesta como la que es el propio Sherlock Holmes. La misma premisa ha generado películas, videojuegos, e incluso una muy recomendable novela titulada «Dust and Shadow: An Account of the Ripper Killings by Dr. John H. Watson» (Lyndsay Faye, 2009).

Asesinato por decreto” es por tanto un título sumamente atractivo por mezclar ambas leyendas. Sin ser tampoco una obra redonda, y haber envejecido mal en algunos aspectos, tiene los suficientes alicientes para ser un clásico del género con todas las de la ley. Un thriller de lo más disfrutable. En definitiva, un título a reivindicar tanto como se pueda.