“Vivimos tiempos mediocres, señora Dunn. La gente empieza a perder la esperanza. A algunos les cuesta creer que haya cosas extraordinarias dentro de ellos y de los demás”, de Elijah Price.
Veinte años
Han pasado casi veinte años desde que escucháramos a Samuel L. Jackson recitando ese diálogo en una escena de la maravillosa “El protegido” (M. Night Shyamalan, 2000). Tiempo en el que el mundo del cine, el propio Shyamalan, y las películas de superhéroes han evolucionado enormemente.
A diferencia de antaño, ahora mismo ese género está en boca de todos, los estrenos de la próxima de superhéroes suelen ser los más esperados de entre todos los blockbusters, especialmente aquellos producidos por Marvel Studios. Sin embargo, he aquí un ejemplo de que cantidad no equivale a calidad, y si bien no todo lo producido por las grandes casas es desdeñable –“Capitán América: Civil War” (Hermanos Russo, 2016), “Logan” (James Mangold, 2017) o “Spiderman: Un nuevo universo” (VV.AA., 2018)-, la mayoría de esos títulos tienen más bien poco que las hagan memorables, siendo proyectos que rayan entre lo mediocre -“Aquaman” (James Wan, 2018)- y lo directamente abominable -“Spiderman: Homecoming” (Jon Watts, 2017)-.
Así ha sido siempre el mundo del cine con todas sus modas.
M. Night Shyamalan: La leyenda renace
Por otra parte, tenemos a un cineasta como M. Night Shyamalan, quien saltó a la fama con la notable “El sexto sentido” (1999), para ir perdiendo poco a poco el favor de crítica y público, empezando con las incomprendidas, al menos en su momento, “El protegido” y “El bosque” (2004), para caer en la más absoluta desgracia tras “El incidente” (2008), “Airbender: El último guerrero” (2010) y “After Earth” (2013).
Una caída en gracia de la que ha ido levantándose paso a paso, y bajo el apadrinamiento de Jason Blum, primero con la vuelta a sus orígenes que supuso “La visita” (2015), y en segundo lugar con la fantástica “Múltiple” (2016), cuyo giro final seguramente forma parte ya de la historia del cine. Atención a los spoilers, la resolución del film la enlazaba directamente con “El protegido” gracias a su música compuesta por James Newton Howard y al cameo de Bruce Willis en el papel de David Dunn.
Se derramaron lágrimas, las redes sociales estallaron y al cabo de poco se anunció que el próximo proyecto de Shyamalan iba a ser la tan esperada continuación de “El protegido”, con el que se seguiría la historia de ambas películas.
Con esto, aquí tenemos “Glass”, la esperada culminación de un proyecto largamente demorado.
Recuperando viejos rostros
Cuando retomamos la narración, David Dunn compagina su vida cotidiana con sus labores de vigilante en las calles de Philadelphia. Por su parte, Kevin (James McAvoy) y sus múltiples personalidades no han dado tregua a sus caprichos, sino que la aparición de La bestia, la más terrible de sus identidades, ha pronunciado el secuestro de chicas adolescentes. Entre las sombras aparecerá la figura de Elijah Price, cuyas ambiguas intenciones levantaran más de una pregunta.
Es importante empezar diciendo lo complicado que es hablar adecuadamente de esta película sin entrar en detalles. Shyamalan es un director famoso por jugar con el suspense, los giros y por no dejar nunca claro hacia dónde quiere ir con su narración. Aquí no es diferente. No es complicado imaginar que estamos ante un proyecto favorito del director, que seguramente habrá ido gestionando durante todo ese tiempo desde el estreno de “El protegido”. Por tanto, es importante destacar como el guion se puede describir como un auténtico puzle, complejo, único, y donde todo cuanto se nos presenta se construye como algo necesario para comprender el conjunto.
Así, Shyamalan mezcla el drama, el terror, la acción, algunas dosis de comedia, y, en especial, el thriller psicológico, en un juego de poder, alejado de esas dañinas expectativas que se puedan tener al entrar a ver una película, pero altamente satisfactorio y estimulante como resultado. Llegados a este punto, no es ningún secreto la pasión hacia el comic de superhéroes del director, y en este aspecto Shyamalan juega, subvierte y manipula las convenciones para integrarlas en ese mundo realista que te presenta y para adaptarlo a las especificaciones concretas de la historia que te quiere contar durante estas dos horas. Toda una hazaña, pero así es y sale victorioso.
Una luz en la oscuridad
Vivimos en tiempos mediocres, sin duda. Solo hace faltar observar la falta de ideas y, a veces, de ganas a la hora de desarrollar proyectos. Porque ahora mismo, mucho más que nunca, los superhéroes son la gallina de los huevos de oro, y por cada “El caballero oscuro” (Christopher Nolan, 2008) o “Spiderman: Un nuevo universo” tenemos que pasar por decenas de subproductos que parecen hechos bajo comité. Puede que simplemente sea el peaje a pagar por poder tener esos títulos que se salen de la línea.
No es raro en la filmografía de Shyamalan ver como utiliza sus personajes como vehículos con los que transmitir sus pensamientos. Esto, al fin y al cabo, es habitual en el cine de autor. Tal vez debido a su pasión hacia las capas y mallas, utiliza el texto para hacer una reflexión sobre nosotros, las personas, la idea de lo extraordinario -no necesariamente en el sentido fantástico- en la actualidad, sobre la incapacidad de abrazar el pleno potencial personal, y el peligro de la apatía e indiferencia.
Mismamente, puede entenderse como una amarga mirada retrospectiva hacia sí mismo, hacia su evolución como director y muy probablemente los problemas que ha tenido en una industria supuestamente “artística” temerosa ante la originalidad, la libertad de creación, tratado quizás como si fuera una anomalía a erradicar a favor de un cine, en este caso, fantástico, de carácter gris, formulaico y finalmente mediocre. ¿Es la referencia a Marvel en cierto momento una pulla auténtica?
O también puede verse como una simple, clásica pero siempre interesante lucha del bien contra el mal.
Brainstorming
Como película, “Glass” rebosa de ideas. Es un derroche de creatividad, tanto a nivel de guion como de realización. Se puede discutir que el cineasta elegante y sobrio de “El bosque” pueda haber desaparecido. Sin embargo, su puesta en escena, sus movimientos de cámara, el juego de luces y sombras… Es simplemente sublime. Desde la presentación de los personajes, hasta el modo en como decide rodar las escenas de acción, o como decide acompañar la emoción del momento, visualmente Shyamalan ofrece un torrente de ideas interesantes que ayudan a construir el universo ficticio de la obra.
Verdad contra manipulaciones, realidad vs ficción, como ya hemos apuntado, Shyamalan no rehúye de los arquetipos de héroe y villano, todo lo contrario, los abraza completamente. De nuevo, todo eso está aquí adaptado a la historia que nos quiere contar en “Glass”: algo quizás cercano al thriller de Fincher, de Polanski, de Hitchcock o del propio Shyamalan, aunque siempre gravitando alrededor de las convenciones del cómic. Más allá de maniqueísmos, se preocupa por humanizar a todos los personajes, pese a que algunos de ellos cometan actos atroces. Existe un trabajo de personaje inmenso, nada baladí, y que se ve complementado por unas interpretaciones estelares de todo su reparto, desde el cuarteto principal formado por Bruce Willis, Samuel L. Jackson, James McAvoy y Sarah Paulson, hasta los secundarios tan importantes que son Spencer Treat Clark, Charlayne Woodard y Anya Taylor-Joy.
La música
Quizás, una complicación añadida con la que se encontraba Shyamalan a la hora de abordar “Glass” como cierre de trilogía fue encontrar el sonido adecuado para la música. “El protegido” y “Múltiple” son películas muy distintas en muchos niveles y, más allá del cambio de compositor, las películas necesitaban sonoridades distintas. Para la primera película, James Newton Howard compuso una composición más melódica, una música sutil y sensible acorde con el minimalismo de la propuesta.
En cambio, para “Múltiple” el director contó con la colaboración de West Dylan Thordson, donde tira más de sintetizadores en una composición más atmosférica, aunque igualmente dramática. Thordson repite en “Glass”, y lo interesante es que, aparte de componer nuevas piezas y recuperar otras de su anterior proyecto, recicla el material de Howard para adaptarlo a su estilo y al diferente tono de “Glass”. Al fin y al cabo, hablamos de una película tan diferente a las dos anteriores como “Múltiple” lo fue de “El protegido”.
En resumen…
En resumen, “Glass” es simplemente prodigiosa. Shyamalan vuelve a ofrecernos una película adelantada a su tiempo, como ya hiciera veinte años atrás, pero manteniéndose al mismo tiempo de gran vigencia. Aunque funciona como película independiente, mejora con el visionado de las otras dos, y, a su vez, les da capas añadidas que las hace todavía más buenas. “Glass” no es solamente la mejor entrega de esta personalísima trilogía, sino que además es la mejor película del director, y probablemente su mayor obra maestra hasta la fecha.
Por una vez, definitivamente no vivimos en tiempos mediocres.