El camino hacia Harry Potter y el cáliz de fuego
Definitivamente, el estrenar dos películas en años consecutivos fue una decisión que repercutió demasiado negativamente. Si “Harry Potter y el prisionero de Azkaban” (Alfonso Cuarón, 2004) marcó el punto más alto de la saga hasta el momento, “Harry Potter y el cáliz de fuego” (2005) supone una caída en picado sin paracaídas ni posibilidad de salvación. Pocas cosas sobreviven del buen hacer del director mexicano al ceder el asiento de director a Mike Newell; y todavía menos se aprendió del proceso de traslación del libro a la pantalla.
La llegada a Hogwarts de Harry, Ron Weasley (Rupert Grint) y Hermione Granger (Emma Watson) no es tan feliz como hubieran deseado tras el atentado terrorista en el mundial de Quidditch al que asisten junto a Amos (Jeff Rawle) y Cedric Diggory (Robert Pattinson). El primero, un compañero de trabajo de Arthur (Mark Williams), el padre de la familia Weasley; y el otro, un estudiante en el último curso de Hogwarts. Aunque los ánimos se levantaran momentáneamente con el anuncio de que el colegio será la sede donde celebrar el famoso Torneo de los Tres Magos, donde participan alumnos de distintas escuelas, varios acontecimientos volverán a poner a Harry en peligro; y en está ocasión no contará con el confort del fiel apoyo de sus amigos.
Los personajes
Siete novelas de una misma franquicia que parten mayoritariamente de la misma estructura bien puede generar sensación de hastío. Sin embargo, y, exceptuando quizás el segundo libro (“Harry Potter y la cámara secreta”), la saga tiene una virtud muy importante que ameniza su disfrute: en cada una de las entregas se presentan nuevos personajes carismáticos; algunos pintorescos en su extravagancia, y suelen girar alrededor de conflictos y obstáculos distintos para huir de la repetición.
En “Harry Potter y el cáliz de fuego” conocemos a muchos personajes nuevos, algunos con un peso sustancialmente más destacado que otros, a destacar; y evitando entrar en el pantanoso terreno de los spoilers, a Brendan Gleeson como el profesor Alastor “Ojoloco” Moody, Robert Pattinson como Cedric y a Miranda Richardson en el papel de Rita Skeeter.
Tanto los personajes de Glesson como el de Richardson entran en el comentado terreno de personaje caricaturesco, el primero en el papel de un Auror (cazador de magos tenebrosos) cuyo trabajo lo ha llevado a la paranoia; y la otra en el de una reportera repelente, siempre en busca del morbo. Por su parte, Pattinson interpreta al estudiante popular de su curso: guapo, atlético, inteligente… Todos ellos están perfectos en los papeles y levantan la película cuando aparecen.
El torneo de los Tres Magos
Del mismo modo, el torneo de los magos supone una novedad bienvenida para romper la rutina. Toda esa trama vertebra la película, distanciando las pruebas lo suficiente para dedicar el resto del metraje a las relaciones entre los personajes y, al menos, a intentar explorar unos sentimientos explosivos propios de la adolescencia. Puede haber distintos grados de interés en todo ello según los gustos de cada uno, y siendo ésta la cuarta entrega puede tener cierta gracia el ver a los jóvenes personajes en situaciones cómicas por lo patético que se siente.
El guión de Harry Potter y el cáliz de fuego
Sin embargo, volvemos al gran problema de entregas anteriores, y que Cuarón salvó con buena mano. La película se vuelve a perder en el proceso de adaptación, al tener miedo de salirse de la línea. Se repiten las escenas intrascendentes, y cuando parece que se va a poner interesante se corta la narración para pasar a otra cosa. Falla rotundamente en intentar dar explicación a los distintos cambios hormonales de los personajes que, en el mejor de los casos, se pueden percibir; pero definitivamente no entender. Esto concretamente puede mejorar algo puesta a continuación de las películas anteriores, pero sigue sin estar lo suficientemente justificado.
Aparte, lejos queda el cuidado apartado visual de Cuarón. Aunque Columbus tampoco fuera muy virtuoso, al menos su trabajo en “Harry Potter y la piedra filosofal” (2001) y “Harry Potter y la cámara secreta” (2002) es competente.
¿Una mala adaptación?
Muy lejos de lo urdido aquí por Newell, quien se percibe como una mala decisión como director. Falla al marcar tono, y su labor como realizador resulta demasiado televisivo y demasiado falto de garra en todas las situaciones a las que pone a los personajes. No se puede negar el potencial de las pruebas de los magos. Es seguramente lo más potente de toda la película. Sin embargo, es pensar en lo que habrían conseguido Columbus, Cuarón o alguien más dotado, y ver la gran oportunidad perdida en esta adaptación.
Lo mismo se aplica a todo el tercer acto.
De un contenido apabullante, es tratado del modo más simple posible, con una mentalidad literaria que se debería evitar en toda adaptación. Se le debe atribuir mérito al construir una atmósfera apropiada para lo que va a suceder, y tiene alguna imagen realmente potente. Pero el desarrollo carece en muchos aspectos. Finalmente falla al conseguir el sentimiento de terror que seguramente se buscaba, al equivocarse completamente en lo realmente importante de la secuencia. Se trata de una cosa fundamental. Algo más básico en la función del director a la hora de narrar visualmente y alinear todos los elementos a su abasto para conseguir un fin concreto.
Conclusión
“Harry Potter y el cáliz de fuego” es una película demasiado dispersa en su contenido, y ni tan solo se puede achacar tanto al trabajo de adaptación de Steve Kloves, como a una falta de visión por parte de Newell. No ayuda mucho tampoco que John Williams cediera la batuta a Patrick Doyle para componer la música. Al haber un cambio de compositor no es justo exigirle que recicle mucha música compuesta por otro.
Es decepcionante, y en algún caso incluso incoherente (“A Window to the Past” debería haberse quedado como leit motiv de los padres de Harry), pero al menos se reutiliza el tema principal. El trabajo de Doyle es correcto. Indudablemente inferior a lo escuchado en entregas pasadas, pero es que compararse con el maestro es injusto para cualquier músico. Quizás no tiene tantas melodías memorables, pero su música acompaña bien lo que se ve en pantalla, e incluso se puede destacar algún tema como “The Goblet of fire”, “Neville’s Waltz” o “Harry in Winter”.
Valoración de Harry Potter y el cáliz de fuego
En definitiva, “Harry Potter y el cáliz de fuego” es la entrega más floja de la franquicia hasta ahora. Que la calidad baile en una franquicia tan larga como ésta es algo que no debe sorprender. Pero nos encontramos con una de las historias más jugosas de todas las novelas; y el que el resultado final sea tan descafeinado termina produciendo decepción y frustración a partes iguales. Mike Newell no repetiría para la siguiente película, “Harry Potter y la Orden del Fénix” (2007), pues dejaría la dirección a David Yates, quien ya se quedaría en el puesto hasta terminar la historia.