Empezando a lo grande
“Nausicaä del Valle del Viento” es una película conocida por tratarse de la primera película creada por el equipo de animación de Ghibli, aunque en realidad se realizó antes de la creación del sello. Por otra parte, suele confundirse por ser también la primera película dirigida por Hayao Miyazaki cuando en realidad se trata de su segundo proyecto tras “El castillo de Cagliostro” (1979). Y si ya en su primera película Miyazaki estableció su gran dominio sobre la narrativa audiovisual y del ritmo, con “Nausicaä del Valle del Viento” marcaría los discursos que lo caracterizarían a lo largo de su filmografía.
La película nos traslada a un mundo fantástico postapocalíptico. La Tierra está plagada de bosques de hongos contaminados de gases tóxicos en los que viven unos horribles insectos gigantescos. La humanidad se ha visto diezmada y viven repartidos en diversos reinos en conflicto entre ellos, y otros valles minúsculos y aislados. Uno de ellos es el Valle del Viento. Allí, la princesa Nausicaä se caracteriza por tener una actitud compasiva y bondadosa hacia todo ser viviente. Tanto hacia sus vecinos como hacia los insectos que viven en el mundo, con un afecto acentuado hacia los Ohms. Estos son unos artrópodos horrorosos y gigantescos, temibles por sus devastadoras estampidas cuando se juntan entre ellos. El conflicto llegará cuando uno de los reinos traiga la guerra al pequeño valle protagonista.
Salvemos la naturaleza
La apología a favor de la protección de la naturaleza y todas las criaturas vivas es una constante en el cine de Hayao Miyazaki. Sus máximas representantes serían tanto la película de la que estamos hablando, como también “La princesa Mononoke” (1999) o “El castillo ambulante” (2004). Además, su pasión hacia el medio ambiente encuentra aquí su mayor defensa al mostrarnos una reflexión en la que lo más importante del mundo es la naturaleza, y el ser humano es un simple y efímero segundo término.
Nausicaä es un personaje que durante todo el metraje defiende el bienestar tanto de los habitantes de su pequeña aldea como de todo aquello que la rodea, llegando al punto de poner en peligro su propia vida para proteger a algunas de las criaturas más peligrosas. A parte, Miyazaki pone por delante la idea de la paz como medio y finalidad, porque, como se suele decir, la violencia solo consigue engendrar más violencia. Son discursos que años más tarde recuperaría en “La princesa Mononoke”, película que en realidad se podría considerar como una hermana pequeña de “Nausicaä del Valle del Viento”.
La mente de Hayao Miyazaki
Otro acierto del director es su preocupación en presentarnos los motivos de cada bando del conflicto. La historia gira alrededor del bien contra el mal, pero al menos hay una preocupación en mostrarnos las motivaciones de cada pueblo, y como incluso los antagonistas pueden tener razón en hacer lo que hacen. Por otra parte también encontramos otros puntos que ponen de manifiesto las inquietudes del director: su sueño de volar en representación de romper nuestras limitaciones, o su empeño en reflejar su fe en la mujer como sinónimo del progreso de la humanidad en contraposición al historial violento de los hombres.
Por encima de todo ello, destaca la inmensa imaginación de la mente de Miyazaki a la hora de crear ese mundo que bien podría dar para infinidad de historias. Cada escenario esta plagado de detalles que otorgan verosimilitud a este mundo tan fantasioso. Para ello el director se sirve plenamente de las facilidades que le da la animación, un estilo de narración que no esta sujeta a ningún tipo de limitación creativa.
Más allá de la imaginación derrochada en cada plano, la animación de Miyazaki demuestra lo que estaría por venir en el futuro. Nos encontramos con una animación tradicional que a pesar de sus años se mantiene vigente como un trabajo artesanal que no tiene todavía rival en este ámbito. Cada plano está cuidado hasta el más mínimo detalle, y es en los bellísimos paisajes donde se nota el talento del director a la hora de componer.
Inicio de una colaboración para la posteridad
Es importante hablar de una de las piezas más decisivas de todo su cine: su colaboración con el compositor Joe Hisaishi. De carácter anecdótico en las casi dos horas de metraje, no deja menos poso que futuros films en los que el componente musical tiene una mayor presencia. El propio “Opening”, “The Days Long Gone” o “The Polluted Sea” son diversos temas que muestran la amplia gama musical que utiliza Hisaishi.
Sin embargo, donde la partitura alcanza su mayor nivel de calidad es en la imprescindible suite con la que el compositor magnifica lo mejor de toda la BSO, de un modo parejo a lo hecho por Ennio Morricone con el arreglo del famoso tema de “La misión”. En definitiva, estamos ante el inicio de una colaboración en la que director y compositor se diluyen entre si y se convierten en piezas inseparables de una filmografía que no baja del notable en sus más de veinte años.
Rasgos de autor
Puede ser que “El viaje de Chihiro” sea su otra obra maestra más popular y única. Pero cuando se habla de Miyazaki como autor, “Nausicaä del Valle del Viento” es su obra más representativa. De impagable belleza, sentimiento y melancolía, por encima de todo lo comentado, el mayor triunfo del director japonés puede que sea hacernos empatizar finalmente con una criatura grande, asquerosa y sin adornos amigables. Ardua tarea, pero ejecutada aquí con maestría. Sin más, se trata de un film totalmente imprescindible.