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Pandemonium (Quarxx, 2023) | Crítica

24/12/2023
Pandemonium imagen destacada

Las distintas caras del cine de terror

El género de terror ha desarrollado muchos subgéneros a lo largo de la historia del cine. Como los slashers (“La noche de Halloween”), el cine de zombies (“El amanecer de los muertos”), películas de casas encantadas (“Suspense”), cine de maldiciones (“It Follows”), entre muchos otros. Una vertiente menos explorada, pero igual de sugerente, es aquella que se podría catalogar como “terror existencial”. “Pandemonium”, del cineasta francés Quarxx, sería un ejemplo de este tipo de cine de terror. Su base puede no tener una iconografía propia como sí tienen algunos de los subgéneros antes citados, pero tienen un lazo en común. Se le podría otorgar este significado:

El terror existencial se refiere al miedo o la incertidumbre que llega cuando el ser humano se plantea las preguntas más complejas de su existencia cuyas potenciales respuestas tienen ramificaciones muy profundas en cuanto al significado de su vida”.

Pandemonium” se centra en la duda existencial de una vida en el más allá. Con ese fondo, la historia arranca con un hombre llamado Nathan (Hugo Dillon) despertándose en medio de una carretera de montaña tras haber tenido un accidente de coche. El paisaje es desierto, neblinoso y cubierto de nieve. Tras darse cuenta de que ha fallecido, empezará su descenso a las profundidades del infierno.

Fotograma de Nathan (Hugo Dillon)
Fotograma de Nathan (Hugo Dillon)

Vida en el más allá en Pandemonium

A lo largo del metraje, Nathan irá avanzando en el infierno acostumbrándose a un sentimiento de desolación y sufrimiento que contamina todo el relato. En lugar de desarrollar una narrativa única, la historia adquiere una estructura capitular. En su periplo, Nathan conocerá y sentirá las penurias de varias almas en pena que ahora sufren en el más allá. Un total de dos historias paralelas que seguirán las tragedias vividas, en una, por Nina (Manon Maindivide), una niña pequeña que ha perdido a sus padres y vive junto a un monstruo que guarda en el sótano. En la otra seguimos a una madre, Julia (Ophélia Kolb), cuya hija se ha quitado la vida por sufrir bullying en el instituto.

Ambas historias son duras de ver. Son desoladoras y desesperanzadas. Quarxx no da ninguna tregua al espectador, en unos capítulos tan negros como el carbón. Contienen situaciones que remueven el estómago, no por visceralidad, pues apenas la hay en toda la película, si no por un sentimiento de inquietud y desamparo sin miramientos. Este es el tono general de toda la película. Si hay otro elemento en común en ambas historias es la interpretación increíble de ambas actrices. Es complicado no sorprenderse especialmente del trabajo de Maindivide, considerando la corta edad de la actriz.

El tono frío y desalentador de esas historias es el que cala en la piel del espectador continuamente y durante el metraje una vez Nathan se aventura en el infierno. No se puede insistir lo suficiente en que estamos ante una propuesta de visionado duro, y que el terror viene tanto por las reflexiones sobre la vida después de la muerte, como por el tono tan terrenal del conjunto.

Fotograma de Nina (Manon Maindivide)
Fotograma de Nina (Manon Maindivide)

Un artista polivalente

El relato se traslada en imagen con buenas decisiones visuales por parte de su director, Quarxx. Él es un artista polivalente francés que dirige películas -en su haber tiene “Un ciel bleu presque parfait” (2016) o “Tous les dieux du ciel” (2018)- pero también es fotógrafo y pintor. Esto último queda reflejado en la película por varias decisiones visuales del conjunto. Desde el arranque de la propuesta, con el paisaje desamparado de una montaña nevada, a la representación del infierno. Todo ello tiene un estilo pictórico pronunciado. Da a la imagen un aspecto trabajado que subraya el estado de ánimo -locura, desesperanza, terror, insensibilidad…- que pide cada momento.

Es destacable también el diseño de las contadas criaturas que pasan por la pantalla. Hay un uso excelente tanto del CGI como sobre todo de efectos prácticos para dar personalidad propia a los demonios que se va encontrando Nathan durante su viaje. Solo para no dar ideas equivocadas, no hay un despliegue de criaturas y diseños. Hay tan solo un puñado de figuras muy contadas que aparecen durante el relato. Esto permite un cuidado adaptado a las funciones de cada una de ellas dentro del infierno.

Por otra parte, ya hemos apuntado al buen hacer de sus dos actrices principales. Aunque el Nathan de Hugo Dillon es más espectador de lo que le va sucediendo a medida que avanza el metraje, el actor francés también ofrece un buen trabajo. En cierto modo, su personaje sirve de avatar del espectador en la travesía hacia la eternidad.

Imagen de Pandemonium
Imagen de Pandemonium

La frontera entre el bien y el mal

Si todo lo expuesto no es suficiente, el relato ofrece un veredicto bastante claro sobre la moralidad del ser humano. En “Pandemonium”, no hay términos medios que separen el bien del mal. Uno es impoluto, o su destino inexorable es sufrir una eternidad de dolor y sufrimiento en el más allá. Por ser una película con un contenido tan profundo, lo cierto es que la película -pasada la primera parte en la carretera- es bastante austera en el uso de los diálogos. Quizás por eso cuando los personajes relatan sus ideas golpean al espectador en toda la cara.

En todo caso, hacia el final de la narración parece haber un pequeño atisbo, una sutil referencia, a que las cosas no están tan mal para el ser humano. Siendo ésta una película tan personal de su director, sería interesante escuchar sus declaraciones.

Fotograma de Julia (Ophélia Kolb)
Fotograma de Julia (Ophélia Kolb)

Películas divisivas

Lo bueno de poder asistir a festivales de cine es poder encontrar propuestas como éstas que, de otro modo, quizás serían complicadas de descubrir. Pueden ser mejores o peores, pero sin duda destacan por su carácter menos convencional. Presentada en la edición número 56 del Festival de Sitges, pasó con menos repercusión que otros títulos, y no ganó ninguno de los premios.

Sin embargo, se trata de una propuesta interesante en su contenido y recomendable para los que quieran una experiencia fuerte y extrema. Apunta además hacia algo importante en la industria del cine: un director con una visión y discurso muy particular, con su propio universo interno.