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Star Trek: En la oscuridad (J.J. Abrams, 2013)

08/08/2016
Star Trek: En la oscuridad imagen destacada

Una fotografía oscura, mayores dosis de drama, tragedia, destrucción y lagrimas derramadas por los personajes parecen ser elementos característicos del blockbuster contemporáneo que nos toca vivir hoy en día. Son ideas que podrían tener su génesis en la reinvención del hombre murciélago por parte de Christopher Nolan, primero con “Batman Begins” (2005), y años más tarde con “El caballero oscuro” (2008); y sobre las que otras franquicias tomarían nota para afrontar sus películas, como es el caso de “Skyfall” (Sam Mendes, 2012), la última entrega estrenada de las aventuras de James Bond; e incluso de “Superman Returns” (Bryan Singer, 2006). Hay en ello una voluntad de dar mayor dimensión y vulnerabilidad a sus personajes, y es con estas intenciones que J.J. Abrams dirige “Star Trek: En la oscuridad“.

Entrando en la historia

La película empieza marcando el tono general que veremos, con una secuencia de espíritu aventurero en el que te presentan al grupo de personajes principal: los tripulantes de la nave Enterprise. Se centra en los matices de la amistad entre Kirk (Chris Pine) y Spock (Zachary Quinto) que marcaran gran parte del drama de la narración. Cuando presenciemos como la situación se tuerce, Kirk replanteará sus creencias y tendrá que demostrar de nuevo su valía. Pero nada lo sacará de su ensimismamiento hasta que un desafortunado incidente lo obligue a ir en busca del renegado John Harrison (Benedict Cumberbatch).

Chris Pine y Zachary Quinto
Chris Pine y Zachary Quinto

Es un inicio bastante sólido, en el que se presentan a los personajes, los conflictos dramáticos y se ponen todas las piezas en el tablero para pasar después al espectáculo desenfrenado teñido por el tono apesadumbrado de la producción. Sin embargo, por desgracia el guión de Alex Kurtzman y Roberto Orci se pierde en un segundo acto tan pretencioso como artificioso.

Caída en picado

Lo cierto es que hay un momento muy concreto a partir del cual la película va de mal en peor a pesar del interés que suscita dicha escena: se trata del primer cara a cara entre Kirk y Harrison, encuentro con el que se inicia una cadena de acontecimientos que busca exclusivamente tener la máxima tensión posible, con el máximo drama posible y con la mayor dosis de tragedia posible; formulando unas decisiones que no fallan por concepto sino por ejecución. Una ejecución que se ve plasmada en la pantalla con varios giros de guión mal llevados. Además de una despreocupación hacia los personajes, un héroe despistado, un villano finalmente desdibujado y un abuso del deusexmachina. Todo ello no hace más que denotar la falta de solvencia del dúo guionista en las escenas de conflicto.

Benedict Cumberbatch en Star Trek: En la oscuridad
Benedict Cumberbatch en Star Trek: En la oscuridad

No hay ningún problema en utilizar ese recurso de vez en cuando, pero cuando se usa para resolver todas los conflictos físicos a los que se enfrentan los personajes, a uno le queda la sensación de que le están tomando el pelo. Hay una sensación general de que se fuerzan decisiones para incrementar el drama de la historia. También para poder llegar al final de la película del modo más trágico posible. Aunque, de nuevo, conceptualmente no hay problema nos encontramos en un caso en el que la película se olvida en el transcurso de la historia de desarrollar algo interesante y, mucho peor, de los personajes.

Excesiva

Al final lo que queda es una vacuidad tan infinita como el espacio por el que surca la Enterprise. Una sensación de que “Star Trek: En la oscuridad” no deja de ser un blockbuster con aires de grandeza que, a pesar del buen arranque, no llega a ningún sitio ni consigue emocionar por culpa de un guión que simplemente no está a la altura.

Es una autentica pena dado que por todo lo demás la película cuenta con grandes ingredientes. Abrams apuesta por una planificación clasicista, aunque se le pueda achacar una puesta en escena algo simple. Con ella encara con destreza los momentos tensos y dramáticos de la narración. Por otra parte, la banda sonora de Michael Giacchino consigue transmitir siempre lo que la historia le pide: acción, dramatismo, heroicidad y el exotismo propio de una película llena de elementos extraordinarios; y el diseño de producción de Scott Chambliss es realmente asombroso.

Star Trek: En la oscuridad, de J.J. Abrams
Star Trek: En la oscuridad, de J.J. Abrams

El plantel de actores es inmejorable. El grupo de protagonistas son carismáticos y entregados, y dan más entidad a sus personajes de lo que el pobre guión les ofrece. Sobresale Benedict Cumberbatch por encima de ellos, aunque a veces se pase gesticulando y a pesar de que gran parte de la gracia del personaje venga por su magnetismo ante la pantalla.

Mucho ruido y pocas nueces

Con “Star Trek” (J.J. Abrams, 2009), sus responsables pautaban un camino con el que explotar una franquicia rejuvenecida con éxito, pero esta secuela definitivamente es un paso atrás. La aventura escapista esta bien siempre y cuando la película sea consciente de ello, pero si lo embadurnas con la misma carga dramática de blockbusters como los mencionados al principio, entonces más vale hacerlo bien. Por desgracia Abrams y su equipo no lo consiguen aquí y al final “Star Trek: En la oscuridad” se viene abajo inexorablemente.