El fin de una leyenda
Tras el bombazo que fue «El caballero oscuro» (2008), todas las miradas estuvieron puestas en Christopher Nolan, pues se tenía la esperanza de que él seria el que rompiera la infame «maldición» de terceras entregas flojas, o por debajo de sus dos precedentes. Una idea fruto del resultado de franquicias como las de Star Wars con «El retorno del jedi» (Richard Marquand, 1983), «Piratas del Caribe: En el fin del mundo» (Gore Verbinski, 2007) o incluso de «El padrino: Parte III» (Francis Ford Coppola, 1990). De este modo, el estreno de «El caballero oscuro: La leyenda renace» estuvo acompañada de tales expectativas que no fueron pocos los que salieron decepcionados.
Sin embargo, en este caso, no se trata de una decepción fruto de lo que se quería ver, sino de que es un film irregular, con tantos picos de calidad como momentos sonrojantes. Así, cuando la narración arranca, Bruce Wayne (Christian Bale) vive recluso en su propio hogar tras haber perdido toda motivación para vivir. Pero su situación cambiará cuando el policía John Blake (Joseph Gordon-Levitt) y el mercenario Bane (Tom Hardy) sacudan su mundo.
Las ambiciones de un director
Es una pena que una película con unas ideas tan potentes resulte mayoritáriamente en una ejecución fallida debido a las grandilocuencias buscadas por su director Christopher Nolan. A pesar de su larga duración, el guión se esfuerza por encontrar un equilibrio entre sus cuatro personajes principales: Bruce Wayne/Batman, John Blake, Bane y la ladrona Selina Kyle (Anne Hathaway). Dan a todos un trasfondo dramático y un arco propio que bien podrían haber originado una película individual para cada uno de ellos. A eso le añadimos otros tantos personajes secundarios con un cierto peso en la trama, sobretodo el de Miranda Tate (Marion Cotillard), mensajes sociopolíticos, una estructura clásica de viaje del héroe, la búsqueda de lo épico y lo trágico…
Nolan quiere jugar con muchas cosas y cae víctima de sus propias ambiciones al no saber encarrilarlas adecuadamente. Así, el guión se podría haber beneficiado de una reescritura quitando escenas enteras que no aportan nada, eliminando personajes secundarios, o quitándole lazos innecesarios a “Batman Begins” (2005); potenciando por otra parte el desdibujado conflicto de Wayne y centralizando su rivalidad con Bane. Considerando el batiburrillo creado por Nolan, resulta destacable entonces la excelente labor de montaje de Lee Smith. Hace auténticos malabares para poder dar cabida a todo ello a pesar de caer a veces en un montaje atropellado y caótico.
Aunque también tiene sus virtudes
La película sin embargo tiene varios méritos. Empezando por un elenco de actores bien dirigidos entre los que destacan Christian Bale, Gordon-Levitt y Tom Hardy. Éste último sobretodo, metiéndose de lleno en un papel complicado del que sale victorioso gracias al uso del lenguaje corporal y una gran expresividad a través de la mirada. El conflicto de Wayne, aunque un tanto diluido en su segundo acto, funciona dramáticamente y da cuerpo a la película, apoyado además por la presencia de un villano que sirve como reflejo oscuro de la figura de Batman y de lo que acontece en la ciudad de Gotham al inicio de la película.
Nolan sabe manipular al espectador y consigue hacerlo saltar de la butaca o arrancarle una lagrima cuando así lo desea. Mención a parte para la partitura compuesta por Hans Zimmer. Tiene unas potentes melodías a las que solo se le puede achacar el sobreuso que les da el director en todas y cada una de las escenas, aunque estas no necesiten ser musicalizadas.
Un resultado irregular
Cuando la película se centra, es muy buena; pero desgraciadamente a esos momentos les siguen otros que están entre lo mediocre y lo bochornoso. Pierde el norte en su intención de querer hacer muchas cosas, y se produce una mezcla rara entre lo serio y lo pulp. No le faltan momentos intensos, tanto de acción como de drama. Tiene personajes carismáticos con los que es fácil seguir la historia, pero “El caballero oscuro: la leyenda renace” es en su conjunto una película fallida. Es quizás más consciente de final de trilogía que de película propiamente dicha (aunque sea la única del género superhéroe en tener un principio y un final claros). Solo la salva el exceso de pirotecnia, algunos momentos auténticamente brillantes, y el arco dramático de su personaje principal. Además, se ve potenciado por un inmenso villano que se come la pantalla cada vez que aparece.