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Deadpool 2 (David Leitch, 2018)

15/06/2018
Deadpool 2 imagen destacada

Repitiendo fórmula

El éxito de “Deadpool” (Tim Miller, 2016) fue crucial para demostrar que una película con calificación para mayores de dieciocho años podía salir rentable para todas esas grandes productoras más preocupadas en cerrar sus cuentas anuales con los máximos beneficios posibles que en hacer la mejor película posible. Dicho sentimiento terminó de calar al cabo de unos meses con “Logan” (James Mangold, 2017) y, a finales de año, con la notable adaptación de “It” (Andy Muschietti, 2017). Aunque estas dos últimas producciones tenían ambiciones muy distintas a la cinta de Miller, ésta parecía tener un propósito claro: romper la cuarta pared para poder reírse de casi todo.

Esto es, de si misma, de la moda actual de los superhéroes y del culto generado a su alrededor, de un modo bruto, a la vez que le permitía aumentar la dosis violenta y ser incorrecta en su gamberrismo adolescente. Cuando se habla de secuelas, no es raro ver títulos que se limitan a ofrecer lo mismo pero maximizado –“Infiltrados en la universidad” (Phil Lord & Chris Miller, 2014)- o ahondar más en sus personajes –“Vengadores: La era de Ultrón” (Joss Whedon, 2015)-. Entre otras, también existe la opción de no salirse mucho de la tangente ofreciendo lo mismo pero con algún ingrediente nuevo. Como es el caso que nos ocupa.

Imagen de Deadpool 2
Imagen de Deadpool 2

Reencuentro con el mercenario bocazas

En «Deadpool 2«, Ryan Reynolds vuelve a meterse en la piel del mercenario bocazas. La película repite el mismo sentido del humor irreverente de la anterior película, ahora bajo la dirección de David Leitch, conocido por “John Wick” (2014) o “Atómica” (2017). La historia arranca con nuestro protagonista en mitad de una misión. Una misión que, por varios motivos, no termina bien para nadie. Con esto, Wade Wilson (acá Deadpool) deberá hacer frente a sus propios demonios internos cuando se vea obligado a proteger a un mutante adolescente llamado Russell (Julian Dennison) del imparable propósito de Cable (Josh Brolin) de acabar con él.

El mayor logro de “Deadpool” fue dar un tono gamberro y violento a un género que no parecía tener posibilidad de entrar en un terreno no apto para todos los públicos. Ya antes había habido intentos en películas de menor envergadura como “Super” (James Gunn, 2010) o, en mucha menor medida, “Kick-Ass” (Matthew Vaughn, 2010), dos cintas de superhéroes protagonizadas por personajes alejados de la popularidad de las IPs de Marvel o DC. El soplo de aire fresco vino al poder ver ese tipo de tono en una producción medianamente considerable. Sin embargo, el arranque de la película prometía algo rompedor que finalmente no terminaba de ofrecer por la propia historia narrada. Al final, solo quedaba la espera de una secuela en la que se multiplicaran sus virtudes únicas y se restaran aquellos elementos más convencionales del género.

Josh Brolin en Deadpool 2
Josh Brolin en Deadpool 2

Más de lo mismo, para bien y para mal

Aunque “Deadpool 2” es un buen entretenimiento con alguna secuencia muy lograda, se contenta en repetir constantes de su predecesora. Prefiere dar algún apunte dramático al personaje titular carente en el título anterior, pero lo hace de un modo un tanto pomposo y superficial. La película, ya desde los mismos créditos iniciales, se limita a repetir hasta la extenuación los gags que tan bien funcionaron en la primera entrega. Si bien al principio todavía tienen gracia, cuando se llega al final ya ha perdido toda efectividad.

Aunque presume de buscar otros territorios, al final la historia vuelve a ser un poco la misma de siempre. Aunque también se ríe y humilla sin reparos algunos problemas reales en el género. Para una película que presume de ser diferente, de nuevo se queda un poco a medias tintas de lo que pretende. Además, la labor de Leitch detrás de las cámaras es inexistente salvo por lo que comentaremos a continuación.

Dicho todo esto, «Deadpool 2» tiene varias virtudes: las secuencias de acción se han visto beneficiadas por la dirección de David Leitch, quien fuera especialista en este campo antes de lanzarse a la dirección. El gran punto destacable de la película viene en la presentación de sus tres grandes personajes: Cable, la mutante Domino (Zazie Beetz) y, sobretodo, Russell. Recae en los hombros del joven actor Julian Dennison el papel más importante de la película, y demuestra que su buen hacer en “The Hunt for the Wilderpeople” (Taika Waititi, 2016) no fue fruto de la casualidad.

Julian Dennison en Deadpool 2
Julian Dennison en Deadpool 2

Un sentido del humor particular

Pese a tener un papel más reducido, son igual de efectivos el plantel secundario presentado en el título anterior: la adolescente Negasonic (Brianna Hildebrand), el punto inmoral de Weasel (T.J. Miller), o el contrapunto moralista de Coloso (voz de Stefan Kapicic). A parte, resulta agradable ver como Wade Wilson se esfuerza en no salirse de su línea antiheróica a pesar de tener finalmente un corazón más puro de lo que presume. Su capacidad de regeneración innata da además para que los guionistas no se corten a la hora de machacarlo físicamente hasta niveles sádicos. Así, se ofrece uno de los momentos más incomodos al hacer un divertido homenaje a “Instinto básico” (Paul Verhoeven, 1992).

Al final, como es habitual, el disfrute de una película como “Deadpool 2” dependerá mucho de lo que uno busque en una película. Cuando el sentido del humor y la violencia gratuita van dirigidas a un público tan concreto como el que parece buscar ésta película, el resultado final puede ser tan abrumador para ellos como indiferente para otros. No es ninguna gran película, ni necesita serlo. Ofrece exactamente lo que se puede esperar de ella, y cualquier intención de ir más allá termina un poco a medio camino. No se trata de una película para todos los paladares, pero los que entren en su juego la disfrutaran inmensamente.